Un infierno... (Parte #3)

Sabrina y Nissa vigilaban a Jacob, él estaba guiando a una alma a un callejón, se pusieron juguetones, entonces, un tipo apareció de la nada, sacó una pistola y le apuntó a ambos. Jacob movió al alma y recibió el disparo en el pecho, pero no le dio en el corazón pues lo tenía en el lugar opuesto.

Sabrina y Nissa ya estaban sobre el tipo, pero él se desvaneció. Ambas bajaron a ver a Jacob quien se estaba quitando la bala del pecho.

— Mira nada más. — dijo Jacob mirando la bala. — Una bala cromada con energía angelical. — él miró al alma. — Gracias por tus servicios, puedes irte.

— ¿Te encuentras bien? — preguntó Sabrina preocupada.

— Viviré. Pero ahora tenemos otra cosa para preocuparnos.

— ¿Esas balas se pueden rastrear? — preguntó Nissa observando la misma.

— Si… pero es complicado… Menos mal que no morí, de haber muerto esta bala se hubiera perdido.

— ¿Por qué? — preguntó Sabrina.

— Las balas angelicales fueron hechas para matar demonios y cuando cumplen ese propósito, la bala junto al cadáver se hacen polvo.

— ¿Entonces como rastreamos esa bala?

— No estoy seguro…

— Creo conocer al indicado. — dijo Nissa.

Los tres estaban en un bar, caminaron hasta ver a un demonio unicornio sentado en una mesa con dos súcubos. Se le acercaron y al ver a Nissa, él les dijo a las súcubos que se fueran.

— Nissa, querida. — dijo el unicornio. — ¿Qué te trae por aquí?.

— Phil, ha pasado tiempo. — dijo Nissa sentándose en la silla. — Y necesito tu ayuda. — Phil miró a Jacob y a Sabrina.

— Bueno, para que la princesa del inframundo de Gaia y el mismísimo Bégimo de la ira estén aquí, supongo que es importante. ¿Es sobre los desaparecidos?

— Asesinados. — dijo Jacob. Él le tiró la bala a Phil. — Con esto.

— Oh, que buen ejemplar… Una bala de 9mm cromada en metal celestial… Sí, son fáciles de conseguir si buscas en el lugar adecuado. ¿Saben quien es el que disparó el arma?

— Alto, cabello rojo con piel azul, ojos grises y dos cuernos en su cabeza. — dijo Sabrina.

— ¿Se tele transporta?

— Si.

— Oh… KillerWhale… — dijo molesto. — Ese chico es un problema, es un asesino a sangre fría y no sabe controlarse, lo peor que pudo pasar es que obtuviese esa arma…

— ¿Sabes donde podemos encontrarlo? — preguntó Nissa.

— Si, él tiene un escondite a varios kilómetros de aquí, ahí convive con muchos de su clase. Si van, les sugiero que tengan cuidado.

Los tres se dirigieron al este, ahí vieron una pequeña caseta, ellos se prepararon, Jacob materializó una escopeta, Nissa su pistola y Sabrina su hacha. Rompieron la puerta y bajaron por una escotilla. Continuaron hasta llegar a una habitación donde habían decenas de almas con armas. Comenzaron a disparar y los tres devolvieron el fuego.

Continuaron hasta que mataron a cinco almas, las demás se escondieron en las habitaciones de a los lados. Jacob les ordenó salir a las chicas mientras se cortaba la mano con su cuerno. Sin pensarlo otra vez ellas se fueron, se alejaron lo más que pudieron cuando escucharon un retumbar, voltearon y vieron la tierra elevarse seguida por una inmensa llamarada. El humo y el polvo no dejaban ver nada, entonces una inmensa cola de lagarto salió de entre el humo seguido por un imponente grito.

Jacob salió de entre el humo, ellas fueron a socorrerlo. Pasó el tiempo y fueron con Astrid, ella los miraba con alegría.

— Felicidades, han logrado acabar con esa extraña organización. Sin embargo, no era lo que me esperaba… Lamento haber hecho que vinieras, Jacob. — dijo Astrid mientras Jacob, con quemaduras graves en su cuerpo, la miraba.

— Está bien, necesitaba un tiempo fuera.

— Sí, estos últimos días fueron locos. — dijo Nissa.

— Sí… De hecho, ya me quiero ir. — dijo Sabrina.

— Bueno, que así sea.

Sabrina atravesó la frontera y fue de regreso a su hogar. Voló por días hasta ver el bosque de los lamentos, entonces notó algo, una figura, fue a investigar. Aterrizó y caminó con su hacha en mano, buscó y buscó hasta que vio a lo lejos a un demonio sentado en la base de un árbol. Ella se acercó y lo vio con claridad, piel rojiza, cabello rubio, ojos verdes, orejas largas y puntiagudas, cola larga, vestía un abrigo viejo y roto, pantalones desgastados y botas.

— Oh, hola. — dijo el demonio. — No te había visto… ¿Qué te trae por aquí?

— Eso te debería preguntar. — dijo Sabrina guardando su hacha. — ¿Quién eres?

— No estoy seguro… Solo recuerdo mi nombre: A.J.

— ¿A.J? Bueno, yo soy Sabrina.

— Mucho gusto…

— Si… bueno… me tengo que ir… — dijo comenzando a caminar.

