Capítulo 33

—¿Mi señor está seguro de usar a esos dos como animales de reproducción?—comentó mi enorme general orco.

—Sí, quiero que los marques y que no dejen de producir unidades—respondí de forma desinteresada.

—Pero mi señor, ambos se romperán en unos cuantos días.

—Ah, por eso no tienes que preocuparte BigO, esta dimensión reparará sus cuerpos y sus mentes cada cierto tiempo.

—¿Puedo saber que hicieron para recibir semejante castigo mi señor?.

—Bueno, digamos que a ellos les gustaba dejar hijos desperdigados por todos lados y también les fascinaba violar y lastimar a las mujeres hermosas.

—Así que, viendo sus aficiones y gustos, ahora serán ellos los que den a luz hijo tras hijo por el resto de la eternidad, es así de simple.

En medio de mi conversación con el líder de mi escuadrón de castigo, Zeus y Poseidón empezaron a gritar, dando así inicio a sus respectivos partos.

—Bien, asegúrate de que siempre ellos dos estén llenos, llévalos a la granja y deja que todos se diviertan cuánto deseen.

—Así se hará mi señor.

BigO (mi líder orco) caminó hacia los dos ex-dioses que ya habían terminado de dar a luz horribles monstruos y los cogió de la cabeza para llevarlos a un edificio similar a una granja.

Al ver que había terminado con esto, decidí salir de Prisión, el lugar donde castigaría a los hombres que me hagan enojar.

Regresé al Olimpo y solo habían pasado unos pocos minutos desde que había desaparecido con Zeus, los olímpicos aún estaban conmocionados y yo tranquilamente me acerque donde estaba Afrodita.

—Estoy de regreso Afrodita.

Afrodita salió de su asombro y giró la cabeza haciendo contacto visual conmigo. Al escuchar mi voz, las demás diosas que estaban allí presentes también se sorprendieron al verme aparecer detrás de ellas.

—Se que tiene muchas preguntas y dudas, así que volvamos a casa y explicaré todo, además hay tres diosas que aún no conozco.

Mire a tres diosas que estaban cerca de Hera, una era algo bajita con grandes pechos y pelo negro. La otra mujer a su lado tambien tenía enormes pechos y vestía una túnica blanca que cubría sus ojos.

Dicha diosa llevaba a sus costados dos orbes que tenían una luz blanca en su interior. Y por último había una diosa al lado de Hera.

Ella tenía el pelo largo de color morado, llevaba un vestido rojo que expulsaba sensualidad.

Así fue como todos regresamos a la sala de la casa de Afrodita, dónde reparé la pared que rompí cuando golpee a Zeus para luego todos sentarnos y empezar a conversar.

Pero antes que me dijeran algo, saqué los papeles que obtuve de Atlantis y se los pase a todas las diosas presentes en la sala.

—Ah, sabía que mis hermanos no eran seres de luz pero esto.....—Hestia tenía una expresión triste y a la vez derrotada al leer todo lo que hicieron sus hermanos en el Olimpo.

—¿Puedo saber dónde está Zeus?—Tetis lanzó una pregunta que hizo que todas giraran a verme, pero no les diré nada ya que no quiero causarles malos pensamientos.

—Créeme que no te gustaría saberlo, sol puedo decirte que está disfrutando de uno de los placeres más grandes que da la vida.

Respondí de forma tajante y al ver mi expresión las diosas ya no hicieron más preguntas, sobre lo que pasó con Zeus ni con su hermano Poseidón.

—Más bien, Tetis, hay alguien a quien quiero que veas—Me levanté del sofá dónde me encontraba y allí mismo, frente a todas, saque a la dormida Anfitrite y la puse encima del sofá.

—¿H-Hermana?—Los ojos de Tetis se abrieron como dos platos al ver a su querida hermana.

—Así es, como te dije, Atlantis dejó de existir pero las mujeres que sufrieron y las inocentes están todas a salvo.

Tetis se acercó al cuerpo de Anfitrite y empezó a acariciar su la mejillas mientras las lágrimas bajaban por su rostro.

—Gracias.....por salvar a mi hermana de ese lugar—Simplemente asentí con la cabeza mientras giraba a ver a las tres diosas que estaban al otro lado de la sala.

—¿Y bien, puedo saber el nombre de vosotras tres?—pregunte de forma tajante a las tres diosas que estaba mirando.

—Vaya, que chico para más directo~, yo soy Eris, hija de Hera y la diosa de la discordia.

—Yo soy Némesis, hija de Nyx y diosa del equilibrio.

—Yo soy Nyx, una diosa Primordial, ¿Puedo saber como alguien de la raza de los demonios Primordiales esta vivo y sobre todo alguien que tiene divinidad?.

—No te puedo responder a eso, pero debo decirte que no soy de la raza que hablas.

—¿Que quieres decir?.

—Quiero decir que sí, soy un demonio pero no como los que conoces, ya que digamos que mi cuerpo es algo especial.

Nyx se me quedó mirando por unos segundos antes de suspirar de forma cansada y girar a ver a Némesis.—No dice mentiras madre y mis orbes no reaccionaron ante él.

