La última sonrisa.

En el estudio del Vizconde Klein.

El vizconde Klein estaba atado a la silla y su cabello negro parecía desordenado. Sus ojos verdes miraban al hombre que llevaba una máscara de payaso de aspecto ridículo de pie frente a él.

—¡Debes ser el Payaso loco! ¡Tal como dijo la princesa, estás loco! —Klein, el arconte del ayuntamiento de Aalto, retó a Payaso sin miedo.

Payaso se echó a reír.

—Señor Vizconde, por favor no me diga que el hechizo que lanzó hace un momento fue de un objeto mágico. No veo nada malo en que un vigilante nocturno atrape a un cruel hechicero, o quiere que lo llame... ¿Señor Filósofo?

Klein estaba sorprendido.

—¿Cómo...?

No terminó su frase. En su lugar, se detuvo muy rápido. Pensó que aquello podría ser un truco.