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Al solapamiente conservación de todo el legado artístico producido por la humanidad a lo largo de su lmente a la conservación de los principales monumentos del planeta.1
Prehistora ser esquemática, reducida a trazos básicos (el hombre en forma de cruz, la mujer en forma triangu monumentos funerarios en piedra, destacando el dolmen y el menhir, o el cromlech inglés, como en el magnífico conjunto de Stonehenge. En España se formó la cultura a Egipto s cabe mencionar la famosa estela de Hammurabi. De la escultura asiria d forma de hipogeo, como en Abu Simbel y Deir el-Bahari.
La escultura ultraterrena. También destacan los ush
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a manera, desde la distinción medieval entre artes liberales y artes vulgares (o «mec
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La escultura ultraterrena. También destacan los ushebti, pequeñas figurillas de tierra cocida o madera, de m conocemos hoy en día: el libro.13 Una de sus mejores ma pueden recordar el Coliseo, el Panteón de Agripa, el Teatro de Mérida, la Maison Carrée de Nîmes, las Termas de Caracalla, el Acueducto de Segovia, el Arco de Constantino, la Torre de d
Gran Mezquita de Córdoba
Con la Hégira de Mahoma en 622 surgió una nueva religión, el islamismo, que tuvo una rápida difusión desde el Próximo Oriente por el norte de África, llegando a Europa con la conquista de la península ibérica y con la zona de los Balcanes tras la caída del Imperio bizantino. Con el tiempo, la nueva religión aglutinó a una gran diversidad de pueblos y culturas, siendo su arte el reflejo de esta disparidad, teniendo numerosas manifestaciones y variantes estilísticas según la región donde se produjese. La mayor parte de las manifestaciones del arte islámico son obras de arqe d
Gran Mezquita de Córdoba
Con la Hégira de Mahoma en 622 surgió una nueva religión, el islamismo, que tuvo una rápida difusión desde el Próximo Oriente por el norte de África, llegando a Europa con la conquista de la península ibérica y con la zona de los Balcanes tras la caída del Imperio bizantino. Con el tiempo, la nueva religión aglutinó a una gran diversidad de pueblos y culturas, siendo su arte el reflejo de esta disparidad, teniendo numerosas manifestaciones y variantes estilísticas según la región donde se produjese. La mayor parte de las manifestaciones del arte islámico son obras de arqe d
Gran Mezquita de Córdoba
Con la Hégira de Mahoma en 622 surgió una nueva religión, el islamismo, que tuvo una rápida difusión desde el Próximo Oriente por el norte de África, llegando a Europa con la conquista de la península ibérica y con la zona de los Balcanes tras la caída del Imperio bizantino. Con el tiempo, la nueva religión aglutinó a una gran diversidad de pueblos y culturas, siendo su arte el reflejo de esta disparidad, teniendo numerosas manifestaciones y variantes estilísticas según la región donde se produjese. La mayor parte de las manifestaciones del arte islámico son obras de arq
Gran Mezquita de Córdoba
Con la Hégira de Mahoma en 622 surgió una nueva religión, el islamismo, que tuvo una rápida difusión desde el Próximo Oriente por el norte de África, llegando a Europa con la conquista de la península ibérica y con la zona de los Balcanes tras la caída del Imperio bizantino. Con el tiempo, la nueva religión aglutinó a una gran diversidad de pueblos y culturas, siendo su arte el reflejo de esta disparidad, teniendo numerosas manifestaciones y variantes estilísticas según la región donde se produjese. La mayor parte de las manifestaciones del arte islámico son obras de arquitectura —en las que se incluyen magníficas ornamentaciones esculturales o de otro tipo—. En cuanto a pintura y escultura, la prohibición religiosa de representar imágenes figurativas conllevó que se desarrollase sobre todo como ornamentación, en motivos abstractos o geométricos; las escasas muestras de obras figurativas se dieron habitualmente en ámbitos privados como los palaciegos.
La arquitectura destacó por el uso del arco apuntado —que en al-Ándalus fue de herradura por herencia del arte visigodo—, usado a veces en superposiciones y entrecruzamientos, surgiendo más adelante el arco lobulado, generalmente de tres o cinco lóbulos. Se utilizaban diversos tipos de bóveda, como la de gallones y la de crucería. Se otorgó gran relevancia a la decoración ornamental, generalmente de yesería, alabastro, mármol, mosaico o pintura, que era de signo abstracto, con motivos epigráficos, vegetales o de lacería. La principal tipología es la mezquita, compuesta habitualmente por un amplio patio (sahn), la torre o alminar y la sala de oración (haram), en cuyo fondo (quibla) se sitúa una hornacina llamada mihrab, precedida en ocasiones de un espacio con arquerías (macsura). Destacan las mezquitas de Damasco, la de la Roca y al-Aqsa de Jerusalén, la de Samarra, la de Ibn Tulun en Egipto, la de Isfahán, la de Tamerlán en Samarcanda, la Mezquita Azul de Estambul, etc.
En al-Andalus el arte islámico tuvo su momento de esplendor en el emirato de Córdoba: la arquitectura cordobesa era heredera de las formas hispanorromanas y visigodas, como demuestra el uso del arco de herradura, que es enmarcado en alfiz y al que se añade una característica alternancia de sus dovelas en color rojo y blanco. Su principal monumento es la Mezquita de Córdoba, compuesta de once naves perpendiculares a la quibla, con una serie de arcadas superpuestas, de medio punto en la parte superior y de herradura en la inferior, con la tradicional alternancia blanco-rojo. También cabe destacar la Mezquita de Bab al-Mardum en Toledo y el Palacio de Medina Azahara. Otras importantes manifestaciones del arte islámico en la península fueron las producidas en Sevilla durante la dominación almohade, destacando la Giralda y la Torre del Oro; y el arte nazarí en Granada, que tiene su principal expresión en la Alhambra.48
El Corán fue la primera obra importante y la más influyente de la literatura árabe
La literatura árabe arrancó con una obra de gran trascendencia, el Corán, libro sagrado del islam escrito por Mahoma y fijado en su texto definitivo por el califa Uthman Ibn Affan en 650. Consta de 114 capítulos (sura), en versículos rimados, con dos principales grupos de predicaciones: las escritas por Mahoma en La Meca, breves y de tono poético, de una religiosidad más fervorosa; y las escritas en Medina, más largas y discursivas, exponiendo los principales preceptos de la nueva religión. El Corán fue la base gramatical y estilística de la literatura árabe, que se desarrolló sobre todo en la poesía (Abu Nuwas, al-Mutanabbi, Ibn Quzman); y la prosa, ya sea filosófica (al-Kindi, Avicena, Avempace, Ibn Tufail, Averroes), histórica (Ibn Jaldún), narrativa (Ibn al-Muqaffa, al-Jahiz), o fantástica (al-Hamadani, al-Hariri). Cabe destacar la recopilación de cuentos titulada Las mil y una noches, obra anónima redactada entre los siglos ix y xv en diversos estilos, y que es un impresionante ejercicio de ingenio y fantasía.49
La música árabe tiene su origen en antiguos cantos (huda') efectuados por los beduinos en sus viajes en caravana, con seis pies métricos (rajaz) derivados —según la leyenda— de los pasos del camello. El canto tenía una especial relevancia, con dos partes: estribillo (tarji') y antífona (jawab). La música sacra no se desarrolló tanto como la cristiana: en origen, la llamada a la oración (adhdan) era cantada; el Corán tiene una prosa rimada cuya asonancia se presta a la modulación. La música profana fue prohibida por los califas ortodoxos, pero potenciada posteriormente por los Omeyas, predominando el canto solista con laúd. Ibn Misjaḥ fue el primer teórico musical árabe, y es considerado el padre de la música clásica árabe. Creó un sistema melódico ornado (zawa'id), similar a la fioritura occidental. A partir del siglo x cobró importancia la música instrumental —con una modalidad principal, la nauba, especie de suite vocal—, y comenzó el estudio teórico de la música (al-musiqi), destacando diversos eruditos como Avicena, al-Kindi y al-Farabi. Entre los instrumentos árabes destacan el laúd ('ud), la lira (mi'zaf), el arpa (jank), la flauta (gussaba), el oboe (mizmar), el pífano (shahin), el tambor (tabl), la pandereta (duff) y los palillos (gadib).50
Arte románico[editar]
Artículo principal: Arte románico
Pantocrátor del ábside de San Clemente de Tahull, MNAC
El arte románico representa el primer estilo de carácter internacional de la cultura europea occidental, con una identidad plenamente consolidada tras el paso del latín a las lenguas vernáculas. De carácter eminentemente religioso, casi todo el arte románico estaba dirigido a la exaltación y divulgación del cristianismo. Surgido a mediados del siglo xi, se desarrolló fundamentalmente durante el siglo xii, a finales del cual empezó a coexistir con el incipiente gótico. En el románico culminaron los diversos estilos producidos por el prerrománico, a la vez que se denota la influencia oriental del arte bizantino.
