El Salón de los Espejos había adquirido más espejos y poderes, pero Solus los pasó por alto. Por alguna razón, tenía prisa.
—El Corazón ahora puede almacenar hasta diez matrices al mismo tiempo y la Biblioteca se ha hecho mucho más grande, pero honestamente, eso es solo la guinda del pastel que estoy a punto de mostrarte —sus ojos brillaban como estrellas y sus mejillas estaban ruborizadas de emoción.
—Lith, antes de abrir esta puerta, necesito que te calmes y respires hondo, ¿vale? —vale. Asintió, sintiéndose confundido más que emocional.
—Esta habitación es todo lo que siempre hemos soñado. Es tan importante que todavía estoy en conflicto sobre cómo nombrarla. Te dejaré decidir una vez que veas cómo funciona —dijo Solus.
—Espera, ¿no se supone que deberías recordar cómo se llama? ¿No nombró tu madre ya todo? —su confusión empeoró por momentos.