—Sé que eres un mago de base en el sentido más literal de la palabra —dijo Quylla mientras miraba a Morok a los ojos.
—Al igual que yo, eres un huérfano. Nunca has tenido un hogar, una familia o un lugar al que pertenecer. Has pasado toda tu vida adulta moviéndote de un lugar a otro, buscando algo que sabes que se ha perdido para siempre.
—Nadie puede darte la familia o la casa que nunca tuviste, pero yo puedo ofrecerte la mía y esperar que la compartas conmigo. Con esta llave, te estoy pidiendo que dejes de mirar al pasado y comiences a construir el futuro conmigo —dijo ella.
Las manos de Morok temblaron al aceptar la llave, envolviendo a Quylla en un abrazo aunque no se suponía que se tocaran hasta que el oficiante les diera permiso.
Meron rodó los ojos ante la tercera infracción de etiqueta seguida, pero la multitud sollozaba, preocupándose más por los sentimientos de la pareja que por la tradición.