Una cara conocida

La barra vertical más corta y la horizontal más larga...

El gran profeta...

Los ojos rojos repletos de sarcasmo...

La conocida vestimenta de la Iglesia del Norte ...

Todos los detalles y recuerdos pasaron por el cerebro de Lucien rápida pero claramente. Sostuvo con fuerza su escudo y espada y dijo en voz baja y furiosa.

—¿Geno? ¿El Señor del Infierno?

¡No era de extrañar que aquella misteriosa secta escondida en la Iglesia del Norte también pudiera conjurar hechizos divinos!

¡No era de extrañar que pudieran engañar a una gran cantidad de sacerdotes para que se convirtieran en sus seguidores!

¡No era de extrañar que el Señor del Infierno estuviera tan al corriente sobre la Santa Verdad!