— ¿Así que un cualquiera? — preguntó Joseph con su voz cambiada. — ¿Entonces por qué se enamoró de él? Una princesa tan hermosa como usted no merece tener que sufrir eso.
— ¿Sufrir? — preguntó Sohee indignada.
— Claro, si no es de la realeza o alguien importante, estoy seguro que no le dará dinero, joyas, un hogar digno, solo sería revocada a su nivel.
— Con todo respeto, MI amado es alguien quien se ganó mi corazón justamente. No lo abandonaría por nadie, ni siquiera por un elfo pretencioso con… — ella lo miró más de cerca, notó la mirada de superioridad de Joseph mientras levantaba su ceja, entonces notó sus orejas. — ¡Por todas las diosas! — exclamó al darse cuenta.
— ¡Ja! ¿De verdad no me reconociste? — exclamó Joseph riendo, Sohee comenzó a golpearlo.
— ¡Tonto, tonto, tonto, tonto, tonto! — exclamó riendo.
— Bueno pues… Lo siento.
— ¿¡Por que no hablaste!?
— Es solo que… me perdí en tu… belleza… — dijo sonrojado, cosa que hizo sonrojar a Sohee. — Mira, no soy bueno con frases románticas…
— Bueno, yo no te reconocí… así que no debes preocuparte por nada. ¿Te pusiste aretes?
— Bueno… me obligaron… — dijo tocando sus tres aretes.
— ¿Por qué tres?
— No se…
— Tres aretes significan que eres de la realeza… Ven, déjame… — dijo quitándole uno de sus aretes. — Listo, ahora eres un guerrero elfo.
— Gracias… — dijo mientras el agujero donde estaba el arete se cerraba.
— Princesa, ya pueden pasar. — dijo un mayordomo saliendo de un cuarto. Sohee y Joseph se pusieron de pie y caminaron hacia el mismo, era un gran comedor con una mesa grande, había una fogata y candelabros de cristal, también pinturas de elfos. Ambos se sentaron en la mesa, justo en frente de Rina y Bartolomé, quienes tenían una silla de diferencia entre ellos.
— Padre, madre. — saludó Sohee de forma seria.
— Reina Rina, Rey Bartolomé. — saludó Joseph de forma seria.
— Hija mía, Joseph Kallen. — saludó Rina algo nerviosa.
— Hija… Mestizo… — dijo Bartolomé con desprecio mirando a Joseph. Los sirvientes trajeron los platillos, todo se veía bien y comenzaron a comer, pero un silencio incómodo recorría el lugar.
— Entonces… ¿Cómo les va todo? — preguntó Rina para iniciar conversación.
— Oh, ya sabe, Majestad. Salvamos el reino y posiblemente al mundo entero. — dijo Joseph comiendo intentando no lanzarle un tenedor a Bartolomé. — Pero supongo que ya lo sabe. — Sohee puso su mano en la pierna de Joseph y le sonrió para calmarlo, cosa que funcionó.
— Entonces… Mestizo, ¿A qué te dedicas? — Bartolomé hizo la pregunta… la legendaria pregunta… Joseph respiró hondo.
— Soy un Guardián.
— No, me refiero a un trabajo real. Porque hasta donde tengo entendido, no les pagan por ser Guardianes.
— Bueno… Yo era un granjero antes de entrar al programa de caballeros, pero luego… fui…
— … Fuiste buscado por la ley en todo el territorio humano. Por todas las diosas… Mi hija con un criminal.
— ¿Ahora es su hija? — preguntó Joseph molesto.
— Siempre lo fue.
— Que raro, porque la última vez que lo vi, la trataba como una moneda de cambio.
— Lo hice porque la amo. La amo con toda mi alma.
— Usted se casó con su Alteza, Rina, porque fue a la primera que vio, no me venga a hablar sobre amor.
— Todas y cada una de mis acciones fueron por el bien de Sohee. Yo si la amo.
— ¡Se nota! ¡Usted lo primero que hizo fue reprenderla tras volver! ¡Y después dejó que Dales intentara abusar de ella! ¿Eso es amor?
— Tú no tienes hijos, no lo entenderías.
— ¡Si tengo una hija!
— ¡Miren nada más! ¡Tiene una hija bastarda!
— Vuelva a decirle a Peek de esa forma otra vez…
— Joseph. — dijo Sohee intentando calmarlo.
— Hija… ¿Por qué? — preguntó Bartolomé. — Te dimos todo, una casa, ropa, los juguetes que querías… ¿Por qué decidiste darle la pluma a este mestizo?
