Sin embargo, lo que dijo Duan Duan Ling Tian a continuación hizo brillar los ojos de Tang Ying.
—No puedo venderte la fórmula, pero puedo enseñártela. No obstante, debo garantizarme que obtendré la misma ganancia que antes. Además, ¡no puedes enseñársela a nadie más! —le propuso Duan Ling Tian a Tang Ying con una mirada penetrante.
Luego de la grata sorpresa, Tang Ying preguntó, bromeando:
—¿No tienes miedo de que te mate luego de obtener la fórmula?
—¿Pero querrías hacerlo? Tengo muchas cosas buenas más en mi poder. Quién sabe, tal vez tengamos otra oportunidad para trabajar juntos en el futuro... Eres un hombre inteligente y por lo tanto ¡entiendes lo estúpido que sería matar a la gallina de los huevos de oro! —afirmó Duan Ling Tian, sonriente.
—¡Eres un pequeño zorro astuto! —dijo Tang Ying con bronca.