Mónica miró sus manos entrelazadas y observó cómo Finn soltaba su mano a regañadientes. Luego, mientras daba la vuelta y caminaba hacia el vecindario, pudo sentir la mirada de Finn en su espalda. Él no se fue en absoluto.
Mónica pensó: «tal vez Jeanne tenía razón. Finn había cambiado mucho por ella y lo que ella quería ¡era que Finn cambiara!»
Entró en el ascensor, fue a casa y se acostó en la cama. No pudo evitar tocar su abdomen inferior y pensar: «¿Los dos pequeñitos dentro quieren un papá?»
Justo entonces, sonó el teléfono. Mónica echó un vistazo a la identificación de llamadas y lo cogió —Brandon.
—No te has olvidado de ir a Casterbridge mañana para discutir la exportación de medicina, ¿verdad?
De hecho, lo había olvidado.
—¿Puedes ir en tu condición actual? —Brandon estaba un poco preocupado.
—Mi estado es estable ahora, así que debería estar bien.
—La última vez, tuviste náuseas matutinas muy malas.
—Fue una excepción.