La Astucia de Zoe

—¿No crees que soy codiciosa?

—Debes haber tenido un motivo para tomar el dinero —alabó Benjamín.

Shelly no pudo evitar reírse. Ella también se sentiría feliz al recibir validación a veces.

—¿Quieres almorzar en casa? —Benjamín cambió de tema.

—No creo que haya nada en la nevera —Shelly recordó que había vaciado la nevera antes de irse porque temía que se echara a perder cuando regresara.

—Yo iré a comprar el almuerzo —se ofreció Benjamín—. ¿Qué te gustaría comer?

—No es necesario. Solo cuida de Bella por mí, y yo iré a comprar el almuerzo.

—¿Cómo puede Bella separarse de ti? —Benjamín estaba convencido—. Solo dime qué te gusta comer, y yo lo compraré.

Shelly vio que Benjamín ya había salido por la puerta.

—Hay un supermercado en el vecindario.

—Lo sé. Lo vi cuando entramos —Con eso, Benjamín sonrió y se marchó.

Shelly observó a Benjamín mientras se iba.

—Mamá, ¿por qué estás tan feliz? —Bella miró a Shelly y preguntó con curiosidad.