¿Era un halago o una queja de su aspecto?

La incomodidad para Cristina era desagradable. Se mentalizó para no caer en pánico. Tenía que buscar el momento indicado y preciso para llevar acabo su primer movimiento. Quería atacar de frente y aprovechar que el hombre estaba ebrio pero se detuvo. Ella atisbo que él era corpulento y con su cuerpo esbelto de ella, sería inútil contraatacar.

Entonces, decidió la medida más eficaz y certera.

Con su vestido crepé, atisbando que el hombre se acerca directo a su rostro. Ella de manera súbita, le dio un golpe bajo al hombre; justo en su entrepierna. Ese golpe contundente provocó que el hombre de manera instantánea se llevará sus manos en su parte noble y con eso dejar libre a Cristina.

Ella vio como el hombre se dejó caer de rodillas, postrandose literalmente ante ella.

- ¡Joder!. - exclamó el hombre, retorciendosé de dolor.

Inmediatamente Cristina se movió con mucho cuidado a causa de los frascos de vidrios que se encontraban esparcidos a un lado.

Ese hombre volvió a maldecir, cabreabo por lo que le hizo Cristina.

- ¡Mujer...no sabes con quién te metes!. - amenazó el hombre, todavía de rodillas y haciendo una mueca hacia la mujer.

Cristina solo crispo sus labios. ¿Cómo era posible que ese hombre la estuviera intimidando?

El hecho que la acosará y se le insinuar Á de manera indecorosa, la tenía muy molesta. Y lo peor de todo que lo hacía en el lugar menos indicado.

Ella, dispuesta a irse e ignorando al hombre que la maldecía, se puso la otra zapatilla aún nerviosa por la situación que se desencadenó.

Sin embargo, el hombre Arnold ya furioso con la mujer y verla desprevenida, la agarró del tobillo y ella se tambaleó.

- ¿Eeeh?. - solo pudo chistar ella ante el agarre del hombre y que al mismo tiempo la jalará con violencia. Lo que provocó que ella cayera al piso.

Arnold a pesar de su embriaguez, tenía una fuerza potente. Derrumbó a la chica en un golpe seco y ella se retorció por el doloroso golpe que se llevó en su abdomen.

Al sentir que el hombre le soltó el tobillo se dio la vuelta para ponerse de pie y sin embargo, él hombre la jaló de nuevo y ella se quejó por la dolencia que le produjo esa ímpetu.

En un santiamén, el hombre se trepó encima de la chica y al mismo tiempo le cubrió su boca por si intentaba gritar.

Cristina: - ¡...!

Ella abrió sus ojos como platos.

- Atrevida. Debes respetar a tus mayores. Ya verás que te enseñaré hacerlo. - gruño el hombre, dibujando una sonrisa maliciosa.

Cristina se encontraba indefensa, nada podía hacer ya que ese hombre la tenía inmóvil. Intentó no forcejear ya que sólo empeoraría la situación.

Saber que no podía hacer nada, la lleno de pavor y a la vez de repugnancia al tener el hombre encima de ella.

<>, pensó Cristina, dándose fuerza para luchar.

Al sentir el aliento del hombre más cerca la hizo rerorcerse. No toleraba que ese hombre la manoseará. Aunque se inyectará fuerzas, sus lágrimas se deslizaron hasta sus orejas; saber que no tenía escapatoria, que era casi nulo que alguien llegará a la terraza, la desalentó.

Tampoco sabía si ese hombre ya lo tenía planeado y dejó la puerta con seguro. Sin embargo, sus sospechas fueron confirmadas cuando el hombre le dijo: - Está asegurada y nadie vendrá aquí.

Ella sintió que todo se nubló a su alrededor, los ojos perversos que la veían la asquearon. Debía haber algo lo más rápido posible.

Respiraba irregular, su corazón dio un brinco por el temor que la abrumaba. Ese hombre solo tenía pensamientos lascivos sobre ella.

Pero antes que ese hombre se atreviera a poner las manos en el cuello de Cristina, la puerta de metal se abrió de golpe.

Deteniendo los movimientos de Arnold, dejándolo aturdido así como la misma Cristina.

Aquella presencia que atrevesó el umbral era nada menos que el Presidente Orson.

Cristina seguía aturdida, no podía ver quién había entrado, sólo escuchar el golpeteo de esos calzados.

Arnold vislumbró al hombre que se acercaba directamente a él y sin que pudiera reaccionar, el Presidente Orson de un solo movimiento imperceptible, agarró del cuello al hombre y lo arrojó al piso.