— Porque él me mostró algo que ustedes nunca me enseñaron: el amor. ¡Diecinueve años de estudiar y estudiar! ¡Nunca escuché una felicitación por su parte! ¡Recuerdo perfectamente que yo les mostré un pastelito que horneé y ustedes lo rechazaron porque, y cito "Una princesa no tiene que cocinar"! ¿Sabes lo que eso le hace a una niña cuyo sueño es ser repostera?
— Escuchen, mejor calmémonos… — dijo Rina antes de ser interrumpida.
— ¡Calla! — exclamó Bartolomé a Rina.
— ¡Y esto! — exclamó Sohee. — ¡Todo el tiempo peleando u ocupados! ¡Parecen animales! ¿¡Por qué no pueden tener un día normal!? ¡Yo solo quería tener una familia!
— ¡Aquí hay una familia!
— ¿Una familia la cual nunca le dio a su hija un momento de diversión al punto que se escapaba del palacio solo para estar lejos de ustedes? Vaya familia. — dijo Joseph.
— Mestizo, no me importa que seas un Guardián, porque para mí eres solo un peligro. — dijo de forma despectiva.
— Bart, detente, es un Guardián… — dijo Rina.
— ¡Ya hablamos de esto, mujer! ¡Nuestra hija estará en constante peligro con estar cerca de sus amigos fenómenos! Si no es por el vampiro o por la hija de Curfiel, será por este fenómeno. — dijo señalando a Joseph. — No pienso dejar… a lo único que amo cerca de algo que me la puede arrebatar. — Joseph y Sohee miraron consternados al rey. — No me importa si tienen armaduras… Mi hija estará en peligro y no puedo perderla… no otra vez…
— ¿Otra vez…? — preguntó Sohee confundida. Bartolomé suspiró y vio a Rina quien decidió hablar.
— Hija… — dijo Rina. — hace 32 años, tu padre y yo tuvimos nuestra primera hija… Vinnik… le pusimos así porque significa: La primera hoja. Por ser nuestra primera hija… Nosotros… éramos jóvenes y primerizos y la dejamos hacer sus cosas… sin embargo, un día salió al norte del territorio… yo ya estaba embarazada de ti cuando… unos bandidos aparecieron… y… y… — comenzó a llorar.
— Sohee… — dijo Bartolomé. — tu hermana fue raptada… eran unos bandidos humanos, se la llevaron y tres semanas después, la encontraron… tirada en el río… la torturaron de las peores formas posibles… abusaron de ella y… la mataron… — su mirada lo decía todo, era el dolor de dos padres que no querían perder a su hija. — Tu madre tuvo suerte de no tener complicaciones contigo… y cuando naciste… me juré que nada malo te pasaría… Por eso no dejaba que salieras sola… Es por eso que no te quité tu arco en ningún momento… Sé que esto no justifica mis acciones… y ya no discutiré…
— Joseph… — dijo Sohee en un tono firme. — Déjanos solos. — Joseph la miró, el rostro de Sohee expresaba angustia, pero obedeció, Joseph se levantó y salió del comedor. Se sentó lejos de ahí y se puso a pensar.
— ¿De verdad? — se preguntó Joseph. — No pensé que Sohee tenía una hermana… Veamos… 32 menos 19… Maldita sea… ella tenía 13 años. — miró el techo adornado con luces mágicas. — Si algo le pasara a Peek… nunca me lo perdonaría… Algunos padres dicen que morirían por sus hijos, pero eso es estúpido… yo mataría por mi hija, no importa quien sea, me aseguraría de protegerla con todas mis fuerzas. Jeje… sueno como mi madre, ella me decía que no moriría por mí, porque me dejaría solo y eso le dolería mucho más. Creo que entiendo a Rina y Bartolomé… No digo que esté bien, pero solo digo que lo entiendo… ¿Sohee también? — Sohee respiró hondo y miró a sus padres a los ojos, Rina estaba llorando por el dolor del recuerdo y Bartolomé intentaba mantenerse serio.
— Entonces… — dijo Sohee. — Yo tuve una hermana…
— Es correcto… — dijo Bartolomé.
— Y… Ella salía del palacio con normalidad.
— Efectivamente.
— ¿Por qué nunca me contaron de ella?
— Quisimos olvidar ese evento tan triste… una total desgracia en el territorio y en la raza de los elfos… Decidimos que lo mejor sería cuidarte como si fueras nuestra primera hija y usé mi magia para borrar todo registro de ella… Solo se puede usar una vez y es un hechizo que solo los reyes aprenden.
— Entonces eliminaron la memoria de todos… ¿¡Saben lo horrible que es eso!?