—Eres extraño chico, me generas cada vez más preguntas que respuestas.

—A mi me parece atractivo, esa aura de misterio que lo envuelve.....debo decir que conseguiste un hombre bastante interesante hermana~.

Afrodita quien estaba sentada frunció el ceño al escuchar las palabras de Eris y fue aún más cautelosa cuando vió su sonrisa depredadora.—¿Que está maquinado esa cabeza tuya?.

—Nada, ¿Por qué lo preguntas?

—Conozco esa mirada Eris.

—No sé a lo que te refieres hermanita fufu~.

—Bien, dejando los gustos de mi discípula, me quedaré a observarte chico, ¿Puedo saber tu nombre?.

—Bueno, no hay problema con que me observes, mientras no lastimes a los que me importan y para tu segunda pregunta mi nombre es Orión Lucifer, un dios demonio, un demonio diferente a los que conoces.

Las diosas se sorprendieron al escuchar mi apellido, mientras que Nyx entrecerró los ojos con una mirada cautelosa.

—Lucifer eh...el portador de luz y de oscuridad—Con un susurro casi inaudible para todas las diosa excepto para mí, por parte de Nyx, se cerró el telón de la historia de Zeus y Poseidón.

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Al día siguiente desperté con Afrodita estaba a mi lado derecho, durmiendo tranquilamente, mientras yo me preguntaba en qué momento Hera entró a la habitación.

Esto debido a que la diosa del matrimonio y madre de Afrodita, estaba durmiendo con un camisón blanco a mi lado derecho.

—Bueno ahora que Zeus y Poseidón ya no están supongo que es momento de arreglar las relaciones familiares que se rompieron—pensé para mis adentros.

Hera empezó a despertar lentamente, haciendo contacto visual conmigo. Dicha acción género un tierno sonrojo en la hermosa diosa.

—¿Puedo saber cuándo y cómo fue que entraste a la habitación Hera?—comenté de forma burlona sonrojando aún más a Hera.

—Bueno....ayer cuando derrotaste a Zeus tú dijiste que me cuidarías al igual que lo haces con Afrodita—Su voz parecía casi como el zumbido de un mosquito, algo muy tierno si me lo preguntas.

—Soy consciente de lo que dije, pero no tienes que obligarte a dormir conmigo si te incomoda—al escuchar mis palabras Hera negó con la cabeza y puso una tierna sonrisa.

—No me molesta en absoluto. Cuando ví como cuidabas a Afrodita, supe de inmediato que la querías. Sin importar su pasado, la mirabas con una expresión cálida y amorosa.

Hera se quedó mirando por unos segundos a la dormida Afrodita, la cual tenía una sonrisa en su rostro.

Yo creo que ella está escuchando lo que dice Hera.

—Por eso, cuando me dijiste que me darías el mismo trato que a ellas me alegré. Me sentí feliz y...mi corazón no dejo de latir—comentó Hera mientras quitaba la vista de su hija y la posaba en mí.

—Es por eso que no me <> estar así contigo; al contrario, lo encuentro cálido y agradable.

Al escuchar eso rápidamente marque a la diosa del matrimonio como mía. Utilizando mi poder la esclavize al igual que a Afrodita.

Así lentamente Afrodita despertó, burlándose de su madre y de todas las cosas que dijo pero a la vez, feliz de que ella ya no esté bajo la tiranía de Zeus.

Todo transcurría de forma tranquila hasta que una diosa abrió la puerta de la habitación de un solo golpe.

—!Allí estás mi amado!—Anfitrite entró y salto a la cama en la cual nos hablábamos Hera, Afrodita y yo echados.

La ex-esposa de Poseidón cayó encima mío hundiendo mi rostro en sus grandes pechos.

—Gracias por salvarme. Padre tenía razón.....gracias por sacarme de ese lugar. Gracias por aceptar a alguien rota como yo, pero sobre todo, gracias por cumplir tu promesa y repararme.

Anfitrite acercó su rostro al mío y me terminó besando ante la sorpresa de Hera y de Afrodita, quienes eran meras espectadoras de todo este show.

A los pocos segundos de iniciado el beso, Tetis entró a la habitación. Teniendo como imagen el beso que me estaba dando con su hermana.

—!¿Q-Qué creen que están haciendo?!—Tetis se sonrojó como una niña al ver cómo el beso que nos dábamos su hermana y yo se volvía lentamente en uno descuidado.

Al cabo de unos minutos, nos separamos por falta de aire y Anfitrite le respondió a su hermana entre jadeos y con un gran sonrojo.

Pero otra vez en medio de todo esto Leto entró en la habitación.—Espero no molestar su mañana, pero hay alguien quiere verte Orión—Al escuchar lo que ella dijo rápidamente le susurré a Anfitrite que continuaríamos más tarde.

Ella acepto con una sonrisa y se levantó de encima mío, luego les dí un beso a Afrodita y a Hera (sorprendiendo a ambas por lo espontáneo del beso) para proceder a cambiarme y bajar a ver a quien me buscaba.