Lazos de Sangre (Parte 1)

—¡Un demonio más grande y rojo! —Alzó los brazos, conjurando el holograma de una lluvia de confeti y un enorme insignia parpadeante que decía el atroz nombre.

—¡Cualquier cosa menos eso! —Tista se puso pálida, dándose cuenta de la hilaridad en la habitación un segundo demasiado tarde.

Todos estaban riendo, sin mostrar ninguna señal de preocupación por su nueva condición ni sorpresa por su elección.

—Espera, ¿ustedes sabían? —Ella miró a sus padres, a sus hermanos, y a los niños que todos se apresuraron a felicitarla—. ¿Cómo? Quiero decir, yo misma no lo sabía.

—No fue tan difícil, querida —Raaz le dio unas palmaditas en la cabeza—. Asumimos que habrías seguido los pasos de tu hermano como de costumbre o elegido retener tu lado humano. Si te hubieras convertido en un dragón o un fénix, eso sí que habría sido sorprendente.