—¿Tienes una idea de lo mucho que se puede malinterpretar? ¿Cómo puedes ser tan descarada y burlarte de eso?
—Pero si fuiste tú quien lo dijo. Luego tuve a mi madre investigándome sobre eso. Ella piensa que tú y yo tuvimos algo.
—¿Y no le explicaste? El día que saliste de aquí, dijiste que irías a contarle la verdad.
—¿Y piensas que va a creerme? Según el médico, nosotros estuvimos en coma por tres meses.
—Buen punto.
—No sé qué fue lo que sucedió, pero todo se vio tan real. Aunque, por alguna razón, todo luce distinto ahora.
—¿A qué te refieres?
—No lo sé, pero tu forma de tratarme es distinta y me gusta más esta.
—Mejor cállate y ayúdame a levantar.
—De acuerdo — se voltea de espalda, con el simple propósito de irse a mi lado para ayudarme, pero ni siquiera piensa en cubrirse.
—¿Pero qué estás haciendo? ¿Cómo puedes darte la espalda así?
—¿Y cómo quieres que te ayude?
—En primer lugar, ¿puedes explicarme el porqué estás vestida así? ¿Por qué no te has puesto una pijama?
—Durante la noche hace mucho calor y así me siento cómoda y fresca. ¿Cuál es el problema? ¿No era así como dormíamos?
—Pero no es lo mismo.
—Para mí es lo mismo. Además, tu mismo dijiste que no tenías ningún interés en mi cuerpo porque soy fea y gorda.
—Aun así causa cosas.
—¿Cosas? ¿Cómo qué?
—Incomodidad, ¿qué más podría sentir?
—Estás actuando extraño. Antes no te importaba eso.
—Ya no digas una sola palabra más y ayúdame.
Me ayuda a levantarme y a sentarme en el borde de la cama, pero el escote de su blusa hace que sus senos queden a la altura de mi rostro, motivo por el cual volteo mi cara.
—¿Es que acaso estás haciendo esto a propósito? No es gracioso.
—¿Qué cosa?
—Pegando tus bolsas de aire en mi cara.
—¿Estás loco? Esta blusa me cubre. Además, ¿por qué querría hacer algo así? ¿Por quién me tomas? Estás histérico.
Busco otro tema con tal de cambiar el actual.
—¿Qué fue lo que te pasó cuando César te trajo a la casa? ¿Quién te hizo daño?
—Pues, planeaba ir a donde mi madre, pero como salí sin dinero encima, decidí irme caminando. De camino, comenzó a llover y me quedé sentada en la parada en espera de que se detuviera un poco para poder seguir caminando, pero no se detenía y no me atrevía a moverme de allí. Estuve mucho tiempo esperando, poco a poco iba cayendo la noche y la lluvia no se detenía. No tuve de otra que salir corriendo. Escuché unos pasos detrás de mí cuando corría por la acera, algo que me hizo detener frente al colmado con la esperanza de buscar un refugio y de paso un lugar seguro, pero no contaba que al girar en la esquina de la puerta de entrada, un sujeto saldría e iba a herirme de esa forma. Estaba encapuchado, realmente no vi el rostro de la persona, pero sí el tatuaje de un trébol en su pierna derecha. No estaba solo, dos personas más lo acompañaban. Caí en la acera y no sé de dónde apareció César a auxiliarme. En vez de llevarme al hospital viendo el estado en que me encontraba, me quiso traer en su auto a tu casa. Con la pinta que tenían esos sujetos, asumo que deben ser personas que querían saldar cuentas contigo de algo, ya que no me robaron nada.
—Creo saber de quién se trata, aunque no pensé que tuvieran tantas ganas de hacerme daño.
—Debes tener más cuidado cuando salgas a la calle, Fabián. Trata de cambiar muchas cosas y arreglar esa riña con esa persona si la conoces, antes de que sea demasiado tarde.
—Cuando me recupere veré qué hago.
—Gracias.
—¿Y tú por qué agradeces?
—Porque por fin das indicio de que quieres dejar esa mala vida. Me hace feliz que quieras tomar esa decisión — sonríe ladeado e incómodo giro la cabeza hacia el lado contrario—. ¿Qué tienes?
—Voy a acostarme — levanto mi pierna y la acomodo dentro de la cama para luego acostarme.
Ella se va al otro lado y trato de no mirarla a ella, solo al techo.