La arquitectura destacó por el uso de muros de sillería, arcos de medio punto y bóvedas de cañón, apoyadas en pilares por arcos fajones, correspondientes con los contrafuertes exteriores; también son frecuentes las cúpulas, sobre trompas o pechinas. Las iglesias son de una o tres naves, con crucero y en ocasiones girola. Se inició la construcción de grandes catedrales, que seguirá durante el gótico. Como principales muestras tenemos: el Monasterio de Cluny, San Lázaro de Autun, Santa Fe de Conques, San Saturnino de Toulouse, San Front de Périgueux y San Esteban de Caen en Francia; las catedrales de Durham, York y Canterbury en Inglaterra; San Ambrosio de Milán, San Abundio de Como, San Zenón de Verona y las catedrales de Parma, Módena, Pisa y Lucca en Italia; las catedrales de Spira, Maguncia y Worms en Alemania; las catedrales de Braga y Coímbra en Portugal; y Sant Pere de Roda, San Isidoro de León, San Martín de Frómista, San Juan de Duero (Soria), Santo Domingo de Silos y las catedrales de Jaca, Solsona y Santiago de Compostela en España.51
La escultura se desarrolló principalmente en el marco arquitectónico, de carácter religioso, con figuras esquematizadas, sin realismo, de signo simbólico, con un marcado carácter didáctico, debido al analfabetismo de la época. Los principales ciclos escultóricos se producen en los tímpanos de los portales de acceso a las iglesias y catedrales, como en Santa Magdalena de Vézelay, San Lázaro de Autun, Santa Fe de Conques y el Pórtico Real de Chartres. En Italia destacó la figura de Benedetto Antelami, que trabajó en la Catedral de Parma, como en su magnífico Descendimiento (1178). En España destacaron en primer lugar los talleres catalanes de Ripoll y la zona pirenaica, los talleres de marfil de León (Crucifijo de Fernando I), los talleres del Camino de Santiago, la Fachada de las Platerías de la Catedral de Santiago y el claustro de Silos; en el siglo xii se produjeron diversas escuelas regionales: la catalana (portal del monasterio de Santa María de Ripoll), la aragonesa (monasterio de San Pedro el Viejo de Huesca), la navarra (portada de Sangüesa) y la castellana (monasterio de Santa María la Real de Nájera).52
La pintura se desarrolló sobre todo en formato mural y en tabla, así como en la miniatura. Su temática era de signo eminentemente religioso, en un estilo de corte esquemático al igual que la escultura, con una intencionalidad simbólica alejada de la descripción naturalista. Tuvo una fuerte influencia bizantina, difundida sobre todo por la orden benedictina a través de la abadía de Montecassino como centro irradiante. La pintura mural se vinculó estrechamente con la arquitectura, hasta el punto de que casi todos los muros de las iglesias se decoraban con pinturas, con un programa iconográfico donde destacaba la figura del Pantocrátor —localizada por lo general en el ábside—, así como el Tetramorfos, la Virgen y los apóstoles, el Juicio Final y otras escenas del Antiguo y Nuevo Testamento. Algunos de los mejores exponentes se encuentran en la Abadía de Sant'Angelo in Formis (Capua), la iglesia de San Clemente de Tahull y el panteón real de San Isidoro de León. En la pintura sobre tabla, generalmente destinada a servir de frontal de altar, se empleó principalmente el temple. En la miniatura cabe destacar las escuelas inglesa e italiana.53
Tuvieron gran relevancia en esta época las artes aplicadas,nota 5 especialmente la orfebrería en oro y piedras preciosas (Arca de las reliquias de los Reyes Magos, catedral de Colonia; Cáliz de doña Urraca, San Isidoro de León); el esmalte, desarrollado notablemente por el taller de Limoges; y las labores textiles (Tapiz de Bayeux, Tapiz de la Creación de la catedral de Gerona).54
En esta época, la literatura siguió preferentemente en manos eclesiásticas, conservando la tradición latina, aunque poco a poco fueron surgiendo obras en lengua vernácula y comenzó la producción literaria de ámbito profano, principalmente con el género trovadoresco. Las principales innovaciones se produjeron en Francia, donde los círculos artísticos cortesanos fueron ganando peso y desplazando al poder eclesiástico: destaca la gran epopeya del Cantar de Roldán, de finales del siglo xi. La poesía trovadoresca se desarrolló especialmente en lengua provenzal, exaltando el amor cortesano (fin'amors), representada por Guillermo de Poitiers, Jaufré Rudel, Bernart de Ventadorn, Marcabrú, Arnaut Daniel, Bertran de Born, etc. Otro género relevante fue la novela de caballería (roman courtois), en francés, representada principalmente por Chrétien de Troyes y sus novelas del ciclo artúrico. En España, los primeros textos escritos en lengua romance fueron las glosas del monasterio de San Millán de la Cogolla, a las que siguieron las jarchas mozárabes; posteriormente surgieron los «cantares de gesta», como el Cantar de Mío Cid (1140).55
Notación musical con los versos del Himno a San Juan Bautista, que dieron nombre a las siete notas musicales, innovación realizada por Guido de Arezzo.nota 6
El teatro medieval era de calle, lúdico, festivo, con tres principales tipologías: «litúrgico», temas religiosos dentro de la Iglesia; «religioso», en forma de misterios y pasiones; y «profano», temas no religiosos. Estaba subvencionado por la Iglesia y, más adelante, por gremios y cofradías. Los actores eran en principio sacerdotes, pasando más tarde a actores profesionales. Las obras fueron en primer lugar en latín, pasando a continuación a lenguas vernáculas. El primer texto que se conserva es el Regularis Concordia, de san Æthelwold, que explica la representación de la obra Quem quaeritis?, diálogo extraído del Evangelio entre varios clérigos y un ángel.56
Durante el románico surgió la música tal como es practicada actualmente, gracias a la creación del pentagrama y a la nomenclatura de las notas musicales elaborada por Guido de Arezzo. Las principales obras musicales se circunscriben al canto gregoriano, aunque empezó a desarrollarse la polifonía y la música profana, en torno a trovadores y juglares. Los juglares eran trotamundos, mitad poetas y mitad saltimbanquis, mezclando en sus actuaciones la declamación y el malabarismo, la música y la sátira, la lírica y las gestas épicas. Los trovadores eran de clase social más elevada (el mismo rey Ricardo Corazón de León fue trovador), y componían y cantaban sus propias obras. Entre las formas trovadorescas destacan: el rondeau (alternancia de coplas y estribillo), el virelai (en que el estribillo no interrumpe el desarrollo de las estrofas), y la ballade (estribillo alternante cada tres estrofas). En Alemania, los trovadores recibieron el nombre de minnesänger.57
La danza medieval tuvo escasa relevancia, debido a la marginación a la que la sometió la Iglesia, que la consideraba un rito pagano. A nivel eclesiástico, el único vestigio eran las «danzas de la muerte», que tenían una finalidad moralizadora. En las cortes aristocráticas se dieron las «danzas bajas», llamadas así porque arrastraban los pies, de las que se tiene poca constancia. Fueron más importantes las danzas populares, de tipo folclórico, como el pasacalle y la farándula, siendo famosas las «danzas moriscas», que llegaron hasta Inglaterra (Morris dances).58
Catedral de Pisa.
Detalle del Pórtico Real de Chartres.
Códice de Santa Hildegarda (1165), Abadía de Santa Hildegarda, Eibingen (Alemania).
Tapiz de la Creación, Catedral de Gerona.
Arte gótico[editar]
Artículo principal: Arte gótico
Catedral de Nuestra Señora de París
El arte góticonota 7 se desarrolló entre los siglos xii y xvi, época de gran desarrollo económico y cultural. El fin de la época feudal supuso el afianzamiento de los estados centralizados, con mayor predominio de las ciudades sobre el campo, al tiempo que un sector cada vez mayor de la sociedad tenía acceso a la cultura, que dejó de ser patrimonio exclusivo de la Iglesia. El auge de las universidades comportó un aumento de los estudios científicos, filosóficos y literarios, sentando las bases de la cultura moderna.
La arquitectura sufrió una profunda transformación, con formas más ligeras, más dinámicas, con un mejor análisis estructural que permitió hacer edificios más estilizados, con más aberturas y, por tanto, mejor iluminación. Aparecieron nuevas tipologías como el arco apuntado y la bóveda de crucería, y la utilización de contrafuertes y arbotantes para sostener la estructura del edificio, permitiendo interiores más amplios y decorados con vitrales y rosetones. Es la época de las grandes catedrales, entre las que cabe destacar: Laon, Chartres, Amiens, Reims, Bourges y Notre-Dame de París, en Francia; Canterbury, Salisbury y Gloucester, en Inglaterra; Siena, Orvieto, Florencia, Bolonia y Milán, en Italia; Colonia, Estrasburgo, Ulm y Magdeburgo en Alemania; San Esteban de Viena en Austria; Barcelona, Gerona, Palma de Mallorca, Sevilla, Toledo, Burgos, León, Zamora y Sigüenza, en España; y los monasterios de Batalha y Alcobaza en Portugal. En España cabe destacar también el desarrollo del arte mudéjar, fuertemente influido por las formas islámicas, y que se caracteriza por el empleo del ladrillo, el yeso y la madera de pequeña escuadría: Cristo de la Vega (Toledo), San Lorenzo de Sahagún, Las Huelgas (Burgos), Santa Clara de Tordesillas, Convento de Guadalupe (Cáceres), Alcázar de Sevilla, etc.
La escultura continuó enmarcada en la obra arquitectónica, aunque comenzó a desarrollarse la escultura exenta, con formas más realistas, inspiradas en la naturaleza. Los artistas buscaban la belleza ideal, en formas sencillas y diáfanas, con cierta melancolía y nobleza en los sentimientos, y con escenas de carácter narrativo. En Francia destacan el Pórtico Real y las portadas del crucero de la Catedral de Chartres, así como los conjuntos de Amiens y Reims. En Italia destaca el taller de Nicola y Giovanni Pisano en Pisa, mientras en Alemania descuella la obra de Veit Stoss y Tilman Riemenschneider. En España destaca el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela, las portadas de la Colegiata de Toro y de las catedrales de Tuy y Ciudad Rodrigo, los conjuntos de Burgos, León y Toledo, así como la obra de Pere Johan y Gil de Siloé.
La pintura dejó de ser mural para pasar a retablos situados en los altares de las iglesias, y empezó a desarrollarse la pintura en lienzo, al temple o al óleo. Se sucedieron cuatro estilos pictóricos:
Gótico lineal o franco-gótico: se desarrolló desde el siglo xiii hasta principios del xiv, caracterizado por el dibujo lineal, el fuerte cromatismo, un naturalismo de líneas sencillas y el idealismo de los temas representados. Este estilo se desarrolló sobre todo en vidrieras y miniaturas.
Gótico itálico o trecentista: surgido en el siglo xiii en Italia, se caracteriza por la aproximación realizada a la representación de la profundidad —que cristalizará en el Renacimiento con la perspectiva lineal—, los estudios sobre anatomía y el análisis de la luz para conseguir la matización tonal. Destacan dos escuelas: la florentina (Cimabue, Giotto, Andrea Orcagna) y la sienesa (Duccio, Simone Martini, Ambrogio Lorenzetti).
Gótico internacional: corresponde a finales del siglo xiv y primera mitad del XV, suponiendo una fusión de los estilos anteriores. Se caracteriza por la estilización de la figura y el predominio de la línea curva, el detallismo técnico y el naturalismo simbólico de la narración. Destacan los pintores Paul de Limbourg, Stefan Lochner, Conrad Soest, Bernat Martorell y Lluís Borrassà.
Gótico flamenco: surgió en Flandes a principios del siglo xv, predominando a lo largo de ese siglo en la mayor parte de Europa —excepto Italia, donde ya descollaba el Renacimiento—. Su principal aportación es la técnica al óleo, que da colores más brillantes y permite su gradación en diversas gamas cromáticas, a la vez que permite mayor minuciosidad en los detalles. Cabe destacar a Jan y Hubert van Eyck, Robert Campin, Rogier van der Weyden, Hans Memling, Gerard David, Hugo van der Goes y el Bosco; en el resto de Europa, Jean Fouquet, Conrad Witz, Martin Schongauer, Hans Holbein el Viejo, Nuno Gonçalves, Lluís Dalmau, Jaume Huguet, Bartolomé Bermejo, Fernando Gallego, etc.
