Capítulo 12: ¡Vete, perra!

´´Aviso de enfermedad´´. Micaela contuvo las lágrimas y continuó leerlo. Luego miró a Carlos y gritó:

—¡No es verdad!

Micaela se secó las lágrimas, se levantó y estaba a punto de marcharse cuando fue detenida por él, que dijo con un toque de burla:

—Esta puede ser la última vez que lo veas.

El corazón de Micaela latía con fuerza, y no podía pensar por qué Carlos era tan cruel.

Cuando llegó al hospital, estaba tan débil y dolorida que se cayó al suelo, con la rodilla todavía sangrando por la piel que se había roto. Corrió hacia la recepción:

—Disculpe, ¿en qué sala se encuentra Tomás Noboa?

Llevaba el aviso de enfermedad en la mano, pero cuando llegó a la puerta de la sala, lo que le esperaba era el interminable color blanco y el hombre en la cama con los ojos bien cerrados con una botella de oxígeno.

Micaela se acercó a él y no pudo contener las lágrimas:

—Papá...

Antes de que pudiera acercarse lo suficiente para cogerle la mano, una voz aguda le gritó: