—¿Le contamos a Kami todo sobre la fusión? Quiero decir, todo. —Preguntó Solus.
—Se siente como si nos disparamos en el pie y arruinamos las buenas noticias. —Respondió Lith—. Mira, no hicimos nada malo y la última vez que nos fusionamos no pasó nada. Nadie sabe a ciencia cierta si es siquiera una posibilidad, así que contarle a Kamila solo hará que las cosas sean incómodas para ella.
—¿Entonces qué hacemos?
—Tomar una copa de vino en cada cena. Si después de una semana Abuela aún no aparece de la nada para detenerte, estamos a salvo.
—¿Y si lo hace?
—Estamos muertos. —El tono sombrío de Lith dejó en claro que no estaba bromeando.
Solus tragó ruidosamente, miró a Salaark por un tiempo antes de pedirle que trajera al resto de los Verhens al Desierto.
Como se predijo, la familia de Lith estaba aterrorizada al escuchar el relato de la batalla y se llenó de alegría cuando les informaron de los efectos secundarios inesperados de la fusión en su fuerza vital.