Las artes aplicadas también tuvieron gran relevancia durante el gótico, favorecidas por las nuevas clases urbanas de mercaderes y artesanos. Destacó la ebanistería, la tapicería —siendo famosos los tapices de Arras—, la orfebrería —especialmente las custodias y los relicarios, donde sobresale el nombre de Enrique de Arfe—, las obras en esmalte —en particular las procedentes de Limoges—, la cerámica —donde destaca la de Faenza y Manises—, la vidriería —singularmente la veneciana y catalana—, etc.59
Dante Alighieri y el universo de La Divina Comedia, representados por Domenico di Michelino en la Catedral de Florencia
La literatura tardomedieval se movió entre las obras escritas todavía en latín —generalmente de signo religioso—, y las escritas en lenguas vernáculas, que irán ganando protagonismo y popularidad. El centro creador pasó de Francia a Italia, donde las cortes de los pequeños estados que se repartían el territorio de la península itálica favorecieron las artes y las letras, dando origen a lo que será el Renacimiento. Se practicó sobre todo el género del canzone, escrito en endecasílabo —del que surgirá el soneto—, mientras que en Florencia surgió el llamado Dolce Stil Novo, género poético de signo más subjetivo, que exalta el amor, pero un amor más puro, más simbólico que el trovadoresco. Destacan especialmente tres nombres: Francesco Petrarca, Giovanni Boccaccio y Dante Alighieri, autor de La Divina Comedia (1304-1320), una de las grandes obras de la literatura universal. En Inglaterra destacó Geoffrey Chaucer con sus Cuentos de Canterbury (1386-1400). En Francia, François Villon fue el primer gran poeta en lengua francesa. En España, en el siglo xiii surgió la poesía del mester de clerecía (Gonzalo de Berceo), así como la lírica galaico-portuguesa (Alfonso X el Sabio) y la catalana (Ramon Llull); en el siglo xiv destacaron el Arcipreste de Hita, don Juan Manuel y Pedro López de Ayala; mientras que en el siglo xv es de remarcar las figuras de Jorge Manrique y el Marqués de Santillana, así como del poeta catalán Ausiàs March.60
El teatro se desarrolló en tres principales tipologías: «misterios», sobre la vida de Jesucristo, con textos de gran valor literario y elementos juglarescos; «milagros», sobre la vida de los santos, con diálogos y partes danzadas; y «moralidades», sobre personajes simbólicos, alegóricos, con máscaras tipificadas. En esta época nació el teatro profano, con tres posibles orígenes —según los historiadores—: la imitación de textos latinos de Terencio y Plauto; el arte polivalente de los juglares; o los pequeños divertimentos escritos por autores de signo religioso para evadirse un poco de la rigidez eclesiástica.61
En música, durante el gótico se desarrolló la polifonía, surgiendo por vez primera una música profana separada de la música religiosa realizada hasta entonces (Le jeu de Robin et Marion, de Adam de la Halle, 1285). Surgió el contrapunto, voces paralelas que se funden o se contraponen, y se desarrollaron las técnicas compositivas y la notación. De la primera fórmula compositiva por repetición se pasó a la imitación en el siglo xiv, y a la variación en el XVI. El primer compositor conocido es Leoninus, organista de Notre-Dame de París de mediados siglo xiii. En el siglo xiv surgió el Ars Nova, con Guillaume de Machaut y Francesco Landino, mientras que en el xv destacan Josquin des Prés, Guillaume Dufay, Gilles Binchois, Johannes Ockeghem, Jacob Obrecht, John Dunstable y Bartolomé Ramos de Pareja. En danza, las principales modalidades fueron: el carol, el estampie, el branle, el saltarello y la tarantela.62
Palacio Ducal de Venecia.
Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela.
La adoración de los Reyes Magos (1305-1306), de Giotto, Capilla de los Scrovegni (Padua).
El matrimonio Arnolfini (1434), de Jan van Eyck, National Gallery de Londres.
América[editar]
Artículo principal: Arte precolombino
Machu Picchu
El arte precolombino floreció con gran brillantez hasta el descubrimiento de América. Los invasores destruyeron numerosas obras de arte precolombino (máscaras, códices ilustrados, piezas de plumas y, especialmente, obras de oro y plata, que fueron fundidas). Aun así, la huella precolombina perduró en numerosas producciones artísticas posteriores.
En México se desarrollaron varias culturas: la primera fue la de Teotihuacán, ciudad construida entre los siglos i y vii, de sistema reticular —con un trazado de base astrológica—, donde destacaba una gran avenida flanqueada de templos en forma de pirámide escalonada, decorados con esculturas en relieve y pinturas al fresco. Los mayas ocupaban la península del Yucatán y las actuales Belice y Guatemala (siglos ii-ix), desarrollando un arte de signo religioso, donde destacaban igualmente los templos, concebidos bajo mediciones astronómicas, de forma piramidal (Tikal, Uxmal, Templo de Kukulcán en Chichén Itzá). La escultura era en relieve, generalmente de animales mitológicos, serpientes, pájaros y figuras humanas, a menudo con jeroglíficos. Los toltecas (siglos vii-viii), en el estado de Hidalgo, construyeron el Templo del Dios de la Estrella Matutina en Tula, y nos han dejado una de las mejores muestras de escultura precolombina: el Chac Mool. En la meseta mexicana se desarrolló la cultura azteca (siglos xiii-xv), que recogió diversas tradiciones anteriores en un arte sintético consagrado a la expresión del poder. En su capital, Tenochtitlán, construyeron una gran ciudad con grandes palacios y jardines, y templos de forma piramidal, dedicados al sacrificio humano.
En los Andes floreció el arte inca, surgido igual que el azteca en el siglo xiii, abarcando los actuales Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y parte de Argentina. Los incas tenían una cultura muy desarrollada, con adelantados procedimientos metalúrgicos, cerámicos y textiles. Al igual que los romanos desarrollaron una notable arquitectura e ingeniería civil, con ciudades planificadas y carreteras bien trazadas, como el Camino Real de las Montañas, de 6000 kilómetros, amurallado y con un ancho de 9 metros. Su capital, Cuzco, estaba fortificada con murallas de sillares poligonales, técnica igualmente empleada en Machu Picchu. Sus edificios eran rectangulares o circulares, con puertas y ventanas de forma trapezoidal. Además de su arquitectura, destacó su cerámica y arte textil, generalmente decorado con motivos geométricos. En Bolivia destacó la ciudad de Tiahuanaco.63
La literatura precolombina era predominantemente oral, por lo que nos han llegado pocos vestigios. En México se conservan varias expresiones en lengua náhuatl: escritos de signo religioso, cosmológico y adivinatorio (Códice Borgia); documentos administrativos y relatos históricos (Códice Xólotl); y composiciones poéticas, como los himnos rituales recogidos por Bernardino de Sahagún en Cantares de los Dioses. En lengua maya destacan los libros de Chilam Balam, transcripción de obras jeroglíficas sobre tradiciones orales, y el Popol Vuh, libro sagrado de los indios quiché. En Perú, la literatura inca está representada por una serie de obras de poesía religiosa, así como largos poemas narrativos de temática histórica o mitológica. Al parecer, fue la única cultura precolombina donde se desarrolló algo parecido al teatro, como se puede apreciar en el drama en lengua quechua Ollantay.64
África[editar]
Artículo principal: Arte africano
Iglesia de San Jorge, del conjunto de iglesias talladas en la roca de Lalibela (Etiopía)
El norte de África tuvo más relación con el arte europeo y asiático, introduciéndose el cristianismo en el siglo iv, especialmente en Etiopía. Posteriormente, el islamismo se expandió con fuerza por todos los países del Magreb. El África subsahariana, en cambio, estuvo más aislada, con pequeños reinos sumidos en frecuentes disputas. Sus primeras manifestaciones artísticas, en materiales perecederos, no han llegado hasta nosotros. Los primeros vestigios son tallas en madera, como las de los pueblos tellem y dogon, en el actual Malí. Los objetos en bronce aparecen en África occidental y meridional alrededor del siglo x, como algunas vasijas del pueblo Igbo-Ukwu en Nigeria. En Zimbabue floreció la cultura Monomotapa (siglos xi-xv), cuya capital, Gran Zimbabue, fue una de las ciudades más grandes de toda África. En Ife (igualmente en Nigeria), de cultura yoruba, surgió en los siglos xii-xiii una notable escuela de figuras en terracota, de gran naturalismo. De esta época datan las iglesias talladas en la roca de Lalibela, en Etiopía, donde también destaca la pintura de temas cristianos. Entre los siglos xii y xv se dio en Djenné (Malí) un estilo de figuras de terracota más esquemático, de figuras masculinas con una característica barba puntiaguda. Por último, entre los siglos xv y xvi, se dio otra notable escuela escultórica en Benín, destacando su magnífica colección de bronces.65
Asia[editar]
India
Artículo principal: Arte de la India
Templo de Khajurāhō
Arte gupta (siglos iv-viii): en el Imperio gupta se expandió el budismo, con un arte caracterizado por el purismo formal, la armonía de proporciones y la idealización de la figura humana. Destacan los grandes santuarios rupestres o vihara (Ajantā, Ellorā, Elephanta) y los templos al aire libre (Bhitargaon, Bodhagaya, Deogarth, Sirpur). El arte gupta se extendió por casi todo el Deccán: los Chālukya lo emplearon en los templos de Ahiōlē y Bādāmi (550-750), y los Pallava lo pusieron de manifiesto en su complejo arquitectónico-escultórico de Mahābalipuram. A estos estilos se les suele denominar «posgupta».
Arte hindú (siglos viii-xii): durante este periodo perviven los estilos anteriores, acentuando las formas brahmánicas. El tipo de santuario más difundido es el śikhara, como el de Udaipur. La arquitectura se divide en dos tipologías: «el edificio cubierto y la pirámide» (vimāna de Tanjore, siglo xi), y «el edificio con tejado curvilíneo» (templo de Gujarāt). Entre los siglos x-xi se produjo el arte de Khajurāhō, máxima expresión del arte indoario por la elegancia formal y estética de sus templos, así como de la escultura que los adorna. En Orissā, en la parte nororiental de la India, se desarrollan nuevas tipologías que convirtieron los śikhara y los vimāna en representaciones arquitectónicas de los dioses hindúes, como en Bhubaneshwar y Kōnārka.66
La literatura india de esta época se realizó en diversas modalidades: el drama continuó con las epopeyas mitológicas, con un fuerte sello de imaginación, destacando Bhavabhūti, autor de Malatimadhava, historia sobre el amor de dos jóvenes que ha sido comparada con Romeo y Julieta; el poema épico es heredero del Rāmāyana, en un nuevo género denominado mahakavya, de temas históricos y mitológicos, destacando el Rajatarangini de Kalhana (hacia 1150); la poesía lírica está representada por las Sataka de Bhartrihari, conjunto de poesías sobre el concepto indio de la vida, y la Gītāgovinda de Jāyādeva, poemas de amor de tipo alegórico; por último, la fábula se caracterizó por cuentos breves de aire popular, de carácter didáctico y aleccionador, destacando los autores Narayana y Sivadasa. También cabe citar al famoso Kama-sutra, compilado en el siglo vi por Vātsyāyana, que es un conjunto de preceptos y consejos relativos al amor y el sexo.67
El teatro evolucionó sin grandes signos de ruptura desde época antigua, en espectáculos donde, junto a dramas de tipo mitológico sobre la cosmogonía hindú, destacaban el canto, la danza y la mímica. En esta época destacaron dos modalidades principales: el mahanataka (gran espectáculo), sobre las grandes epopeyas indias; y el dutangada, en que un actor recita el texto principal mientras otros lo escenifican con ayuda del mimo y la danza.68
La música fue en esta época predominantemente vocal, con acompañamiento de diversos instrumentos, principalmente cítaras y laúdes. Se escribieron varios tratados sobre música: el Brihad deshi de Matamga (siglo viii), el Naradiya-siksa de Nārada (siglo x) y el Samgita-Ratnakara de Śārngadeva (siglo xiii). Tenían siete notas (svaras): sa, ri, ga, ma, pa, dha, ni; con 22 grados microtonales (srutis). La melodía se componía de varias estructuras de ciclos tonales (ragas), que incluyen diversos ornamentos (gamakas). A su vez, cada raga está relacionado con un tala o medida de tiempo, para marcar el ritmo, que puede ser lento (vilambita), medio (madhya) o rápido (druta). Por último, el kharaja (pedal) es un sonido mantenido que sostiene el centro tonal, ejerciendo de guía durante la ejecución de la obra.69
China
Artículo principal: Arte de China
Colores del otoño en las montañas Qiao y Hua, de Zhao Mengfu
Dinastía Tang (618-907): este fue uno de los periodos más florecientes del arte chino, destacando por su escultura y sus célebres figuras de cerámica. La figura más representada siguió siendo Buda, así como los bodhisattvas (místicos budistas), destacando la estatua en madera policromada de Guan Yin (o Bodhisattva de la Misericordia), de 2,41 metros de altura. En arquitectura la tipología principal fue la pagoda (Hua-yen, Hsiangchi). En pintura apareció el paisaje, género inicialmente de signo elitista, destinado a reducidos círculos culturales. Desafortunadamente, los paisajes Tang no han llegado hasta nuestros días, y sólo se conocen por copias, como Templo budista en las colinas después de la lluvia, de Li Cheng (siglo x).
