—No soy maestro forjador, no soy Despertado y no tengo Adamantita para mi equipo y mucho menos para Davross. Incluso si logro todas esas cosas, ¿dónde diablos obtengo una torre de magos para contrarrestar la de Amanecer?
—Más importante aún, ¿realmente quiero pasar siglos persiguiéndola? ¿Cómo es que Amanecer es más importante para mí que Friya, Selia y mi familia adoptiva? —Nalrond no tenía respuesta a esas preguntas.
—Hola, chicos. Si alguien murió, por favor díganmelo. Cuando hago una broma inapropiada, debe ser intencional, de lo contrario no puedo disfrutar el momento —Morok llegó junto a Ajatar el Draco, poniendo fin a esos pensamientos mórbidos.
—¿Resentías a tu padre por lo que te hizo? —Nalrond preguntó, necesitando consejos de alguien que había vivido algo parecido.
—Y hola para ti también —El Tirano resopló—. Sí, por supuesto que lo hice. ¿Por qué?
—¿Qué sentiste cuando murió? ¿Valió la pena la espera?