—Trato —dijo Salaark.
—¡Espera! —Zinya se interpuso entre ellos antes de que sus manos pudieran tocarse—. Yo también deseo ir. Por favor.
—Una persona más no significa nada para mí —Salaark se encogió de hombros—. Pero a este punto, siento que tengo derecho a una concesión similar.
—¿Por qué? —bufó Tezka—. Ambos sabemos que puedes compartirlo todo con tu Nido a través de tu Llamado de la Sangre. Hagas lo que hagas, tus crías lo sabrán de todos modos.
—No mis crías —El Señor Supremo negó con la cabeza—. Quiero traer a esos dos como mis invitados.
Señaló a Lith y a Friya.
—¡Oye! —dijo Kamila con molestia.
—Bien, tú también. Harás compañía a tu hermana —Salaark rodó los ojos.
—Déjame pensarlo —Tezka caminó hacia el trío, sus ojos recorriendo a cada uno de ellos y luego a Solus.