— ¿¡Crees que no lo sabemos!? ¿¡Crees que fue fácil hacer ese hechizo!? ¡Borré a Vinnik de la memoria de todos en el reino! Excepto en nosotros…
— Hija — dijo Rina. —, nosotros no fuimos hechos para ser padres… por eso cometimos muchos errores… pero siempre hubo algo que nunca cambiará. Nosotros te amamos con todo nuestro corazón.
— ¿De verdad? — preguntó Sohee.
— Yo nunca fui un buen padre… — dijo Bartolomé. — Pero no dejaría que alguien lastimara a mi hija, de hecho, cuando me encerraron junto a Dales, le di una paliza… Se suponía que ese día sería el día en que anunciaríamos que se casarían, pero todo se salió de las manos… — Sohee miró a sus padres.
— ¿Qué pasó con los bandidos que mataron a mi hermana?
— Los busqué por años… de hecho, esa era la razón por la que encerraba a cualquier forastero que entrase al territorio…
— Hija… — dijo Rina mientras tomaba un colgante de oro de su cuello, caminó hasta Sohee y abrió dicho colgante mostrando un retrato de una niña elfo parecida a Sohee, pero con cabello más oscuro. — Ella era Vinnik… mi pequeña hoja… — Sohee miró el retrato de su hermana, no pudo evitar llorar al ver la sonrisa inocente de ella.
— ¿Sabes? — dijo Bartolomé. — Nunca supiste por qué te llamabas Sohee, porque no hay significado directo… Vinnik, cuando pasó muy cerca de un campo de arquería, una flecha rozó sus orejas. Ella describió el sonido de la siguiente forma: "Un soooo y después un ¡Ji!" Y te llamamos Sohee en honor a eso y finalmente descubrimos un significado… — Rina guardó su colgante. — La flecha con suerte. — Hija, sé que nunca nos perdonarás… y lo entendemos. Solo queremos que seas feliz… Puedes quedarte con el mestizo, si eso te hace feliz… solo promete que te mantendrás a salvo.
— Madre… padre… — dijo ella con la mirada baja y llorando. — Nunca los perdonaré por lo que hicieron… El obligarme a casarme con Dales y solo entrenarme para que sea una reina… incluso sabotearme para que sea una prodigio… — ella los miró. — Pero yo no quiero ser reina… ¡Quiero a mi familia unida! — dijo corriendo a abrazarlos y comenzar a llorar. Sus padres lloraron con ella. Joseph estaba sentado, pero escuchaba todo, miró en su pulsera una imagen de él con su madre, de su primer día en el entrenamiento, ella sonreía con orgullo y él solo hacía una cara graciosa. Deslizó la pantalla y lo que vio lo enfureció, una imagen de él con Raquel, ella se veía feliz, con una sonrisa de orgullo.
— Maldita… — pensó Joseph furioso. — Maldita y puta mentirosa… Te mataré… Por lo que le hiciste a mi familia… Por lo que causaste… Por engañarme por años… "¡Serás un gran soldado!" "¡Así conseguirás novia muy rápido!" "¡Recuerda que nos casaríamos!" Espero que te pudras en el infierno… No… eso sería muy piadoso… Ya verás… ¡Verás! — la puerta se abrió, Joseph apagó su pulsera y miró a Sohee, ella estaba feliz y corrió hacia Joseph, pero su vestido la hizo resbalar, Joseph fue rápido y la atrapó. — ¿Estás bien? — preguntó.
— ¡Sí! ¡¡¡SÍ!!! — exclamó antes de besarlo en los labios, cosa que lo tomó por sorpresa. — Mis padres nos dejarán tranquilos… Ya te aceptaron. — ambos reyes aparecieron detrás de Sohee y miraron a Joseph.
— Bienvenido a los Miracle, mestizo. — dijo Bartolomé con una sonrisa y ofreciendo su mano.
— Gracias. — dijo Joseph estrechando con fuerza.
— Eres fuerte, mestizo. Por favor, no dejes que nada le pase a mi hija.
— Está en buenas manos. — dijo mientras Sohee abrazaba el brazo de Joseph.
— Y pensar que nosotros fuimos así alguna vez… — dijo Rina a Bartolomé usando sus poderes. — Bart… ¿Alguna vez me amaste de verdad?
— Siempre lo hice… — respondió Bartolomé.
Y así el día pasó, pero Sabrina no apareció. Joseph estaba en su cama y Peek lo miraba desde su cama, ella se acercó a Joseph, se subió a su cama y se acurrucó al lado de él. Joseph la miró con una sonrisa y durmió.