Dinastía Song (960-1279): época de gran florecimiento de las artes, se alcanzó un nivel de elevada cultura que sería recordado con gran admiración en posteriores etapas. Apareció el grabado sobre madera, impregnada de tinta sobre seda o papel. En arquitectura continuó la construcción de pagodas, como la pagoda hexagonal de Kuo-Hsiang-Su (960), o la pagoda de madera de Chang-Tiu-Fu. En cerámica destacan dos tipologías: la cerámica de esmalte blanco de Ting-tcheu, y la cerámica de esmalte rosa o azul de Kin-tcheu. En pintura continuó el paisaje, con dos estilos: el septentrional, de dibujo preciso y colores nítidos, con figuras de monjes o filósofos, flores e insectos; y el meridional, de pinceladas rápidas, colores ligeros y diluidos, con especial representación de paisajes nublados.
Dinastía Yuan (1280-1368): dinastía de origen mongol (su primer emperador fue Kublai, nieto de Gengis Khan), China se abrió más hacia Occidente, como queda patente en el famoso viaje de Marco Polo. En arquitectura destaca la Pagoda Blanca de Pekín. Se desarrollaron especialmente las artes decorativas: se manufacturaron alfombras, se produjo cerámica con nuevas formas y colores, y se elaboraron obras de metalistería de gran riqueza. En pintura proliferaron los temas religiosos, especialmente los taoístas y budistas, destacando las pinturas murales del templo de Yonglegong (Shanxi), y artistas como Huang Gongwang, Wang Meng y Ni Zan.70
Representación de un concierto de música tradicional china en el Museo Provincial de Hubei (Wuhan)
La literatura china de esta época estuvo marcada por la continuidad respecto a la producción anterior. La época Tang fue la edad dorada de la poesía china, destacando Li Bai y Du Fu, mientras que en prosa se tendió a un estilo más simplificado, representado por Han Yu y Liu Zongyuan. También apareció un nuevo género, el pienhuen, mezcla de verso y prosa, de signo budista. Durante la dinastía Song apareció la imprenta de tipos móviles (inventada por Bi Sheng), que favoreció la difusión de la literatura. La poesía estaba íntimamente relacionada con la música (género ts'e), como en Liu Yu-Hui y Su She; en prosa destacó el tratado histórico Tsê-che T'ong-kien, de Ssê Ma-kuang. En época Yuan cobró relevancia el teatro, destacando Kuan-Han-K'ing y Po-Yeu-Fu, mientras que en poesía descolló San-K'iu.71
En este periodo se produjo la edad de oro musical china: destacaron los rituales confucianistas, donde un coro cantaba el himno, con instrumentos de viento y campanillas, un órgano soplado para el contrapunto, y diversos juegos de cítaras (ch'in, de 5 cuerdas, y sê, de 26 cuerdas), para definir la duración (tsao-man). Era una música predominantemente tímbrica, con una armonía sencilla y elemental. Durante el reinado del emperador Hsüan-tsung (713-756) hay constancia de que existía en la corte una orquesta de unos 1300 músicos. Los poetas recitaban al ritmo de un laúd corto (p'i-p'a), música de la que nos han llegado composiciones como La última batalla de Hsiang Yü y Nueve canciones para Yüeh. Durante la dinastía Song se popularizaron los espectáculos músico-teatrales, como Nan-ch'ü (Cantos del sur) y Pei-ch'ü (Cantos del norte). En época Yuan surgieron los dramas musicales u óperas, con dos escuelas: septentrional y meridional, que han llegado hasta nuestros días.72
Japón
Artículo principal: Arte del Japón
Templo de Hōryū-ji, en Nara
Período Asuka (552-646): la llegada del budismo produjo en Japón un gran impacto a nivel artístico y estético, con fuerte influencia del arte chino. Como edificio más destacable de este período hay que mencionar el templo de Hōryū-ji (607), representante del estilo Kudara. Las primeras imágenes de Buda fueron importadas del continente, pero luego se instalaron en Japón gran número de artistas chinos y coreanos (Kannon de Kudara, siglo vi). La pintura denota un gran sentido del dibujo, con obras de gran originalidad, como el relicario de Tamamushi.
Período Nara (646-794): en esta época tuvo su apogeo el arte budista, continuando con gran intensidad la influencia china. Se conservan pocos ejemplos de arquitectura: Pagoda del Este de Yakushi-ji, templo de Tōdai-ji, templo de Kōfuku-ji, Shōsoin de Nara. Obtuvo gran desarrollo en escultura la representación de Buda: Sho Kannon, Buda de Tachibana, Bodhisattva Gakko de Tōdai-ji. La pintura está representada por la decoración mural de Hōryū-ji (finales del siglo vii) y por kakemonos y makimonos, historias pintadas en un largo rollo de papel o seda, con textos relatando las diversas escenas o sutras.
Período Heian (794-1185): la iconografía budista tuvo un nuevo desarrollo con la importación de dos nuevas sectas del continente: Tendai y Shingon. La arquitectura sufrió un cambio en la planta de los monasterios, que se erigían en lugares apartados, pensados para la meditación: templos de Enryaku-ji, Kongōbu-ji y santuario-pagoda de Muro-ji. Durante el período Fujiwara (897-1185), el templo volvió a situarse en la ciudad, siendo centro de reunión de las clases dirigentes. Se construían según el modelo de los grandes palacios, con una decoración muy desarrollada (monasterio de Byōdō-in, también llamado del Fénix). En pintura, la aparición de la escuela de Yamato-e supuso la independencia de la pintura japonesa de la influencia china; se caracterizó por su armonía y luminosidad, con colores brillantes.
Período Kamakura (1185-1333): en esta época se introdujo en Japón la secta zen, que influyó poderosamente en el arte figurativo. En escultura destacó la Escuela de Nara, con la figura más remarcada de Unkei (estatuas de los montes Muchaku y Seshin). La arquitectura era más sencilla, más funcional, menos lujosa y recargada; la influencia zen provocó el llamado estilo Kara-yo. Destacan el conjunto de cinco grandes templos de Sanjūsangen-dō (1266). La pintura se caracterizó por un mayor realismo y por su introspección psicológica, desarrollándose principalmente el retratismo y el paisajismo.
Período Muromachi o Ashikaga (1333-1573): en este período floreció notablemente la pintura, enmarcada dentro de la estética zen. Predominó la técnica de la aguada, perfecta transcripción de la doctrina zen, que pretendía reflejar en los paisajes lo que significan, más que lo que representan, destacando Sesshū, autor de retratos y paisajes. Cabe mencionar también la Escuela Kanō, que aplicó la técnica de la aguada a temas tradicionales. La arquitectura se distinguió por su elegancia, destacando las mansiones señoriales: el Pabellón de Oro y el Pabellón de Plata, en Kioto; también hay que mencionar el monasterio de Zuiho-ji. Se desarrolló notablemente el arte de la jardinería, en cerámica destaca la de Seto, y cobraron importancia los objetos de laca y metal.73
Interpretación de teatro nō en el Gran Santuario Kasuga (Nara)
La literatura japonesa continuó con el influjo de la china, sobre todo en poesía, donde la mayor producción fue en lengua china, considerada más culta: tenemos así el Kaifuso (Tiernos recuerdos de poesía, 751), antología de varios poetas. En época Heian hubo un renacer de las letras japonesas, destacando la narrativa: Genji Monogatari (Relato de Genji), de Murasaki Shikibu, es un clásico de la literatura nipona, describiendo el mundo de la nobleza en un lenguaje sencillo, de tono a veces erótico. La poesía de la época fue compilada en la antología imperial Kokinshu, donde se exaltaba preferentemente la naturaleza, escrita en waka (composición de 31 sílabas). En el período Kamakura la literatura se vio afectada por las constantes guerras feudales, reflejadas en una narrativa de tono pesimista y desolado: Hojoki (Narración de mi cabaña), de Kamo no Chomei. Del período Muromachi cabe destacar el Tsurezuregusa (Ensayos en ocio), de Yoshida Kenkō, y el Sannin Hoshi (Los tres sacerdotes), anónimo.74
En teatro apareció en el siglo xiv la modalidad denominada nō, drama lírico-musical en prosa o verso, de tema histórico o mitológico. Su origen se sitúa en el antiguo baile kakura y en la liturgia sintoísta, aunque posteriormente fue asimilado por el budismo. Está caracterizado por una trama esquemática, con tres personajes principales: el protagonista (waki), un monje itinerante y un intermediario. La narración es recitada por un coro, mientras los actores principales se desenvuelven de forma gestual, en movimientos rítmicos. Los decorados son austeros, frente a la magnificencia de vestidos y máscaras. Su principal exponente fue Chikamatsu Monzaemon.75
En música la llegada del budismo comportó la influencia extranjera, surgiendo dos corrientes: la música izquierda, de origen indio y chino; y la música derecha, de origen manchú y coreano. Estas modalidades empleaban instrumentos como el biwa (laúd de cuello corto), el taiko (tambor japonés), el kakko (tambor chino), el shôko (gong), el sô-no-koto (cítara), el koma-bue (flauta), el hichiriki (oboe), el ôteki (flauta travesera) y el shô (órgano soplado). Asimismo había una gran variedad de tipos de música tradicional: dos de los estilos más antiguos eran shōmyō («hombre gordo que canta») y gagaku («música graciosa»), ambos provenientes de los períodos Nara y Heian. Adicionalmente, el gagaku se divide en sōgaku (música instrumental) y bugaku (música y danza).76
Sudeste asiático
Templo de Angkor Wat, principal realización del arte jemer
En el sudeste asiático el arte estuvo a caballo entre la tradición hinduista y budista, introduciéndose el islamismo en el siglo xv, principalmente en Indonesia. En las culturas autóctonas de la Edad del Bronce y del hierro —de las que se conservan escasos restos— se denota la influencia china, siendo a partir del siglo vi que comenzará progresivamente la influencia india.
Arte jemer: el reino jemer se situó en Camboya, teniendo su apogeo entre los siglos viii y xii. Su principal manifestación es el magnífico conjunto de Angkor Wat (1113-1150), ciudadela-templo dedicado a Vishnú, cuya planimetría representa el universo. El templo central está rodeado de cuatro santuarios más pequeños, coronados por agujas inspiradas en las śikhara indias, construidos con piedra caliza con abrazaderas de hierro. Destaca igualmente la decoración esculpida en relieve.
Arte thai: es el desarrollado en Siam (Tailandia), caracterizado por una arquitectura vertical de formas alargadas y puntiagudas, con una torre-relicario (prang), como el templo de Vat Sri Sampet (siglo xvi). Destacan las imágenes de Buda, como la de Sukhothai (siglo xiv), en bronce y pan de oro.
Arte cham: se dio en el reino de Champa (Vietnam). En los siglos viii-ix recibió la influencia hindú (monasterio de Dông-Dương). En el siglo xii predominó la influencia jemer, plasmada en una arquitectura armónica de sobria decoración.
