La Verdad Está al Alcance

Sin embargo, Candice colocó su mano en la palma de Edward. En el momento en que lo hizo, sintió que él soltaba un suspiro de alivio. Eso la dejó atónita acerca de quién entre los dos debería ser el nervioso. 

Él sostuvo su mano firmemente en la suya y dijo lentamente:

—Me gusta mucho Candice.

Le estaba hablando a Chloe, que se había vuelto loca.

Chloe se quedó atónita por un segundo. Luego levantó la cabeza y miró a Edward, que era alto.

—Me gusta mucho. La razón por la que le di las pastillas anticonceptivas fue porque no quería lastimar su cuerpo —dijo Edward fríamente—. Por supuesto, no tengo que explicártelo. No es necesario explicárselo a personas sin importancia.

Luego, salió con Candice, dejando a los devastados Nicholsons en la sala de prisiones.

Fuera del centro de detención, Candice y Edward se sentaron en el coche. Sus dedos seguían entrelazados, pero no hablaban.

—Candice —Edward de repente la llamó.

—Sí —respondió Candice.