—¿Realmente debo dormir boca arriba?
—Tengo entendido que sí.
—Maldita sea.
—No pelees tanto. No es tan malo.
—Claro, porque tú duermes hasta de pie si te dejan.
—Desde que lo hago contigo.
—¿Qué?
—Antes solía padecer de insomnio, pero desde que he dormido contigo en esta cama, la comodidad me ayuda a descansar.
—Pues no sé qué tenga la cama, ya que bastante barata me salió, así que no creo que sea una Comfort Pedic.
—Probablemente se trate de tu compañía — la miro por su comentario y se coloca de lado hacia mí—. Oye, ¿todavía recuerdas lo que sucedió ese día que discutimos?
—Ya hablamos sobre eso, ¿por qué lo vuelves a mencionar?
—Hablo sobre lo que desató la discusión.
—Ya te pedí disculpas por lo que dije, así que no hablemos más de eso.
—No lo comprendes. Hablo de lo que pasó antes.
—Mejor no hablemos de eso.
—¿Por qué me besaste?
—Me excito viéndome a mí mismo.
—Que forma tan patética de evadir mi pregunta. Supongo que no tengo de otra.
—¿De otra? — no termino de decirlo, cuando siento sus labios en mi mejilla y la miro sorprendido—. ¿Qué crees que haces?
—No se siente igual. ¿Acaso aquello se debió al cambio?
—Cuando dices aquello, ¿a qué te refieres?
—A esa sensación tan extraña que tuve. Olvídalo. Perdón por besarte tan de repente, solo quise hacer una prueba, pero no lo volveré a hacer.
—No es lo mismo hacerlo en la mejilla, a hacerlo en los labios — carraspeo tras la incomodidad.
—¿Me enseñas?
—¿Qué tipo de pedido atrevido es ese, loca? — la mirada que me dedica, más la forma en que su dedo se deslizó por su labio inferior, me puso nervioso. ¿Acaso realmente quiere que lo haga o está jugando conmigo? Aquel día ella se molestó y salió corriendo. ¿Y si es una prueba y caigo redondito? —. ¿Hablas en serio?
—Sí — responde sin siquiera pensarlo.
Tal vez no solo le sirva esto a ella, sino también a mí por la sensación que tuve ese día.
—Acércate y cierra los ojos.
—¿Así? — viendo sus labios tan de cerca y sus ojos cerrados, me trajo los vivos recuerdos de ese día.
Le he pedido que haga eso, pero estoy muy asustado y nervioso, a pesar de estar consciente de que solo se trata de un simple beso. Trago saliva, mientras observo detenidamente sus labios entreabiertos. Mirándola desde esta perspectiva, se ve muy linda. Acaricio con la yema de mi dedo su labio inferior y hace un gesto bastante tierno. Me acerco, hasta probar sus labios, los cuales me sumergen completamente en su fantástica suavidad y dulzura, comprobando instantáneamente que lo sucedido aquel día, no fue por haber sido mi cuerpo, ya que la sensación es sumamente distinta y embriagante. Sus labios poco a poco se acoplan al mismo ritmo que los míos, acalorando mi cuerpo hasta más no poder y erizando toda mi piel. Nuestro labios se separan por un corto instante, algo que instintivamente hace mi mano posarse por detrás de su cuello y vuelva a unirlos, pero esta vez más intensamente. Nuestras lenguas se encuentran y puedo probar el adictivo néctar de su saliva. No se supone que haya puesto mi cuerpo de lado, pero ahora mismo el yeso o el dolor no me importa. Mi otra mano actúa por su cuenta, atrayendo su cuerpo hacia el mío por su cadera y luego acariciando sus grandes muslos. Se siente distinto tocar su piel con mis propias manos, deleitarme de su deliciosa aroma y devorar sus labios. Poco a poco mi mano iba ascendiendo de sus muslos, adentrándose por debajo de su blusa y agarrando lo que tantas veces toqué, pero que ahora se siente distinto; sus senos. Su cuerpo, al igual que el mío está reaccionado a esto. Puedo notarlo por sus temblores y escucharlo en sus suaves gemidos. Siempre me había sentido asqueado de estar en contacto con alguna mujer, pero con ella no siento eso. Todo lo contrario, estoy deseando tocarla más, oírla gemir por mí y sentirla por dentro. Terminaré por volverme loco si esto continúa, pero no quiero detenerme.