Arte birmano: en Birmania es más palpable la influencia china, como en el uso de la bóveda de crucería. Se utilizaba el ladrillo recubierto de estuco, sobre el que se realizaba la decoración. Su período clásico fue la época de Pagan (siglos x-xiii), donde destacan las stūpas, que pueden ser de forma cilíndrica, cónica, hemisférica, en bulbo o en campana (templo de Ananda, siglo xii).
Arte indonesio: se recibió una primera influencia india —principalmente gupta—, constatable en las stūpas con cúpulas de campana. El período más floreciente se dio entre los siglos vii y x, principalmente en Java, donde la dinastía Sailendra adoptó el budismo, construyendo el templo de Borobudur, la stūpa más grande del mundo, con 120 metros de largo por cada lado y 35 metros de altura, contando con 1500 bajorrelieves y 400 estatuas de Buda. Entre los siglos x y xv predominó nuevamente el hinduismo, con una arquitectura más vertical, con decoración en relieve, destacando los monumentos funerarios (chandi), como los de Shwentar y Kidal. En el siglo xv se introdujo el islamismo, destacando las estelas sepulcrales y las nuevas tipologías arquitectónicas, como la mezquita de Sendang Duwur.77
Arte thai: templo de Wat Phra Kaew, Bangkok.
Arte cham: templo de Po Klaung Garai, Phan Rang (Vietnam).
Arte birmano: pagoda de Shwedagon, Rangún (Birmania).
Arte indonesio: templo de Borobudur (Indonesia).
Oceanía[editar]
Artículo principal: Arte de Oceanía
Moái en Rano Raraku, isla de Pascua
En este periodo continuó la expansión polinesia hacia la periferia oceánica (Nueva Zelanda, islas Kermadec, islas Chatham). Se produjo una gran diversificación cultural y artística: solo en Melanesia, por ejemplo, había más de 1000 grupos étnicos diferentes. La mayoría de manifestaciones artísticas eran de carácter ritual, relacionadas con danzas y ceremonias de tipo animista o politeísta. En Micronesia se produjeron elaborados complejos arquitectónicos con esculturas de piedra y megalitos. En Yap (islas Carolinas), apareció un tipo de moneda de piedra compuesta por grandes discos con un agujero central. En Guam y las islas Marianas destacan las casas sobre columnas de piedra (latte). En Hawái se construyeron grandes templos (heiau), con esculturas de madera de hasta tres metros que representaban a sus dioses. En las islas Marquesas se dieron un tipo de construcciones de casas megalíticas sobre plataformas de piedra, con grandes estatuas antropomórficas. En Nueva Zelanda, los maoríes desarrollaron un tipo de talla de madera con figuras de líderes políticos y religiosos, así como colgantes de nefrita tallada (hei tiki). Por último, cabe destacar la construcción en la isla de Pascua de las famosas cabezas monolíticas (moái), de las que se erigieron unas 600 entre el año 900 y el 1600. Son figuras de 4 o 5 metros, que se situaban sobre plataformas de piedra que servían de base a los templos (ahu) de culto a los ancestros.78
Arte de la Edad Moderna[editar]
El nacimiento de Venus (1485), de Sandro Botticelli, Uffizi (Florencia)
Artículo principal: Arte de la Edad Moderna
El arte de la Edad Moderna —no confundir con arte moderno, que se suele emplear como sinónimo de arte contemporáneo—nota 8 se desarrolló entre los siglos xv y xviii. La Edad Moderna supuso cambios radicales a nivel político, económico, social y cultural: la consolidación de los estados centralizados supuso la instauración del absolutismo; los nuevos descubrimientos geográficos —especialmente el continente americano— abrieron una época de expansión territorial y comercial, suponiendo el inicio del colonialismo; la invención de la imprenta conllevó una mayor difusión de la cultura, que se abrió a todo tipo de público; la religión perdió la preponderancia que tenía en la época medieval, a lo que coadyuvó el surgimiento del protestantismo; a la vez, el humanismo surgió como nueva tendencia cultural, dejando paso a una concepción más científica del hombre y del universo.
El origen de la historia del arte como tal data del siglo xvi, considerándose las Vidas de Giorgio Vasari el texto inaugural del estudio del arte con carácter historiográfico. El método que siguió el erudito florentino era la biografía del artista. Esta metodología fue la que se impuso hasta el siglo xviii, cuando el historiador alemán Johann Joachim Winckelmann inició un nuevo tipo de análisis del arte buscando en el desarrollo de las civilizaciones una evolución estilística.nota 9
Renacimiento[editar]
Artículo principal: Renacimiento
Surgido en Italia en el siglo xv (Quattrocento), se expandió por el resto de Europa desde finales de ese siglo e inicios del xvi. Los artistas se inspiraron en el arte clásico grecorromano, por lo que se habló de «renacimiento» artístico tras el oscurantismo medieval. Estilo inspirado en la naturaleza, surgieron nuevos modelos de representación, como el uso de la perspectiva. Sin renunciar a la temática religiosa, cobró mayor relevancia la representación del ser humano y su entorno, apareciendo nuevas temáticas como la mitológica o la histórica, o nuevos géneros como el paisaje, el bodegón e, incluso, el desnudo. La belleza dejó de ser simbólica, como en la era medieval, para tener un componente más racional y mesurado, basado en la armonía y la proporción.
Iglesia de Santa Maria Novella, en Florencia, diseñada por Leon Battista Alberti
La arquitectura recuperó los modelos clásicos, reelaborados con un concepto más naturalista y con bases científicas: se recuperó el uso del arco de medio punto, la bóveda de cañón, la cúpula de media naranja y los órdenes clásicos (dórico, jónico, corintio y compuesto). La estructura del edificio se basó en proporciones matemáticas, que buscaban la perfección de las formas, a la vez que se potenció la luminosidad y la diafanidad de los espacios. En el Quattrocento destacó la arquitectura desarrollada en Florencia: Filippo Brunelleschi (cúpula de Santa María del Fiore, Basílica de San Lorenzo), Leon Battista Alberti (San Andrés de Mantua); mientras que en el Cinquecento el centro artístico pasó a ser Roma: Bramante (San Pietro in Montorio, Basílica de San Pedro del Vaticano), Antonio da Sangallo (Palacio Farnesio). En esta época cobró un progresivo auge la jardinería, que empezó a ser concebida mediante un diseño estructurado; surgió así el llamado «jardín italiano», de composición geométrica, construido sobre terrazas con escalinatas (Jardín del Belvedere, Bramante; Villa Madama, Rafael). Fuera de Italia, el Renacimiento se desarrolló sobre todo en Francia, con la obra de Philibert Delorme; en Alemania no llegó hasta mediados del siglo xvi, con el castillo de Heidelberg y, sobre todo a finales de siglo, en Baviera; en los Países Bajos la influencia italiana se denotó especialmente en la decoración, sobre estructuras todavía de signo gótico; en Inglaterra se produjo el estilo Tudor, desarrollado sobre todo en la construcción de palacios civiles, caracterizado por la utilización del arco Tudor; en Rusia, el Renacimiento italiano —introducido por Aristotile Fioravanti— fue adaptado al estilo bizantino típicamente ruso, como en el magnífico conjunto del Kremlin. En España se desarrollaron varios estilos: el plateresco, caracterizado por el uso de paramentos almohadillados, columnas abalaustradas y profusa decoración de grutescos (Alonso Covarrubias, Diego de Siloé); y el purismo, más preocupado por la estructura racional del edificio, abandonando la decoración exuberante del plateresco (Rodrigo Gil de Hontañón, Andrés de Vandelvira).
La escultura buscó igualmente la idealizada perfección del clasicismo, aunque perduraron hasta el siglo xvi la elegancia curvilínea y la esbeltez de proporciones del gótico internacional. Se utilizaban materiales nobles, como el mármol y el bronce, con un especial gusto por la forma monumental. Junto a la temática religiosa se desarrolló el retrato, en busto o en figuras ecuestres, al estilo de la antigua Roma. Destacaron especialmente: Lorenzo Ghiberti, Jacopo della Quercia, Luca della Robbia, Andrea Verrocchio y, especialmente, Donatello (David, 1409; Judit y Holofernes, 1455-1460); y, fuera de Italia, Michel Colombe en Francia, Peter Vischer en Alemania, y Felipe Bigarny, Bartolomé Ordóñez y Damián Forment en España.
La pintura sufrió una notable evolución desde las formas medievales, con formas naturalistas y temáticas profanas o mitológicas junto a las religiosas. Los estudios de perspectiva permitieron hacer obras de gran efecto realista, basadas en proporciones matemáticas, con especial utilización de la «sección áurea» tras el estudio publicado por Luca Pacioli (De Divina Proportione, 1509). Se utilizó el fresco y el temple, mientras que se introdujo el óleo a mediados del siglo xv por influencia flamenca. Uno de sus principales exponentes fue Leonardo Da Vinci, genio polifacético que introdujo el sfumato o «perspectiva aérea», con obras como La Virgen de las Rocas (1483), La Última Cena (1495-1497), La Gioconda (1503), etc. Otro nombre de relevancia fue Rafael, maestro del clasicismo sereno y equilibrado, con una perfecta ejecución pictórica, como se demuestra en sus frescos de las Estancias del Vaticano. Otros artistas destacados fueron: Masaccio, Fra Angelico, Paolo Ucello, Andrea del Castagno, Perugino, Piero della Francesca, Benozzo Gozzoli, Domenico Ghirlandaio, Botticelli, Andrea del Verrocchio, Luca Signorelli, Andrea Mantegna, Giovanni Bellini, Antonello da Messina, etc. En el resto de Europa: Matthias Grünewald, Alberto Durero, Hans Holbein el Joven y Lucas Cranach el Viejo en Alemania; Quentin Metsys y Pieter Brueghel en Holanda; y Pedro Berruguete, Alejo Fernández, Vicente Masip, Juan de Juanes, Pedro Machuca y Luis de Morales en España.
