Nueva sacerdotisa V

Enya Ophyris

Después de una semana de viaje finalmente llegamos al sitio de la prueba, en la base de la montaña distintas personas de distintas tribus se encuentran realizando sus campamentos en espera de la prueba. Les dije a mis hermanos que como la prueba duraba un mes, era mejor que ellos se fueron. Pero, claramente se negaron y nos dijeron que nos iban a esperar hasta que volviéramos.

El día siguiente antes que saliera el sol, sonó una trompeta que nos despertó a todos e hizo que las mujeres interesadas en la prueba se dirigieran hacia el sonido. Había una pequeña entrada a un conjunto de cuevas, en esta, se encontraban tres mujeres con sus rostros cubiertos, por lo que solo se podía ver sus ojos. Su ropa era bastante llamativa, eran unas túnicas largas, pero estaban adornadas con plumas y piedras que mostraba que su estatus era superior al nuestro. Sin mencionar, que por el viaje muchas de las mujeres alrededor mío se veían algo sucias.

La mujer del centro fue la primera en hablar.

- ¡Bienvenidas! Ustedes han sentido el llamado de la diosa en sus corazones. ¿Pero tienen lo necesario para hacer cumplir su voluntad? -

- Pasaran un mes dentro de esta zona santa y nos demostraran su devoción a la diosa.-

-Solo las mas entregadas a sus mandatos podrán a casa, las otras… volver Bueno serán un sacrificio voluntario.-

Muchas mujeres decidieron irse al escuchar sus palabras, yo hubiera querido, pero le debo demasiado a la tribu y esta es la única manera.

Al final entramos solo veinte mujeres, las demás se arrepintieron en ultimo momento. La cueva estaba muy oscura. no era capaz de ver nada, pero las sacerdotisas caminaron delante de nosotras y prendieron unas antorchas y estas al reflejar su luz hacia unas piedras florecientes iluminaron la cueva. Nos pasaron unas prendas blancas y nos hicieron cambiar de ropa, claramente no nos dieron privacidad y nos dieron poco tiempo para el cambio.

Al principio me preocupe debido a que la prenda que nos dieron era bastante traslucida y se me hizo incomodo andar casi desnuda dentro de la cueva, aunque éramos solo mujeres supongo que era demasiado, o tal vez soy muy conservadora para ello. Sin embargo, mis preocupaciones fueron innecesarias cuando nos hicieron entrar dentro de una fuente termal. Se esperaba que nos limpiáramos y después unas sacerdotisas auxiliares nos ayudaron a vestirnos ya trenzarnos el cabello.