Arnold se congeló al percibir esa aura oscura que emanaba el Presidente Orson. Se quedó en el piso sin decir nada.

Era una simple presa que destruir para el gran magnate del presidente.

Cristina, torpemente se puso de pie al ver a su jefe. Se limpió sus lágrimas y se alejó más del hombre que se encontraba en el piso. No podia creer que el Presidente Orson llegará en el instante más indicado. Por otro parte, ella se dio cuenta que él no estaba de buen humor.

- Un humain comme vous, méritez la mort. Il prend des gens comme vous. (Un humano como tú, merecen la muerte. Me aborrece la gente como ustedes.) - habló en francés el Presidente Orson directo al hombre Arnold.

Cristina no entendió dichas palabras y le pareció extraño ese acento indescriptible que habló su presidente. Sabía que era idioma francés pero ese otro acento que lo logró percibir, le dio escalofríos. También por su porte de él, ella especuló que no era nada bueno lo que dijo.

El Presidente Orson no se ensuciaría sus manos. El ya tenía a la gente de seguridad en el lugar y con mucha discreción se solucionaría el problema.

Arnold se quedó inerte; esa mirada glacial y los ojos ámbar del hombre que tenía enfrente lo fulminaban. Eso había sido suficiente que su embriaguez se esfumará y también darse cuenta que el Presidente Orson no era cualquiera persona, sino que tenía algo más oscuro y malvado en todo su ser.

Dos hombres vestidos de negros y gafas oscuras se llevaron a Arnold sin problema alguno.

El Presidente Orson ladeo a ver a su asistente que se veía lamentable y desalineada.

- Estoy perdiendo tiempo. Hora de irnos. - espetó él, exasperado e insensible al estado de su asistente.

Cristina sólo se mordió sus labios ante las frías palabras. Se limitó a decir algo por cuestión de enfadarlo más.

Ella sólo suspiro frustrada y desanimada. Sonrió de mala gana al atisbar que su presidente le dio la espalda y salía por la puerta.

<<¿Acaso esperaba que me diera palabras de aliento? Un hombre como él jamás haría algo así por sus empleados.>>, pensó Cristina. Tuvo esa idea que quizás su presidente la animaría o la ayudaría pero se burló de sí misma al darse cuenta que esto no era una novela, de esas que leía donde el hombre tsundere reconfortaba a la linda chica tierna y gentil.

Se arregló la tela de su vestido y su peinado que ahora era un desastre. Camino rápidamente para seguirle los pasos a su presidente. Decidió no pensar en la terrible situación que se suscitó.

El Presidente Orson y Cristina y alguien más de seguridad salieron por la puerta trasera del salón. Pasando desapercibidos de las vistas de los invitados y así evitar especulaciones.

<>, fue el pensamiento del Presidente Orson.

Salieron por un callejón y la lujosa limosina ya se encontraba en la entrada, listo para llevarlos.

El hombre de seguridad abrió la portezuela y el presidente subió seguido de la asistente, apenada por la situación. Su maquillaje se había corrido a causa de sus lágrimas.

Era un fracaso para Cristina que su trabajo como asistente suplente del gran magnate se fuera por la borda. Sin dejar de lado que su presencia era desabrida ante su mismo presidente.

Enseguida la limosina arrancó a toda marcha.

La tensión e incomodidad se respiraba dentro de la limosina.

- Esa belleza tuya, te llevará a muchos problemas. - mencionó el Presidente Orson, inexpresivo.

Cristina no supo si eso era un halago o una queja hacia su aspecto. Ella sólo pudo encogerse de hombros y decidió no responder.

El Presidente Orson desvío su mirada de su asistente y vio por la ventanilla; ignorando la presencia de su asistente suplente.

Todavía tenía tiempo para llegar a su Suite y tomar su maleta para irse a la medianoche. Tomaría su avión privado junto a su recatado asistente Remi.

En su mente procesó la situación que su asistente Cristina se vio envuelta. El hecho de defenderla no quería decir que era gentil o benévolo.

Simplemente detestaba aquellos seres humanos perversos y repugnantes. Los eliminaría sin contemplación alguna.

Para él, fue un problema que una mujer humana fuera su asistente por esta noche. Lo que dijo sobre su belleza era verdad, eso le traería problemas para él y su prestigio.

Realmente el Presidente Orson Lyn, es demasiado glacial para tener que ejercer sus emociones que mantenía guardado bajo un bloque de hielo.

El día en que sus verdaderas emociones se descongelaran, ese día sería épico para su vida alienígena.