Las artes industriales tuvieron un gran auge debido al gusto por el lujo de las nuevas clases adineradas: se desarrolló la ebanistería, sobre todo en Italia y Alemania, destacando la técnica de la intarsia, embutidos de madera de varios tonos para producir efectos lineales o de ciertas imágenes. La tapicería destacó en Flandes, con obras basadas en bocetos desarrollados por pintores como Bernard van Orley. La cerámica se elaboró en Italia con barnices vidriados, consiguiendo tonos brillantes de gran efecto. El vidrio se desarrolló notablemente en Venecia (Murano), decorado a veces con hilos de oro o con filamentos de vidrios de colores. La orfebrería fue cultivada por escultores como Lorenzo Ghiberti, con piezas de gran virtuosismo y elevada calidad, destacando especialmente los esmaltes y camafeos. Con la invención de la imprenta se desarrollaron las artes gráficas, apareciendo o perfeccionándose la mayoría de las técnicas de grabado: calcografía (aguafuerte, aguatinta, grabado al buril, grabado a media tinta o grabado a punta seca), linograbado, xilografía, etc.79
Don Quijote (1605), de Miguel de Cervantes
La literatura renacentista se desarrolló en torno al humanismo, la nueva teoría que destacaba el papel primordial del ser humano sobre cualquier otra consideración, especialmente la religiosa. En esta época el mundo de las letras recibió un gran impulso con la invención de la imprenta por Gutenberg, hecho que propició el acceso a la literatura por un público más mayoritario. Ello conllevó a una mayor preocupación por la ortografía y la lingüística, surgiendo los primeros sistemas de gramática en lenguas vernáculas (como la española de Elio Antonio de Nebrija) y apareciendo las primeras academias de lenguas nacionales. Entre los literatos de esta época destacan: Angelo Poliziano, Matteo Maria Boiardo, Ludovico Ariosto, Jacopo Sannazaro, Pietro Bembo, Baldassare Castiglione, Torquato Tasso, Tomás Moro, Erasmo de Róterdam, François Rabelais, Pierre de Ronsard, Michel de Montaigne, Edmund Spenser, Luís de Camões, etc. En España comenzó una edad dorada de las letras, que se prolongaría hasta el siglo xvii: la poesía, influida por la italiana del stil nuovo, contó con las figuras de Garcilaso de la Vega, fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús; en prosa surgieron los libros de caballería (Amadís de Gaula, 1508) y se inició el género de la picaresca con el Lazarillo de Tormes (1554), mientras que despuntó la obra de Miguel de Cervantes, el gran genio de las letras españolas, autor del inmortal Don Quijote (1605).80
El teatro renacentista también acusó el paso del teocentrismo al antropocentrismo, con obras más naturalistas, de aspecto histórico, intentando reflejar las cosas tal como son. Se buscaba la recuperación de la realidad, de la vida en movimiento, de la figura humana en el espacio, en las tres dimensiones, creando espacios de efectos ilusionísticos, en trompe-l'œil. Surgió la reglamentación teatral basada en tres unidades (acción, espacio y tiempo), basándose en la Poética de Aristóteles, teoría introducida por Lodovico Castelvetro. En torno a 1520 surgió en el norte de Italia la Commedia dell'arte, con textos improvisados, en dialecto, predominando la mímica e introduciendo personajes arquetípicos como Arlequín, Colombina, Pulcinella (llamado en Francia Guignol), Pierrot, Pantalone, Pagliaccio, etc. Como principales dramaturgos destacaron Niccolò Machiavelli, Pietro Aretino, Bartolomé Torres Naharro, Lope de Rueda y Fernando de Rojas, con su gran obra La Celestina (1499). En Inglaterra descolló el teatro isabelino, con autores como Christopher Marlowe, Ben Jonson, Thomas Kyd y, especialmente, William Shakespeare, gran genio universal de las letras (Romeo y Julieta, 1597; Hamlet, 1603; Otelo, 1603; Macbeth, 1606).81
Orfeo - Toccata
1:31
Toccata, de La favola d'Orfeo, una de las primeras óperas (1607), compuesta por Claudio Monteverdi.
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La música renacentista supuso la consagración de la polifonía, así como el afianzamiento de la música instrumental, que iría evolucionando hacia la orquesta moderna. Apareció el madrigal como género profano que aunaba texto y música, siendo la expresión paradigmática de la música renacentista. En 1498 Ottaviano Petrucci ideó un sistema de imprenta adaptado a la música, en pentagrama, con lo que se empezó a editar música. Como compositores renacentistas destacaron Orlandus Lassus, Carlo Gesualdo, Giovanni Gabrieli, Tomás Luis de Victoria, Cristóbal de Morales, Claudio Monteverdi y Giovanni Pierluigi da Palestrina. A finales del siglo xvi nació la ópera, iniciativa de un círculo de eruditos (la Camerata Fiorentina) que, al descubrir que el teatro griego antiguo era cantado, tuvieron la idea de musicalizar textos dramáticos. La primera ópera fue Dafne (1594), de Jacopo Peri, a la que siguió Euridice (1600), del mismo autor; en 1602 Giulio Caccini escribió otra Euridice; y, en 1607, Claudio Monteverdi compuso La favola d'Orfeo, donde añadió una introducción musical que denominó sinfonía, y dividió las estructuras cantadas en arias.82
La danza renacentista tuvo una gran revitalización, debida de nuevo al papel preponderante del ser humano sobre la religión, de tal manera que muchos autores consideran esta época el nacimiento de la danza moderna. Se desarrolló sobre todo en Francia —donde fue llamado ballet-comique—, en forma de historias bailadas, sobre textos mitológicos clásicos, siendo impulsado principalmente por la reina Catalina de Médicis. Se suele considerar que el primer ballet fue el Ballet comique de la Reine Louise (1581), de Balthazar de Beaujoyeulx. Las principales modalidades de la época eran la gallarda, la pavana y el tourdion. En esta época surgieron los primeros tratados sobre danza: Domenico da Piacenza escribió De arte saltandi et choreas ducendi, siendo considerado el primer coreógrafo de la historia; Thoinot Arbeau hizo una recopilación de danzas populares francesas (Orchesographie, 1588).83
Templete de San Pietro in Montorio, de Bramante (1502-1510).
David (c. 1440), de Donatello, Museo Bargello, Florencia.
La Gioconda (1503-1506), de Leonardo da Vinci, Museo del Louvre.
Frontispicio de la edición de Hamlet de 1605, de William Shakespeare.
Manierismo[editar]
Artículo principal: Manierismo
David (1501-1504), de Miguel Ángel, Galería de la Academia, Florencia
Surgido igualmente en Italia a mediados del siglo xvi como evolución de las formas renacentistas, el manierismonota 10 abandonó la naturaleza como fuente de inspiración para buscar un tono más emotivo y expresivo, cobrando importancia la interpretación subjetiva que el artista hace de la obra de arte. La arquitectura adquirió un signo más efectista y de tenso equilibrio, destacando el polifacético artista Miguel Ángel, autor del ábside y la cúpula de San Pedro del Vaticano; Jacopo Vignola (Iglesia del Gesù); y Andrea Palladio, creador de un estilo propio (paladianismo), como vemos en la Basílica de Vicenza, la Villa Capra (llamada la Rotonda), San Giorgio Maggiore de Venecia, etc. En Francia surgió la notable Escuela de Fontainebleau. En España se produjo la arquitectura herreriana (por Juan de Herrera), estilo sobrio y sencillo, de formas simples y desnudas de decoración, de acuerdo a la doctrina contrarreformista que entonces imperaba; tuvo su máxima realización en el Monasterio de El Escorial.
La escultura es nuevamente reflejo del pesimismo que dominaba la sociedad italiana de la segunda mitad del siglo xvi, con un arte donde se deforma la realidad a capricho, predominando la expresión sentimental del artista, con figuras estilizadas, en posiciones violentas y actitudes dramáticas. Descuella nuevamente la obra de Miguel Ángel, con obras de tenso dinamismo donde resalta la expresión de la persona representada: Piedad (1501), David (1501-1504), Moisés (1513-1515), Sepulcro de los Médicis (1520-1534), etc. Otros importantes escultores fueron: Baccio Bandinelli, Benvenuto Cellini, Giambologna y Jacopo Sansovino; y, fuera de Italia, Jean Goujon y Germain Pilon en Francia, Adriaen de Vries en Flandes, Hubert Gerhard en Alemania, y Alonso Berruguete, Juan de Juni y Gaspar Becerra en España.
La pintura manierista tuvo un sello más caprichoso, extravagante, con gusto por la forma sinuosa y estilizada, deformando la realidad, con perspectivas distorsionadas y atmósferas efectistas. Destacó en primer lugar —como en las otras artes— Miguel Ángel (autor de la decoración de la Capilla Sixtina), seguido de Bronzino, Andrea del Sarto, Pontormo, Correggio, Parmigianino, Giorgione, Tiziano, Veronese, Tintoretto, Jacopo Bassano, Giuseppe Arcimboldo, etc. Cabe mencionar a Maarten van Heemskerck y Abraham Bloemaert en los Países Bajos, y Bartholomeus Spranger en Alemania. En España destacaron Juan Fernández de Navarrete, Alonso Sánchez Coello, Juan Pantoja de la Cruz y, especialmente, El Greco, artista excepcional creador de un estilo personal y único, de fuerte sentido expresionista.84
Villa La Rotonda, de Andrea Palladio.
Moisés (1513-1515), de Miguel Ángel, iglesia de San Pietro in Vincoli.
Venus de Urbino (1538), de Tiziano, Galería Uffizi (Florencia).
El entierro del Conde de Orgaz (1587), el Greco, iglesia de Santo Tomé (Toledo).
Barroco[editar]
Artículo principal: Barroco
Las Meninas (1656), de Velázquez (Museo del Prado), fue un alegato de la figura del pintor como artista inspirado, frente a la condición de simple artesano que hasta entonces se tenía del oficio de pintor
El barroconota 11 se desarrolló entre el siglo xvii y principios del xviii. Fue una época de grandes disputas en el terreno político y religioso, surgiendo una división entre los países católicos contrarreformistas, donde se afianzó el estado absolutista, y los países protestantes, de signo más parlamentario. El arte se volvió más refinado y ornamentado, con pervivencia de un cierto racionalismo clasicista pero con formas más dinámicas y efectistas, con gusto por lo sorprendente y anecdótico, por las ilusiones ópticas y los golpes de efecto.
La arquitectura, bajo unas líneas clásicas, asumió unas formas más dinámicas, con una exuberante decoración y un sentido escenográfico de las formas y los volúmenes. Cobró relevancia la modulación del espacio, con preferencia por las curvas cóncavas y convexas, poniendo especial atención en los juegos ópticos (trompe-l'œil) y el punto de vista del espectador. Al igual que en la época anterior, el motor del nuevo estilo volvió a ser Italia: Gian Lorenzo Bernini fue uno de sus mejores exponentes, siendo el principal artífice de la Roma monumental que conocemos hoy día (columnata de la Plaza de San Pedro, baldaquino de San Pedro, San Andrés del Quirinal, Palacio Chigi-Odescalchi); Francesco Borromini es otro gran nombre de la época, autor de las iglesias de San Carlo alle Quattre Fontane y Sant'Ivo alla Sapienza; también destacaron Pietro da Cortona, Baldassare Longhena, Filippo Juvara y Guarino Guarini. En Francia, bajo el reinado de Luis XIV, se iniciaron una serie de construcciones de gran fastuosidad: fachada del Palacio del Louvre, de Louis Le Vau y Claude Perrault; Palacio de Versalles, de Le Vau y Jules Hardouin-Mansart. En Austria destacó Johann Bernhard Fischer von Erlach, autor de la Iglesia de San Carlos Borromeo en Viena. En Inglaterra cabe mencionar la Catedral de San Pablo de Londres, de Christopher Wren. En España, la arquitectura acusó en la primera mitad del siglo xvii la herencia herreriana, con Juan Gómez de Mora como figura destacada, mientras que en la segunda mitad de siglo se dio el estilo churrigueresco (por José Benito Churriguera), caracterizado por el exuberante decorativismo y el uso de columnas salomónicas (Retablo Mayor de San Esteban de Salamanca).
La escultura adquirió el mismo carácter dinámico, sinuoso, expresivo, ornamental, destacando el movimiento y la expresión, con una base naturalista pero deformada a capricho del artista. En Italia destacó nuevamente Bernini, autor de obras como Apolo y Dafne (1622-1625), Éxtasis de Santa Teresa (1644-1652), Muerte de la beata Ludovica Albertoni (1671-1674), etc. En Francia destacaron François Girardon, Antoine Coysevox y Pierre Puget. En España perduró la imaginería religiosa de herencia gótica, destacando Gregorio Fernández, Juan Martínez Montañés, Alonso Cano, Pedro de Mena, Francisco Salzillo, etc.