— ¿Alguna vez has sentido arrepentimientos? — preguntó A.J. Sabrina lo miró confundida. — ¿Ese sentimiento que no te deja y que cada vez crece más y mas hasta el punto de… — miró el tronco del árbol en el que estaba sentado. — ya es imposible cortarlo de raíz?

— Bueno… sí… muchas veces…

— Ya veo… ¿Me cuentas tus arrepentimientos? ¿Algo que te está siguiendo? — Sabrina se acercó a A.J, ella lo miró y se sentó frente a él. — Una súcubo… Huh…

— Sí, no te hagas ideas.

— Tranquila, las súcubos que no quieren acabar con mi energía son simpáticas… Puedes empezar.

"Desde pequeña… fui menospreciada… tenía pocas amigas, y las que tenía no me veían como una de las suyas. Cuando una súcubo cumple diez años tiene que aprender a cambiar de forma y a entrar en los sueños de los mortales, pero yo no lo aprendí… luego, a los quince ya debes ir a tomar tu primer alma, yo no lo hice, porque nunca me gustaron esas cosas… Hay una urgencia en mí que me pide que lo haga, pero solo es mi naturaleza… Si tan solo hubiera sido normal…

Mi madre me cuidaba mucho de pequeña, cuando alguien me molestaba sería la última persona que moleste en su vida… Pero se volvió molesto. Ella me traía almas para que me alimentara de ellas… pero luego comenzó a insistirme en actuar como alguien de mi raza, incluso hizo que me violaran… pero se arrepintió de eso y mató al tipo. Luego me hizo parte de su ejército, pero ya nada era igual… era raro que me dijera "hija", y no pare de preguntarme… ¿Si hubiera sido la hija que ella quería… hubiera sido mejor?

Ella me dejó a cargo de cuidar a mis amigos… pero en esas semanas no fui de utilidad… ellos son héroes reconocidos, pero yo soy solo un personaje de relleno… Si tan solo hubiera sido más útil… quizás no estaría aquí…"

— Oh vaya… — dijo A.J fumando un cigarro. — Es dura tu vida… ¿Quinientos años?

— Sí. Hija de Amelia Curfiel…

— Si… ya lo sabía. — él se tragó la colilla del cigarro y sacó otro. — También tengo ese tipo de arrepentimientos… por eso estoy aquí… escuchando a los árboles… intentando saber lo que dicen… — prendió el cigarro. — Es algo majestuoso… saber que algo como esto existe aquí abajo…

— ¿Tú… naciste aquí? — A.J le ofreció un cigarro a Sabrina quien lo aceptó, ella chasqueó sus dedos y una pequeña flama se prendió y encendió el cigarro.

— No, de hecho… soy solo un alma…

— Bueno… Me cuesta creerlo, es imposible que un alma tenga esas características. — Sabrina comenzó a fumar, pero entonces tosió sacando el humo. — Maldición… hace mucho que no hago esto…

— Bueno… me ayuda a calmarme… lo he hecho desde que llegué aquí… — ambos fumaron un poco en silencio por unos segundos.

— Yo ya te conté de mis arrepentimientos, ahora dime los tuyos, es justo.

— Tienes razón, niña.

"Hace mucho… solía ser un elfo. No tenía familia, ni amigos… no tenía nada, y tras la Gran Guerra, todo seguía siendo un caos. Los Guardianes murieron y las razas se odiaron… Sin embargo, me quedé a vivir en el territorio elfo, ahí conocí a mi esposa y tuvimos un hijo… Pero cuando mi hijo cumplió los treinta años y se fue, fue cuando mi cuerpo comenzó a cambiar, me salieron cuernos… y esta cola… Todos en mi aldea estaban devastados al saber que era un demonio, luego los guardias se enteraron y comenzaron una búsqueda por mí.

Quise huir con mi esposa, pero ella era muy religiosa, siempre vio a las diosas como seres benevolentes y sagrados mientras que a los demonios como seres malévolos y repugnantes. Ella estaba tan devastada que se quitó la vida con un cuchillo en su cuello. Escapé por años, viviendo de la basura y escapando tanto como pudiera… Tras diez años… fui capturado… torturado… mutilado… castrado… quemado… humillado… Luego morí… y me veo aquí abajo… en el inframundo… lo perdí todo… Uno es bueno toda su vida, pero por lo que eres ya estás destinado a ser alguien malo… Si tan solo nunca hubiera nacido… Si tan solo nunca hubiera sobrevivido…"

— Wow… — dijo Sabrina tras escupir el humo. — Eso es duro… ¿Entonces eres un elfo mitad demonio? ¿Por eso tus orejas?

— Si… Y lo peor es que mi madre me tiró como basura… ¿Qué fue lo que hice mal? ¿Acaso mi nacimiento fue un error?

— Oye… Nada es un error, mucho menos tu nacimiento…

— ¿Cómo estás tan segura? Soy solo un maldito error… — comenzó a toser violentamente mientras humo salía de su boca.

— ¿¡Estás bien!? — preguntó preocupada.

— No lo sé… Es la primera vez que me pasa esto…

— Oye… tranquilo.

— Gracias, Sabrina Curfiel.

— Bueno… me tengo que ir… Espera… — ella hizo una "X" en el suelo. — ¿Qué te parece si nos vemos aquí de ahora en adelante?

— Me gustaría mucho.

— Bueno, adiós. — Sabrina alzó el vuelo y se fue.

— Sabrina Curfiel… ¿Quién diría que mi hermanita no resultó ser tan mala?