1055 Provocarlo

—…

Su mirada confiada y su tono hicieron que Tan Bengbeng dudara en usar su fuerza con él.

Fue ese segundo de vacilación lo que le permitió aprovechar la oportunidad de agarrar su muñeca.

La posición a la que se había agarrado era muy precisa, estaba en las venas de su muñeca.

En el momento en que aplicó fuerza, Tan Bengbeng comenzó a fruncir sus cejas con dolor.

Sólo pudo soltar su agarre en su cuello.

Antes de que pudiera analizar y llegar a una conclusión sobre si era pura coincidencia o si el hombre había estado esperando el momento oportuno, ya había entrado en la casa.

No sólo no le había dicho a Tan Bengbeng cómo salir de la isla, sino que tampoco la había ahuyentado.

Simplemente había empezado a hacer sus propias cosas.

Era como si no le importara lo que ella hiciera...

Tan Bengbeng fue dejada en la puerta, así como así, mientras la lluvia continuaba afuera.