La pintura se desarrolló en dos tendencias contrapuestas: el naturalismo, basado en la estricta realidad natural, con gusto por el claroscuro —el llamado tenebrismo—, donde cabe citar a Caravaggio, Orazio y Artemisia Gentileschi, Pieter van Laer, Adam Elsheimer, Georges de La Tour y los hermanos Le Nain; y el clasicismo, que es igualmente realista pero con un concepto de la realidad más intelectual e idealizado, englobando a Annibale Carracci, Guido Reni, Domenichino, Guercino, Giovanni Lanfranco, Nicolas Poussin, Claude Lorrain, Hyacinthe Rigaud, etc. En el llamado «pleno barroco» (segunda mitad del siglo xvii), de estilo decorativo y predominio de la pintura mural, destacaron Pietro da Cortona, Andrea Pozzo, Luca Giordano y Charles Le Brun. Aparte de estas corrientes, hubo infinidad de escuelas, estilos y autores de muy diverso signo, destacando dos escuelas regionales: la flamenca (Peter Paul Rubens, Anton Van Dyck, Jacob Jordaens, Frans Snyders), y la holandesa (Rembrandt, Jan Vermeer, Frans Hals). En España destacó la figura excepcional de Diego Velázquez (La fragua de Vulcano, 1630; La rendición de Breda, 1635; Venus del espejo, 1650; Las Meninas, 1656; Las hilanderas, 1657), así como José de Ribera, Francisco Ribalta, Alonso Cano, Francisco de Zurbarán, Juan de Valdés Leal y Bartolomé Esteban Murillo.
En el terreno de las artes industriales, destaca especialmente la ebanistería, que llegó a cotas de altísima calidad sobre todo en Francia, gracias a la obra de André-Charles Boulle, creador de una nueva técnica de aplicación de metales (cobre, estaño) sobre materiales orgánicos (carey, madreperla, marfil) o viceversa. Entre sus obras destacan las dos cómodas del Trianón, en Versalles, y el reloj de péndulo con el Carro de Apolo en Fontainebleau. También destacaron la tapicería, la orfebrería —especialmente las «piedras duras» en Florencia—, la cerámica y el vidrio —que cobró relevancia en Bohemia—.85
Portada del Manuscrito Chacón, que transmitió la obra poética de Luis de Góngora
La literatura barroca se caracterizó por el pesimismo, con una visión de la vida planteada como lucha, sueño o mentira, donde todo es fugaz y perecedero. Su estilo era suntuoso y recargado, con un lenguaje muy adjetivado y metafórico. En un primer momento se produjeron diversas corrientes: el eufuismo en Inglaterra (John Lyly, Robert Greene), el preciosismo en Francia (Vincent Voiture), el marinismo en Italia (Giambattista Marino), la primera (Martin Opitz, Angelus Silesius, Andreas Gryphius) y segunda escuela de Silesia (Daniel Casper von Lohenstein, Hans Jakob Christoph von Grimmelshausen) en Alemania. Más adelante surgió el clasicismo en Francia, con autores como François de la Rochefoucauld, Jacques-Bénigne Bossuet, Nicolas Boileau-Despréaux, Jean de La Fontaine, François de Malherbe, Cyrano de Bergerac y Madeleine de Scudéry. En Inglaterra destacó la obra poética de John Milton (El paraíso perdido, 1667). En España, donde el siglo xvii sería denominado el Siglo de Oro, se produjeron dos corrientes: el culteranismo, liderado por Luis de Góngora, donde destacaba la belleza formal, con un estilo suntuoso, metafórico, con proliferación de latinismos y juegos gramaticales; y el conceptismo, representado por Francisco de Quevedo y Baltasar Gracián, donde predominaba el ingenio, la agudeza, con un lenguaje conciso pero polisémico, con múltiples significados en pocas palabras.86
En el teatro barroco se desarrolló sobre todo la tragedia, basada en la ineluctabilidad del destino, con un tono clásico, siguiendo las tres unidades de Castelvetro. La escenografía era más recargada, siguiendo el tono ornamental característico del Barroco. Destacan Pierre Corneille, Jean Racine y Molière, representantes del clasicismo francés. En España el teatro era básicamente popular («corral de comedias»), cómico, con una personal tipología, distinguiéndose: bululú, ñaque, gangarilla, cambaleo, garnacha, bojiganga, farándula y compañía. Destacaron Tirso de Molina, Guillén de Castro, Juan Ruiz de Alarcón y, principalmente, Lope de Vega (El perro del hortelano, 1615; Fuenteovejuna, 1618) y Pedro Calderón de la Barca (La vida es sueño, 1636; El alcalde de Zalamea, 1651).87
Tocata y fuga en re menor, BWV 565
8:34
de Johann Sebastian Bach
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La música barroca destacó por el contraste, los acordes violentos, los volúmenes móviles, la ornamentación exagerada, la estructura variada y contrastada. Se caracterizó especialmente por la utilización del bajo continuo, sección instrumental grave que sostenía ininterrumpidamente la parte melódica superior. En esta época la música alcanzó cotas de gran brillantez, desvinculándose plenamente de la voz y el texto, surgiendo las formas instrumentales puras (suite, sonata, tocata, concierto, sinfonía). Con la sonata nacieron los nombres de velocidad: allegro, adagio, presto, vivace, andante, etc. En la música religiosa nacen el oratorio y la cantata, mientras que la música coral triunfó especialmente en el mundo protestante. En España nacieron la zarzuela y la tonadilla como manifestaciones de la música popular. Entre las grandes figuras de la música barroca conviene recordar a Antonio Vivaldi, Tommaso Albinoni, Arcangelo Corelli, Marc-Antoine Charpentier, Johann Pachelbel, Heinrich Schütz, Johann Sebastian Bach, Georg Philipp Telemann, Georg Friedrich Haendel, etc.
En ópera destacó la escuela veneciana, primer lugar donde la música se desligó de la protección religiosa o aristocrática para ser representada en lugares públicos: en 1637 se fundó el Teatro di San Cassiano, primer centro operístico del mundo. Comenzó el gusto por las voces solistas, principalmente las agudas (tenor, soprano), apareciendo el fenómeno de los castrati. La ópera barroca destacó por la escenografía complicada, ornamentada, recargada, con cambios repentinos. Destacan Pier Francesco Cavalli, Antonio Cesti, Jean-Baptiste Lully, Henry Purcell, Georg Friedrich Haendel, etc. A finales del siglo xvii, la escuela napolitana introdujo un estilo más purista, más clasicista, simplificando los argumentos y haciendo óperas más cultas y sofisticadas. Alessandro Scarlatti introdujo el aria en tres partes (aria da capo).88
En Francia, la danza barroca (ballet de cour) hizo evolucionar la música instrumental, de melodía única pero con una rítmica adaptada a la danza. Fue patrocinada especialmente por Luis XIV, que convirtió la danza en grandes espectáculos (Ballet de la Nuit, 1653, donde intervino el rey caracterizado de sol), creando en 1661 la Academia real de Danza. Como coreógrafo destacó Pierre Beauchamp, creador de la danse d'école, el primer sistema pedagógico de la danza. Las principales tipologías fueron: minuet, bourrée, polonaise, rigaudon, allemande, zarabande, passepied, gigue, gavotte, etc. En España también se dieron diversas modalidades de danza: seguidilla, zapateado, chacona, fandango, jota, etc.89
Baldaquino de San Pedro (1624-1633), de Gianlorenzo Bernini.
Éxtasis de Santa Teresa (1647-1651), de Gianlorenzo Bernini, iglesia de Santa María de la Victoria, Roma.
Puerto con el embarque de la Reina de Saba (1648), de Claude Lorrain, National Gallery de Londres.
Las tres Gracias (1636-1639), de Peter Paul Rubens, Museo del Prado.
Rococó[editar]
Artículo principal: Rococó
El columpio (1767), de Jean-Honoré Fragonard, Colección Wallace, Londres
Desarrollado en el siglo xviiinota 12 —en convivencia a principios de siglo con el barroco, y a finales con el neoclasicismo—, supuso la pervivencia de las principales manifestaciones artísticas del barroco, con un sentido más enfatizado de la decoración y el gusto ornamental, que son llevados a un paroxismo de riqueza, sofisticación y elegancia. El progresivo auge social de la burguesía y los adelantos científicos, así como el ambiente cultural de la Ilustración, conllevaron el abandono de los temas religiosos a favor de nuevas temáticas y actitudes más mundanas, destacando el lujo y la ostentación como nuevos factores de prestigio social.
La arquitectura pasó de la grandilocuencia barroca a un gusto más delicado, de formas gráciles y con preponderancia de espacios pequeños, de ambientes de recogimiento pensados para el bienestar y el confort. Se puso de moda lo exótico, especialmente el gusto por el arte oriental. El rococó se desarrolló sobre todo en Francia y Alemania, representado principalmente por Ange-Jacques Gabriel (Petit Trianon de Versalles, Hotel Biron de París), François de Cuvilliés (Pabellón de Amalienburg del Palacio de Nymphenburg en Múnich), Johann Balthasar Neumann (Palacio Episcopal de Würzburg) y Dominikus Zimmermann (Iglesia de Wies). En jardinería, al «jardín italiano» sucedió el «jardín francés», de composición geométrica igual que el italiano, pero con una perspectiva más larga, composición más simple, mayores zonas de césped y un nuevo detalle ornamental: el parterre; destacan los jardines de Versalles (diseñados por André Le Nôtre) y Aranjuez.
La escultura tiene un aire grácil, refinado, con cierta pervivencia de las formas barrocas, especialmente por influencia de Bernini. En Italia cabe destacar la Fontana de Trevi, de Pietro Bracci y Filippo della Valle. En Francia destacó la obra de Edmé Bouchardon, Jean-Baptiste Pigalle y Étienne-Maurice Falconet. En Alemania tenemos la presencia de Georg Rafael Donner, Ignaz Günther y los hermanos Asam (Cosmas Damian y Egid Quirin). En España podemos reseñar a Juan Pascual de Mena y Luis Salvador Carmona.
La pintura se movió entre la exaltación religiosa o el paisajismo vedutista en Italia (Giambattista Tiepolo, Canaletto, Francesco Guardi), y las escenas cortesanas de Jean-Antoine Watteau, François Boucher, Jean-Baptiste-Siméon Chardin y Jean-Honoré Fragonard en Francia, pasando por el retratismo inglés de Joshua Reynolds y Thomas Gainsborough. Figura aparte es el inclasificable pintor español Francisco de Goya, que evolucionó desde un sello más o menos rococó hasta un cierto prerromanticismo, pero con una obra personal y expresiva de fuerte tono intimista. Cultivó tanto la pintura como el grabado, siendo igualmente de destacar sus cartones para tapices. Entre sus obras destacan: los Caprichos (1799), La familia de Carlos IV (1800), El tres de mayo de 1808 en Madrid (1814), las Pinturas negras (1820), etc.
