Sohee despertó, se estiró y comenzó a cambiarse, salió y fue hacia el cuarto de Joseph y Peek, abrió la puerta y vio lo usual, Joseph totalmente arropado y Peek durmiendo a su lado, Sohee se acercó a Joseph y quitó la sábana de un solo. Entonces ella soltó un grito.
Joseph abrió sus ojos del grito, estaba medio dormido, pero vio a Sohee quien se veía muy confundida y algo molesta, él bostezó y le sonrió, entonces recibió una cachetada.
— ¿¡Eh!? ¿¡Que demonios!? ¿¡Ahora que hice!? — preguntó Joseph muy confundido.
— ¿¡Quién eres¡? ¿¡Que haces en la cama de Joseph, mi novio!?
— ¿Qué? Sohee, soy yo, Joseph… — entonces se despertó del todo, él escuchaba una voz de una mujer salir de su boca. — ¿Hola? ¿Qué rayos? — Joseph miró hacia abajo, notó que su pecho había crecido… tocó su rostro, lo sintió diferente, se apresuró a tomar su espada y se vio en el reflejo… Era una chica. — ¿¡¿¡QUE!?!? — Alister entró a la habitación.
— ¿Qué sucede? Escuché gritos y… — notó a Joseph. — ¿Kha…?
— ¡Alister! ¿¡Que demonios me pasó!? — exclamó Joseph.
— ¿Quién eres?
— ¡Soy yo, Joseph! — exclamó caminando hacia él y luego lo tomó de los hombros.
— Joseph… — dijo mirando a la chica quien era más alta que él, cabello oscuro corto, la misma longitud que el de Joseph, orejas cortas, pero puntiagudas, ojos oscuros y… como es Alister, él notó los pechos Joseph. — Encontré sentimientos en mí que no me gustan…
— ¿¡Y tú crees que eres el único!? — preguntó Sohee.
— ¡A ver! ¡Yo soy el que cambió de género de la noche a la mañana! ¿¡Que rayos!? — exclamó Joseph.
— Joseph, suéltame, por favor. Tengo sangre Dagger y me estoy conteniendo de hacerte lo mismo que le hicieron a Abigail, suéltame y te recomiendo no tocarme. — afirmó Alister.
— Oh… claro… — dijo alejándose asustado. Alister dio media vuelta y salió. Joseph y Sohee se miraron. — ¿Sohee?
— Joseph… — ella respiró de forma reflexiva. — Eres una chica ahora… ¿Por qué?
— ¿¡Y crees que lo se!? — Peek se despertó y miró a Joseph, ella bajó de la cama y jaló su camiseta para llamar su atención.
— Papá… — dijo Peek adormilada.
— ¿Peek? ¿Sucede algo? Espera… ¿Aún sabe que soy su padre?
— Papá… hambre… — los ojos de Joseph se iluminaron.
— ¡Puedes decir más palabras! — exclamó levantándola. — ¡Claro, te daré comida! ¡Ahora déjame cambiarme para ir a comer! — Joseph se quitó la camiseta, olvidando que era mujer… Volvió a mirar hacia abajo. — Encontré sentimientos en mí…
— Joseph… ¿Cómo es que…? Espera… ¿¡Te cambiabas en frente de Peek todo este tiempo!? — dijo Sohee.
— Bueno… solo la camisa… Ahora que tengo esto… — dijo sosteniendo sus pechos en total confusión. — Supongo que… ¿Es inapropiado que yo, ahora que soy una chica, me cambie en frente de mi hija la camisa?
— En teoría no… pero tienes otro problema.
— ¿Cuál?
— No te queda tu ropa normal… o por lo menos tus camisas y túnicas serán muy cortas. — Joseph miró su armario.
— Rayos… Y tu ropa, incluso si fueras de mi tamaño, no me quedaría.
— ¿Eh? ¿Te quedaría muy grande?
— No, dejaría mi abdomen al descubierto.
— ¿¡Eh!? ¿¡Que significa eso!? ¿¡Tengo un torso muy pequeño!?
— En parte… pero también comparando lo que traigo… sí… — Joseph notó la cara de Sohee, estaba molesta. — ¡P-Pero eso no significa que no te ame tal y como eres! ¡Sigues siendo guapa! Y… me gustan así como tú… En especial tú… — Joseph intentó besar a Sohee, pero ella se apartó.
— Lo siento… pero esto es incómodo… solo, ponte una camiseta… o algo. — Joseph salió usando una camiseta que apenas le cubría del todo, sus pantalones beige y botas, Peek estaba trepada en su espalda.
— Okey… ¿Cómo se supone que explique esto?
— Creo que mientras menos te lo preguntes, menos incómodo será… Al menos Peek no te dice "mamá".
— Al menos es algo… ¿Tú que dices, Peek? — ella solo sonrió. Llegaron al comedor donde estaba Alister sentado y comiendo, las sirvientas y mayordomos estaban confundidos al ver a Joseph, pero no preguntaron. Sohee, Joseph y Peek se sentaron.
— ¿Y bien? — preguntó Alister. — ¿Cómo vas a hacer, Joseph…? ¿Josefina? ¡Ja! ¡Josefina!
— ¡Tú te callas! — exclamó Joseph. — Sigo siendo Joseph, Guardián y dios supremo, el que ahora sea una chica no significa nada. ¿Entiendes?
— Sip, eres Joseph. Como sea, ¿Cómo va a ser su relación, chicos? — preguntó mirando a Sohee y a Joseph. — Ahora que Joseph es Josefina…
— ¡Te callas!
— …¿Van a seguir siendo novios? ¿Novias? ¡Uy, eso sería interesante!
— La sangre Dagger se le subió a la cabeza… — dijo Sohee.
