La asistente suplente y el presidente glacial

En el centro de la Ciudad Ville Gold, el gran magnate Orson Lyn viajaba a bordo de una lujosa limosina.

El Presidente Orson vestía un esmoquin elegante, especial para esta noche fría. Se dirigía a una fiesta de negocios donde tendría encuentros con muchos hombres enriquecidos pero no tanto como él mismo lo era. "Un millonario glacial."

Dentro de la misma limosina viajaba junto la joven asistente, suplente de Remi.

Una joven y bella chica de 24 años; carácter serio pero con un corazón cálido. Tenía un peinado especial para la gran ocasión. Unos mechones de su pelo rubio descendía por su ojo derecho ya que su pelo era ondulado y difícil de manejar. Eso siempre le veía como un problema pero aun así, ella se veía hermosa.

También destacaba por su piel marfil y el color de sus ojos grises que combinaban perfecto con su vestido crepé color negro. Ideal para la noche de negocios que se llevaría acabo.

Por supuesto, el mismo Presidente Orson, fue muy preciso y directo que su asistente suplente usará ese vestido de marca. Quería destacar en la gran fiesta como el solemne presidente que era.

Cristina tenía su vista en la pantalla de su tablet, repasando por última vez todos aquellos nombres de los ejecutivos más prestigiados del País Versas y del País Selyn. Remi le encargo la tarea más difícil de todas.

Un cargo que tenía manejar con mucha precisión y responsabilidad.

Apenas tenía dos años laborando para la gran Corporación OrLan; reconocida en toda la Ciudad Ville Gold así como internacionalmente.

Ella tenía en mente que era una tarea donde debía demostrar su empeño y esfuerzo. Por algo el "Dios estelar Remi" —como Cristina lo describía—, le asignó una tarea muy importante y confidencial.

Muy dentro de ella no podía negar que los nervios la hacían presión ya que nunca había asistido en una fiesta de mucho prestigio. Y menos que conocería a unas cuantas celebridades.

Ella estaba eufórica y nerviosa por dentro aunque por fuera se mostrará formal y muy concentrada en la tablet.

Por otro lado, el Presidente Orson no estaba de buen humor con llevar a una asistente suplente, ya que era una humana y lo peor que era una mujer.

Él ya le había hecho saber a Remi su irritación y también hacerle saber que a medianoche tendría que estar listo para viajar al País Selyn, directo a la Cuidad Solé para llevar acabo su misión de encontrar a su hermano menor y si estuviera en sus manos capturar a los códigos A79 y X87.

Por el momento se abstendría de hablar asuntos confidenciales que tuvieran relación con su especie alienígena.

Observando a su asistente humana; le era peculiar y extraño que esta joven bella no lo viera con destellos de admiración ante su físico atractivo de él.

No es que fuera alguien narcisista pero siempre tenía las miradas encimas de todas las mujeres sobre su apuesto cuerpo y siempre escuchando esas frases alagadoras: "Qué guapo" "Es un hombre acerrimo" "Sus ojos son hipnotizantes" "Quiero que sea el padre de mis hijos"

Entre otras palabras más que tenían que ver respecto a su físico y su cara glacial.

Bueno, en partícular, el Presidente Orson ya tenía identificadas aquellas expresiones de lujuria. Sabía distinguir quién lo admiraba y quien lo deseaba.

Una parte de él, se sintió complacido que ella no fuera como otras. Aunque eso no quería decir que le agradaba la chica humana.

Describió a la chica como seria y muy formal, guardando una distancia pertinente. La miro que ella estaba absorta en la pantalla de la tablet, sin perder un segundo para repasar toda la información dictada por Dios estelar Remi.

Cristina conocía que Remi era frío y muy estricto. Siempre escuchaba especulaciones que era el consentido del Presidente Orson ya que el mismo presidente siempre era glacial con todos menos con el asistente Remi.

Esta vez le extraño, que Remi se hubiera enfermado de repente.

<<¿Por qué Remi le dio a esta mujer que fuera suplente? ¿Qué vio en ella?>>, se preguntó el Presidente Orson.

Seguía observando a la joven; sus ojos ámbar fijaron con más cautela a la chica. Era linda, cuerpo esbelto y sus hombros torneados quedaban al descubierto. Esa melena rubia le pareció deslumbrante a comparación de otras mujeres que había visto en persona.

Él miraba inquisitivamente a la mujer humana, encontrando sus debilidades y fortalezas.

Entonces... Cristina al sentir una mirada acechadora sobre ella, apartó su vista de la tablet y sus ojos grises se dirigieron al presidente.

Inmediatamente hicieron una conexión con la mirada y ella sin mostrarse asombrada o pasmada, rápidamente desvío su mirada y enfocó su vista a la tablet como si nada hubiera pasado.