Las artes decorativas tuvieron especial relevancia, ya que, como se ha señalado, el rococó fue un arte de aire burgués dedicado a la ostentación y el lujo. Se desarrolló notablemente el interiorismo, con especial énfasis en el mobiliario, los espejos, las sedas, los tapices y los objetos de porcelana. Esta última tuvo una gran difusión, sobre todo la de Sajonia y la de Sèvres, con delicados motivos ornamentales, preferentemente de estilo oriental. En porcelana se fabricaron también pequeñas tallas escultóricas con motivos galantes, pastorales o de la Commedia dell'arte. En mobiliario se desarrolló el «estilo Chippendale» (por Thomas Chippendale), caracterizado por el eclecticismo, con mezcla de elementos góticos, rococó, palladianos y chinescos. En España adquirieron notoriedad los tapices de la Real Fábrica de Santa Bárbara, algunos de ellos diseñados por Goya. En esta época apareció la litografía, nueva modalidad de grabado sobre piedra caliza, inventada por Aloys Senefelder en 1778.90
Portada de L'Encyclopédie (1751)
A nivel literario, el siglo xviii fue el de la Ilustración, proyecto iniciado con L'Encyclopédie de Diderot y D'Alembert y que supuso la consagración del racionalismo a nivel filosófico, poniendo el acento en la idea de progreso del ser humano y su capacidad ilimitada, concepto que estableció el germen de la era moderna. Sus principales representantes fueron Montesquieu, Voltaire, Denis Diderot, Jean-Jacques Rousseau, el Abate Prévost, André Chénier, Giambattista Vico, Alexander Pope, Daniel Defoe, Jonathan Swift, etc. En España se denotó la influencia francesa en una literatura crítica y especulativa, ganando gran auge el género del ensayo; destacaron Benito Jerónimo Feijoo, Diego de Torres Villarroel, Ignacio Luzán y José Francisco de Isla. Es de remarcar la fundación en esta época de la Biblioteca Nacional y la Real Academia Española.91
El teatro en el siglo xviii siguió modelos anteriores, contando como principal innovación la reforma que efectuó Carlo Goldoni de la comedia, que abandonó la vulgaridad y se inspiró en costumbres y personajes de la vida real. También se desarrolló el drama, situado entre la tragedia y la comedia. La escenografía era más naturalista, con un mayor contacto entre público y actores. Los montajes solían ser más populares, atrayendo un mayor público, dejando el teatro de estar reservado a las clases altas. Al organizarse espectáculos más complejos, empezó a cobrar protagonismo la figura del director de escena. Como dramaturgos destacan Pietro Metastasio, Pierre de Marivaux, Pierre-Augustin de Beaumarchais y Voltaire. En España, Nicolás Fernández de Moratín se enmarca en la «comedia de salón» dieciochesca, con base en Molière.92
Al rococó en música corresponde la llamada «música galante», que era más tranquila que la barroca, más ligera y sencilla, amable, decorativa, destacando el sentimentalismo. Desapareció el gusto por el contraste y se buscó la gradación sonora (crescendo, diminuendo). En la llamada Escuela de Mannheim se desarrolla la música sinfónica, con la primera gran orquesta moderna (40 instrumentos), iniciativa del elector Carlos Teodoro de Wittelsbach. Su principal representante, Johann Stamitz, es considerado el primer director de orquesta. De entre los músicos de la época destacan los hijos de Bach: Wilhelm Friedemann, Carl Philipp Emanuel, Johann Christoph Friedrich y Johann Christian —este último introductor del piano en la música sinfónica, inventado en 1711 por Bartolomeo Cristofori—. En ópera, junto a la culta aparece la «ópera bufa», de aire cómico, destinada a un público más popular, con influencia de la Commedia dell'arte (Niccolò Piccinni, Baldassare Galuppi).93
La danza siguió desarrollándose sobre todo en Francia, donde en 1713 se creó la Escuela de Ballet de la Ópera de París, la primera academia de danza. Raoul-Auger Feuillet creó en 1700 un sistema de notación de danza, para poder transcribir por escrito la diversa variedad de pasos de danza. En esta época la danza comenzó a independizarse de la poesía, la ópera y el teatro, consiguiendo autonomía propia como arte, y formulando un vocabulario propio. Se empezaron a escribir obras musicales sólo para ballet, destacando Jean-Philippe Rameau —creador de la opéra-ballet—, y comenzaron a surgir nombres de bailarines destacados, como Gaetano Vestris y Marie Camargo. A nivel popular, el baile de moda fue el vals, de compás ¾, mientras que en España surgió el flamenco.94
Basílica de Ottobeuren (Baviera).
Fontana de Trevi (1732-1762), de Pietro Bracci y Filippo della Valle, Roma.
La familia de Carlos IV (1800), de Francisco de Goya, Museo del Prado (Madrid).
Interior rococó del palacio de Gatchina, cerca de San Petersburgo, en Rusia.
Neoclasicismo[editar]
Artículo principal: Neoclasicismo
Juramento de los Horacios (1784), de Jacques-Louis David, Museo del Louvre
El auge de la burguesía tras la Revolución francesa favoreció el resurgimiento de las formas clásicas, más puras y austeras, en contraposición a los excesos ornamentales del barroco y rococó, identificados con la aristocracia. A este ambiente de valoración del legado clásico grecorromano influyó el hallazgo arqueológico de Pompeya y Herculano, junto a la difusión de un ideario de perfección de las formas clásicas efectuado por Johann Joachim Winckelmann, quien postuló que en la antigua Grecia se dio la belleza perfecta, generando un mito sobre la perfección de la belleza clásica que aún condiciona la percepción del arte hoy día.nota 13
La arquitectura neoclásica era más racional, de signo funcional y un cierto aire utópico, como vemos en los postulados de Claude-Nicolas Ledoux y Étienne-Louis Boullée. Conviene distinguir dos tipos de arquitectura neoclásica: la de herencia barroca, pero despojada de excesiva decoración para distinguirse de la arquitectura rococó; y la propiamente neoclásica, de líneas austeras y racionales, sobria y funcional. A la primera pertenecen obras como el Panteón de París, de Jacques-Germain Soufflot, o la Ópera de Berlín, de Georg Wenzeslaus von Knobelsdorff; también se enmarca en esta línea el neopalladianismo británico y estadounidense. En la nueva línea más racional puede mencionarse el proyecto urbanístico de las Tullerías, de Pierre-François-Léonard Fontaine (iniciador del llamado «estilo Imperio»); la Piazza del Popolo de Roma, de Giuseppe Valadier; el Walhalla de Ratisbona, de Leo von Klenze; y el Museo del Prado de Madrid, de Juan de Villanueva.
La escultura, de lógico referente grecorromano, tuvo como principales figuras a: Jean-Antoine Houdon, retratista de la sociedad prerrevolucionaria (Rousseau, Voltaire, Lafayette, Mirabeau); Antonio Canova, que trabajó para los papas y la corte de Napoleón (Paulina Borghese como Venus, 1805-1807); y Bertel Thorvaldsen, muy influido por la escultura griega, consagrado a la mitología y la historia antiguas (Jasón con el vellocino de oro, 1803). Otros nombres destacables serían John Flaxman, Johann Gottfried Schadow, Johan Tobias Sergel y Damià Campeny.
La pintura mantuvo un sello austero y equilibrado, influido por la escultura grecorromana o figuras como Rafael y Poussin. Destacó especialmente Jacques-Louis David, pintor «oficial» de la Revolución Francesa (Juramento de los Horacios,1784; La muerte de Marat, 1793; Napoleón cruzando los Alpes, 1800). Junto a él conviene recordar a: François Gérard, Antoine-Jean Gros, Pierre-Paul Prud'hon, Anne-Louis Girodet-Trioson, Jean Auguste Dominique Ingres, Joseph Wright of Derby, Johann Zoffany, Angelika Kauffmann, Anton Raphael Mengs, Joseph Anton Koch, Asmus Jacob Carstens, José de Madrazo, etc.95
Las artes decorativas se desarrollaron en diversos estilos, algunos de los cuales perduraron a lo largo del siglo xix: el estilo Directorio surgió en Francia en la época del Directorio (1795-1805), caracterizado por las líneas sencillas, clásicas, sobrias, sin adornos excesivos; el estilo Imperio se desarrolló en la Francia napoleónica y de la Restauración, de donde pasó al resto de Europa, sustituyendo la sobriedad por la ostentación y el lujo, con un estilo suntuoso, con preferencia de temas exóticos y orientales; en contraposición, el estilo Biedermeier alemán presentó un diseño más práctico y cómodo, de líneas sencillas y hogareñas. Estos estilos influyeron en el isabelino español y el victoriano inglés, de aire burgués, dedicados al lujo y la ostentación, aunque sin renunciar al confort y la funcionalidad.
A nivel literario, a finales del siglo xviii se produjo una vuelta a premisas clasicistas, con la pretensión de establecer un tipo de literatura preceptiva, ordenadora, con una base ética e intelectual. Muchos de los autores de esta época estuvieron a caballo entre el neoclasicismo y el prerromanticismo, destacando: Friedrich Gottlieb Klopstock, Christoph Martin Wieland, Henry Fielding, Laurence Sterne, etc. En España, se denotó la influencia del clasicismo francés y los preceptos fijados por Boileau, destacando José Cadalso, Juan Meléndez Valdés y Gaspar Melchor de Jovellanos, así como los fabulistas Tomás de Iriarte y Félix María Samaniego.96 El teatro neoclásico tuvo pocas variaciones respecto al desarrollado a lo largo del siglo xviii, siendo su principal característica la inspiración en modelos clásicos grecorromanos, seña de identidad de esta corriente. Destacan: Vittorio Alfieri, Richard Brinsley Sheridan y Gotthold Ephraim Lessing y, en España, Leandro Fernández de Moratín y Vicente García de la Huerta.97
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Obertura de Don Giovanni, una de las piezas más famosas de Wolfgang Amadeus Mozart (1787).
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La música clásicanota 14 supuso entre el último tercio del siglo xviii y principios del xix la culminación de las formas instrumentales, consolidadas con la definitiva estructuración de la orquesta moderna. El clasicismo se manifestó en el equilibrio y la serenidad de la composición, la búsqueda de la belleza formal, de la perfección, en formas armoniosas e inspiradoras de altos valores. Nació el desarrollo, nueva forma de composición que consistía en desmontar el tema, cogiendo el ritmo o la melodía, pero cambiando la tonalidad a través de la modulación. Evolucionó la música de cámara al desaparecer el bajo continuo, en distintos formatos: dúo, trío, cuarteto, quinteto, etc. La música clásica está representada principalmente por: Franz Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart, Christoph Willibald Gluck, Luigi Boccherini y Domenico Cimarosa. La ópera clásica era menos recargada que la barroca, con una música austera, sin ornamentos vocales, arias limitadas, recitativo con acompañamiento orquestal, argumentos más sólidos y personajes más verídicos. Destacan: Jean-Philippe Rameau, Christoph Willibald Gluck y, especialmente, Wolfgang Amadeus Mozart, autor de varias de las mejores óperas de la historia (Le Nozze di Figaro, 1786; Don Giovanni, 1787; La flauta mágica, 1791).98
El ballet clásico también experimentó un gran desarrollo, sobre todo gracias al aporte teórico del coreógrafo Jean-Georges Noverre y su ballet d'action, que destacaba el sentimiento sobre la rigidez gestual del baile académico. Se buscó un mayor naturalismo y una mejor compenetración de música y drama, hecho perceptible en las obras del compositor Gluck, que eliminó muchos convencionalismos de la danza barroca. Otro coreógrafo relevante fue Salvatore Viganò, que dio mayor vitalidad al «cuerpo de ballet», el conjunto que acompaña a los bailarines protagonistas, que cobró independencia respecto a estos.99
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