—¡Candice, solo estás celosa de mí! ¡Has estado celosa de mí desde que éramos jóvenes! —Chloe se negó a dejar el asunto.
Ella se negó a admitir que los hombres no se sentían atraídos por ella.
—¿Por qué estaría celosa de ti? ¿Estoy celosa de que no soy guapa o de que mi figura no es lo suficientemente buena? ¿Estoy celosa de tu falta de cultura, moral y autoconsciencia? ¿Estoy celosa de ti porque puedes seducir a hombres o de que fracasaste en seducir a un hombre? —Candice dijo con calma.
Chloe estaba completamente expuesta, pero no creía que fuera tan vergonzosa e inútil como Candice describía. ¿Qué derecho tenía Candice para decir eso de ella?
—¿Quién te crees que eres? ¿Crees que tienes lo necesario? —Chloe rugió.
Ya no estaba fingiendo, y todas sus emociones estallaron.
—Nunca me he considerado superior, ni creo que lo sea, pero conozco mis límites. Sé con quién no puedo meterme y a quién no puedo conseguir. A diferencia de ti, que piensas demasiado bien de ti misma.