—¿Señor? ¿Desinformado? —El hombre con el impresionante traje de corbata blanca quedó aún más desconcertado por esas palabras—. ¿Qué pasa con todas estas formalidades? Soy Gentor, el Dragón Dorado, y me gustaría conocer a mi sobrina, hermana.
—¿Hermana? —Elina miró a su alrededor, pero solo estaba ella.
—Sí —Gentor asintió mientras le estrechaba la mano—. Hiciste un trabajo maravilloso con Lith y Tista, querida hermana. Estoy seguro de que tu pequeña será igual de asombrosa. ¿Dónde está ella?
Elina se sintió muy avergonzada y no sabía qué hacer.
—Dame un momento —Raaz hizo una reverencia educada al Dragón y se alejó, regresando en menos de un minuto desde la sala donde dormía el bebé.
—¿Puedo cargarla? —preguntó Gentor y Raaz se la entregó—. Es una bebé hermosa. Si alguna vez necesitas un mentor Despertado, puedes contar conmigo.
Aún no había empezado a balbucear con la bebé sonriente cuando una mujer con alas emplumadas le agarró del hombro.