Pero por dentro ella grito: "¡¡Cielos!! Él me estaba mirando."

El Presidente Orson no se inmutó para nada. Aunque fue verdaderamente increíble que por primera vez una mujer le desviara la mirada.

Dedució que en realidad ella era diferente a todas las demás mujeres.

Por alguna razón desconocida, él se mantuvo firme y supuso que no le causaría ningún problema. Apartó su vista de la mujer, limitándose a leer sus pensamientos de ella.

...

Luego de quince minutos de viaje, llegaron a un salón lujoso y sofisticado de dos niveles, especial para la fiesta de negocios.

La limosina se detuvo. El chófer a mando, abrió con mucha cortesía la portezuela. Enseguida el Presidente Orson bajó de la limosina; su impecable esmoquin era sin duda más elegantes que otros atuendos.

Seguido de él, bajó la asistente Cristina. Su largo vestido crepé era brillante por las diminutas lentejuelas que caían en picadas por cada costado de su abdomen. Tenía una maquillaje sutil y discreto pero a la vez sobresaliente.

Las miradas curiosas no faltaban al ver el gran magnate del presidente. Su altura era sin igual. Destacando entre los demás presentes.

Nadie creía que un hombre a sus treinta años, llegará a un nivel alto en el ámbito económico. Que escalará a pasos forzados una gran muralla dentro de los negocios y que hasta el momento no estuviera vinculado en ningún escándalo. Teniendo un historial pulcro ante los ojos de los seres humanos. Bueno, eso solamente era una fachada.

Los presentes admiraban al hombre; técnicamente él era el centro de atención y que muchos de los grandes ejecutivos esperaban con ansias para formar una alianza.

Los dos caminaron por la alfombra.

Tan pronto entraron por la puerta curvada, Cristina sin demostrar su impresión, por dentro estaba impactada por lo espectacular que se veía el salón. Un salón inmenso, las exquisitas decoraciones, las farolas de cristales que colgaban del techo, las grandes mesas y sillas refinadas. También como eran los grandes distinguidos invitados; mujeres y hombres que no sobrepasaban los cincuenta años.

Sin duda, era una importante fiesta de negocios.

<<¡Oh wooow! Es reluciente. Jamás estuve en un evento de tal magnitud. Nunca encajaría en sitios como estos.>>, Cristina le temblaba las piernas por sus nervios internos. Ciertamente se encontraban celebridades al igual de presidentes de otras corporaciones reconocidas.

Suspiró internamente. Debía estar concentrada para cuando fuera el instante indicado para anunciar discretamente los nombres pertinentes de aquéllos con quien tendría contacto el Presidente Orson.

No es que quisiera mostrarse muy recatada pero quería reconocerse a sí misma que ella estaba capacitada para ejercer dicho puesto de asistente suplente.

Ella se movió al son del Presidente Orson, sin pegarse tanto para no opacar su magnífica vista de él.

Las bellas y voluminosas mujeres que vestían vestidos escotados y de marca, admiraban el atractivo hombre que raramente se presentaba en eventos como este. Pero hoy solo era una excepción para él, ya que había alguien en particular con quien haría un trato.

Un camarero se detuvo enfrente del presidente y él tomó una copa de Champán. Claro, su asistente no tenía permitido beber por el momento.

Ella continuó viendo furtivamente la tablet. Al mismo tiempo que ponía ojo de águila a quienes se acercarán al Presidente Orson.

De inmediato, se puso en alerta cuando un hombre aproximadamente de 40 años se acercaba a ellos. Un hombre de tez morena y ojos cafés.

Cristina se movió rápidamente al lado del Presidente Orson y por un segundo quedó anonadada por su deleitante fragancia que desprendía.

- A-Arnold Foex...presidente de la empresas hoteleras de la Ciudad Veltón. - susurró Cristina.

Ella se alejó del Presidente Orson y se mostró sería, igual que el presidente que no inmutó para nada. Él ya sabía quién era dicho hombre.

- Buenas noches, Orson. Es raro verte por aquí. - saludo el hombre, sorprendido por ver el gran magnate del País Versas.

El Presidente Orson sólo sonrió irritado.

Los ojos del hombre se dirigieron a Cristina.

Él enseguida la miró de pies a cabeza, incomodando a Cristina. Se acerco para saludarla.

- Buenas noches señorita.

Cristina: - Buenas noches. - contestó seriamente. Por algún motivo la mirada del hombre la intimidaba.

- Tienes una asistente muy bonita. - mencionó el hombre enfatizando sus últimas palabras.

El Presidente Orson guió sus ojos a su asistente, aparentemente afable.

Él sólo dijo: - ¿Tú crees?

Cristina sudo gotas invisibles al percatarse de esa mirada oscura y glacial de su presidente.

<<¿P-Por qué me mira de esa manera? ¿Qué...hice?>>