Heridas Compartidas (Parte 2)

—¿Qué pasa con los trillizos de Rena? —preguntó Orión—. Nacieron al final de tu gira militar y ahora apenas tienen dos años.

—Tal vez haya abandonado la ciudad a propósito algunas veces y dejé caer esas pequeñas bombas olorosas en Nalrond cuando pude —Lith se dio la vuelta para pretender revisar las mesas y realmente esconder su cara—. No eran míos y mi tiempo libre es precioso.

—Cabrón sucio —Orión se rio mientras Raaz les lanzaba una mirada de reprobación a ambos—. Bueno, yo soy como vosotros dos. No he tratado con un recién nacido desde... ya sabes. También estoy oxidado. ¿Te importa si me uno a vuestro pequeño club de vez en cuando?

—No hay problema —asintió Lith.

Una gala requería asegurarse de que habría suficiente espacio, asientos y comida para todos. El mobiliario tenía que ser diferente al de la vida cotidiana. Más lujoso para impresionar a los nobles más altos y más discreto porque se quedaría al borde de las habitaciones en lugar del centro.