Mientras tanto.
- Oye Augusto ¿vamos a embriagarnos cuando te den de alta? - me pregunta Enrs quien estaba mirando por la ventana de mi habitación, estaba observando a Victoria quien ahora estaba con muletas la acompañaba el señor Dimitri, el señor Dimitri le saluda y Victoria le lanza un insulto a lo que Enrs se ríe por la falta de respeto de su compañera.
- Depende de que mis hijas no se enteren- respondo.
Enrs se me acerca y me da un golpe en la espalda mientras ríe.
- Nadie se va a enterar. No quiero que Maki me regañe nuevamente.
- No queremos- digo sonriendo.
- Pasando a otro tema- la expresión sonriente de mi amigo cambia a una de total seriedad- ¿Qué paso en la academia? Quiero sinceridad.
Le cuento parte de la verdad, el escucha atento cada palabra y luego me pregunta.
- ¿Por qué nadie te recuerda fuera de 3 o 5 personas? Y esas 2 o 3 personas fueron tu hija y sus amigas.
- ¿No entiendo?
- Veras-dice Enrs mientras se acerca a la puerta y la cierra, luego toma asiento- se le pregunto a todos los afectados sobre lo sucedido, y lo único que recuerdan fue que al padre de la hechicera Mackenzie casi lo matan, ¿Cómo era el padre de la hechicera? Ni idea nadie recuerda como es, solo vieron a Mackenzie junto a una de sus sirvientas hacer primeros auxilios al humano. La mayoría piensa que hubo una ruptura en las líneas del éter debido a un sujeto que cobardemente utilizo magia para hacerle daño a la hechicera y compañía, ese acto dio pie a que se descontrolara el éter de la academia e hiciera que los estudiantes se desmayaran. Lo que si recuerdan todos es que la general Velvet mato al sujeto.
- ¿Nadie me recuerda? - pregunto espantado.
- En efecto nadie recuerda cómo te vez y esta no es la primera vez que pasa, una de mis compañeras de trabajo medio te recuerda. De resto es imposible recordar tu rostro u facciones- Enrs arruga la cara se rasca la cabeza y me dice- escucha amigo, tú eres muy sincero conmigo siempre me cuentas todo así que voy a decirte algo.
- De acuerdo.
- La verdad es que el imperio está harto de personas invocadas de otro mundo, ¿sabes por qué?
- No.
- Porque la mayoría son invocados por la iglesia y por consiguiente enemigos de estado, no solo eso- Enrs cambia su habitual mirada a una llena de odio- muchos de ellos creen que pueden hacer lo que quieran solo porque tienen un gran poder mágico o bendiciones que los protegen- Enrs aprieta con fuerza su puño izquierdo mientras dice- perdí a muchos amigos y personas que quería por culpa de los invocados.
- Eso… no lo sabía- le digo a Enrs. El niega con la cabeza y prosigue.
- Claro que no lo sabias, son cosas de las cuales no me gusta hablar- Enrs suspira y me mira directamente a los ojos- escucha la razón por la cual aparecí ese día en tu casa fue para matarte.
- ¡¿Qué?! - abro los ojos de par en par debido a la impresión, Enrs lo dice con tal sinceridad y tranquilidad que es imposible pensar que es mentira. Palidezco con solo pensarlo, Enrs es parte de la elite de combate imperial puedo compararlo con un SEAL o SPETSNAZ, quizá mejor y que me diga así de improvisto que venía a matarme aquel día me deja atónito.
- Si esa es una buena reacción- señala Enrs riendo- claro que conocía a tu esposa, trabaje con ella durante años, claro que sabía que Mackenzie y sus hermanas no estarían en horas de la mañana y claro que sabía que eras invocado, espere ese momento para ir directo a tu casa y matarte, algo sencillo entrada por salida. A tus hijas quizá les dolería sí, pero ¿Qué importaba? De todas formas, se avisaría a la general Velvet para que las adoptara. Pero- Enrs se levanta y abre las cortinas de la habitación le asiente a Victoria y Dimitri, quienes le responden- las ordenes cambiaron a última hora debido al culto, entonces me enviaron a conocer al invocado con la excusa de dejarle una carta a tu hija.
Enrs me sigue contando como si nada mientras observa mis reacciones.
Si estaba impresionado por ello, cualquiera lo estaría. Pero tiene un punto, si unos sujetos de otro mundo vienen continuamente a joder tu país, es claro que la mayoría actuaria con violencia. Que suerte tuve ese día.