Te molesta ?

****ESCENA NO APTA PARA MENORES***

"**MATERIAL REVELADOR**"

mientras la contempla en el espejo continua besándole la piel.- ese reflejo en el espejo ¡me encanta! –dice mordiéndole el lóbulo, mientras le quita el brasier, y sigue acariciando la piel de ella mientras contempla el reflejo de ambos con una mirada voraz; ella lo observa por el espejo y acaricia sus manos, nuca y cabello de él, sin perder la atención del espejo; él lleva su mano a la entrepierna de Ish, con roces delicados y cuidadosos; ella se curva recostándose sobre de él, emitiendo unos suaves gemidos, que aceleran la respiración y latidos de ambos.

Ella se da vuelta y enreda sus manos alrededor del cuello de él, se dejan llevar por la sensación del calor de sus cuerpos, las manos de él recorriéndole su espalda, cintura, cadera, pompas, desnudándola lento, él posa besos haciendo un camino de su cuello a la oreja, para luego besarse íntimamente. Ella hace un camino con sus caricias sobre la espalda y sobre el pecho de él, atrayéndolo más hacia ella; juntándose sus entre piernas, haciendo que con las caricias y movimientos, estas partes rocen y choquen en un excitante juego. Caminan hacia la cama, tumbándose en esta; ella lo monta hábilmente. En esta posición lo besa profundo, siendo ayudada por él, que la sostiene de la cadera, permitiéndole comodidad, la ayuda a sentarse y acomodarse a horcajadas sobre él, entrando poco a poco en ella, con lentitud agonizante pero placentera. Entrelazan sus manos, y en un juego de vaivén, besos y caricias, danzan sus cuerpos sudorosos, emitiendo entre gemidos sus nombres ahogados y algunas ordenes; un par de nalgadas que provocan una queja mayor y un choque de placer, en todo el cuerpo de ella.

Terminar agotados, en una pelea de cuerpo a cuerpo, es su más fascinante y reciente hobby. Abrazados en la cama, besándose muy íntimamente. Se quedan ahí así durante un rato, observándose, entre caricias y besos.

Sandro –Este es un mejor panorama, y el de hace unos momentos… –Se muerde los labios y cierra los ojos, como rememorando el instante y la satisfacción. – ¡Únicos! Me encantan

Ishtar, sonríe y lo besa, mordiéndole el labio– Esperó que siempre te gusten

Sandro con una mano toma el rostro de ella, acariciando con el pulgar sus labios – Con estos besos de tus carnosos y rojos labios –le da otro beso. – ¿Porque no habría de ser así? –abre los ojos con el ceño fruncido. –

Ishtar, se encoje de hombros– todo cambia

Sandro manteniéndola cerca en un abrazo, con preocupación le pregunta – ¿Te molesta tanto que nuestra relación sea secreta? –acariciando su cabello. –

Ishtar –No me molesta. A veces me hace sentir mal. –Haciendo círculos con su índice en el pecho de él. –

Sandro – ¿Por qué me pediste que fuera así, entonces? O ¿Por qué no lo dijiste antes?

Ish –Sabes porque lo hice, el juicio, tus pequeños, y no estaba muy segura de que esto fuera real ni que funcionara… –Hace una mueca triste. –

Sandro –creo que ya no hay pretextos; podemos hacer algo con eso –la besa dulcemente. – ¿Si? –ella asienta con la cabeza y lo mira con la expresión más dulce e inocente. Abrazados íntimamente, con las respiraciones tranquilas

Ishtar – me gustan estas reconciliaciones –ríe. –

Sandro – no peleamos –le dice con un gesto torcido, acariciando su rostro con el dorso de la mano. – pero podemos reconciliarnos seguido

La besa, bajando su mano hasta la entrepierna, jugueteando sus dedos en la entrada de ella, provoca que se retuerza y agite nuevamente en sus brazos y manos.

Gime en el oído de Sandro, pidiéndole más y estremeciéndose ante los besos y mordidillas que deja en el camino hacia sus pequeños y rosados senos. Ella lo despeina y araña la espalda, se sujeta de él con fuerza y necesidad; lo besa, lo muerde, lo arrastra con ella en su vaivén, mientras él baja dejando a su paso hileras de besos, ella se arquea de placer, gritando entre gemidos su nombre.

Sandro – este espectáculo es el que más gozo; ¡grita más fuerte! –La besa y acelera la danza de sus dedos, hasta hacerla escurrir.

Ella obedece y grita – mas, por favor, ¡ya! ¡Mas!

Arqueada hacia él, le suplica y exige termine; él la nalguea y ella se excita más, gimiendo en respuesta. Se monta sobre ella, para satisfacer el deseo de su mujer; tomando una pierna sobre su hombro, entra profundo en ella, él emite un gran gemido de placer; su vaivén se vuelve más rápido y profundo hasta que ambos logran llegar al clímax. Tumbados en la cama, cansados y sudados; felices y abrazados llenos de amor.

Sandro pregunta aun con la respiración agitada – ¿un baño?

Ishtar –vamos