—Nada de lo que haces es suficiente. Nada de lo que los demás hacen por ti es suficiente. Incluso cuando suceden cosas buenas, no las aprecias porque no están a la altura de ese maldito día —dijo Marth.
—¡Buenos dioses! —dijo Lith al comprender finalmente el problema.
—Es como llevar constantemente bolas y cadenas que te pesan todo el tiempo, sin importar dónde estés o con quién estés. Es una pesadilla. —Marth cerró los ojos y se pellizcó la nariz.
—Además, así funcionó para mí. No hay garantía de que Kamila experimente lo mismo. Puede que necesite más tiempo, menos tiempo o algún tipo de detonante. Solo los dioses lo saben.
—¿Alguna sugerencia? —Varios planes surgieron en la mente de Lith, pero los descartó todos porque su esposa no era un problema a resolver, sino una persona que necesitaba su ayuda.