— No… se le bajó a la cabeza… — corrigió Joseph. — Pero tiene razón… ¿Sohee? ¿Qué va a pasar con nosotros?
— Bueno… no estoy segura… Digo, no sabemos si esta forma tuya será permanente.
— Tienes razón… quizás vuelva a ser hombre. Pero…
— ¿…Ahora? Tranquilo, aún te amo. Haré un esfuerzo por probar este nuevo tú. — Alister se veía imaginando cosas… todo tipo de cosas…
— Al, basta, puedo sentirte desnudarme con tu mirada. Nunca pensé usar esas palabras en mi vida… — dijo Joseph.
— Lo siento, amigo… Pero es que tengo que decirlo… ¡Eres la más hermosa del grupo! ¡Antes pensaba que lo era Sabrina, pero me retracto! No homo, por cierto.
— Eso fue lo más homo que has dicho.
— Te aguantas.
— Escuchen, estoy segura… ¡Seguro! Seguro, que esto debe ser algún hechizo o algo parecido, así que mejor iré con las diosas a preguntar sobre esto.
— ¿Seguro? Recuerda que no has visitado a las diosas desde lo de Peek. — dijo Sohee.
— Tienes razón, pero no perderé nada con intentarlo… — Joseph fue a su cuarto y tomó su espada antes de irse. Sohee y Alister se miraron, Alister estaba totalmente calmado, como si todo fuera normal.
— ¿Alister? ¿A dónde se fue tu hambre insaciable por Josh?
— Solo me pasa eso cuando veo a alguna chica extremadamente hermosa. No me había pasado desde… Karina… — dijo asqueado.
— Espera… ¿¡He estado viviendo contigo durante todo este tiempo!? ¡Eres descendiente de violadores y pervertidos!
— Tranquila, nunca pensaría esas cosas sobre ti. No me gustan las de poca "personalidad". — Sohee se molestó un poco sobre esa última declaración.
Joseph apareció en la casa de Merfar, miró a su alrededor, todo seguía normal. Él buscó a Merfar, pero no la encontró. Se fue a la casa de Soria, pero tampoco estaba. Fue a la galería de Mona, mismo resultado. Entonces se fue a la sala de reuniones, no había nadie. Regresó a casa de Merfar y se sentó en un mueble a pensar, entonces vio a su izquierda, una puerta. Él se fue hasta ella y abrió.
El exterior del Reino de las Diosas, era una gran ciudadela. Ángeles, almas y carruajes pasaban por ahí, pero cuando le vieron se arrodillaron. Joseph se vio confundido, volteó y vio la enorme mansión que era la casa de Merfar, entonces notó a lo lejos un castillo enorme y caminó hacia allí.
Tras unos minutos, finalmente llegó, dos ángeles le abrieron las enormes puertas con una reverencia y Joseph entró, se encontró con un enorme comedor, cientos de ángeles llevaban platos con comida y se iban a sentar en enormes mesas, entonces notó que en el fondo había una mesa dorada con un mantel rojo, ahí estaban las diosas comiendo y charlando.
Joseph bajó unas escaleras al comedor y aprovechó a tomar unas cosas antes de ir con las diosas. Una vez frente a ellas puso su bandeja con comida en la mesa con calma, ellas lo vieron.
— Hola, chicas. — dijo Joseph sentándose. — Como pueden ver, no estoy en mis mejores días.
— ¿Joseph? — preguntó Merfar confundida. — ¿Eres tú?
— ¿Mi marca en la frente no les dice nada? — preguntó señalando su estrella roja. Todas estaban confundidas, pero Maya parecía que estaba por reír a carcajadas. — En fin… ¿No saben por qué me pasó esto…? ¿O si es permanente?
— No tenemos idea. — dijo Leptice. — Aunque… puede que sea algún tipo de maldición.
— Sí, puede ser…
— Pero… Si se me permite decirlo, te ves muy guapa así. — dijo Merfar.
— ¿T-Tú crees? — preguntó de forma muy afeminada. — D-Digo… Gracias. Pero esto de ser una chica es algo raro…
— Lamentamos no poder hacer nada. — dijo Mona. — ¡Pero te nos puedes unir a comer un poco!
— Les agradecería… Pero… Debo volver a mi casa… Le llevaré esto a Peek. — él se puso de pie y dio media vuelta, entonces Maya comenzó a reírse silenciosamente. Ella estaba a punto de gritar algo cuando Joseph volteó nuevamente y las miró. — Escuchen… yo… lo lamento… Sé que he sido de lo peor… Y que mis acciones son imposibles de justificar en esta situación… ustedes son más diosas de lo que yo jamás seré y debí haber respetado sus decisiones… Incluso la de sacrificar a Peek… — Joseph se acercó a Soria, se arrodilló y puso su cabeza en el suelo. — Te ruego que perdones mi estupidez… Estaba molesto… pero me han devuelto a mi hija… Gracias. — Maya ya se sentía mal. — Akala… Sé que nunca podré reemplazar a Koda… y que nunca seré de su familia, pero quiero que sepas… que te respeto. — dijo mirándola. Él se puso de pie y las miró a todas. — Bueno… ahora que todo esto se habló… tengo que hacer esto… — tomó su espada. — Koda hizo esto una vez… — él se cortó la palma de su mano y sangre comenzó a brotar, él puso los dedos de su otra mano en la sangre y tocó su frente. — Aquí hago un sello: No dañaré física o emocionalmente a las diosas y seré un mejor dios… o en este caso, una diosa. — la sangre desapareció. — Bueno… Gracias por su comprensión…
Joseph desapareció, Maya se tapó la boca y Mona la miró. Él apareció en su cuarto y se sentó a aceptar su nueva vida.