—Sé que Lith es tu papá, pero ¿por qué no puedo sostenerte un rato? ¿No soy tu mami?
—Ma… ma. —Elysia asintió.
Kamila, Lith y Solus se congelaron en su lugar, ignorando a los Guardias Reales del Palacio de Valeron exigiendo ver sus identificaciones.
—¿Qué dijiste?
—Dije: papeles, por favor. —La voz del hombre dentro de la armadura era fría y profesional.
—¡Cállate, hombre de hojalata, o haré que te calles! —Había tanta furia y sed de sangre en los ojos luminosos amarillos de Kamila que el Guardia Real retrocedió un paso mientras agarraba su arma—. ¿Qué dijiste, cariño? ¿Puedes repetir eso para Mami?
Ella ignoró al guardia mientras se giraba hacia la niña con la expresión y voz más dulce en Mogar.
—Ma… ma. —Elysia tartamudeó, la palabra imposible para un bebé humano tan joven, pero solo difícil para la garganta de una Cría de Dragón.
—¡Sí, así es! ¡Soy tu mamá! —Kamila tomó a la bebé del portabebé y la sostuvo contra su pecho—. Soy tu mamá.