Acostado en mi cama. Como siempre.
¿Será que mi vida es un desperdicio? Siempre que veo estoy acostado en mi cama o en el sofá sin hacer nada. A veces pienso que mi vida va a acabar así, sin más que tardes llenas de inactividad, me volveré antisocial, rechazado y triste...
Ah sí, seguro se preguntan que fue lo que pasó después de la discusión que tuve con ella.
—¡RETRACTATE AHORA!
Su cambio de humor me asombró demasiado, paso de chica burlona a una furia notable.
Es extraño, ahora que lo pienso hasta pudo ser cómico, sinceramente me pareció algo bastante curioso.
—Insinuaste que los Otakus son sucios y asqueros, ¿cierto? ¿Pues que crees? yo soy Otaku.
En ese momento comprendí porque ella también tenía un brillo en sus ojos desde que entró a la librería. Tal vez es solo que le gusta el anime y manga como a mí.
—Tranquila, es sólo un chiste, no me digas que nunca oíste que así llaman a los Otakus. No era mi intención ofenderte...
Al oír eso noté que su mirada había cambiado, poco a poco hasta que se puso roja como un tomate.
—Eh... claro, obviamente lo había escuchado.
—Ehm, bueno, gracias por traerme el dinero, yo creo que ya me voy...
Con el ambiente tan incómodo lo mejor era que me fuera.
—*—
Ahora en mi cuarto, pensando sobre mi triste vida social, me dí cuenta sobre que aquella chica me parecía conocida, como si en algún momento de mi vida la hubiera visto. Claro que no estaba del todo seguro, tal vez solo era una Otaku más que he llegado a ver por lugares a donde suelo ir.
—Tal vez solo debería ignorarla y seguir con mi vida, a final de cuentas dudo volver a encontrarla.
Susurrando eso me encontraba sentado al borde de mi cama, ya estaba anocheciendo así que tal vez lo mejor era prender la luz.
*Pck*
Sonó algo en mi ventana.
Al ir a asomarme noto que alguien está aventando pequeños guijarros contra mi ventana, así que abrí la ventana para asomarme a ver quién era.
*Pck*
Un guijarro da directo contra mi cabeza.
Luego de frotarme el golpe me quito la mano y noto a la persona que aventaba piedras contra mi ventana.
Era ella, la misma chica de la librería la que tocaba mi ventana...