La sala estaba muy tranquila. Era como si estuvieran esperando en silencio que sucediera un milagro. Monica ni siquiera se atrevía a respirar mientras miraba fijamente a Finn llevando al bebé y colocándolo frente a su pecho.
Después de un rato, se escuchó el llanto de un bebé de repente. —Wah...
Monica se sorprendió. —¿Por qué llora?
—Obviamente porque no ha comido nada —Finn explicó.
—Eso significa que todavía no lo tengo.
—Acabo de revisarlo. Sí lo tienes, pero está atorado.
—En ese caso, ¿qué deberíamos hacer? —Monica estaba desorientada.
—Dejarlo succionar un poco más —Finn, por otro lado, estaba más tranquilo.
Era como si supiera de todo, y conociera la estructura de su cuerpo mejor que ella, lo que hacía que Monica se sintiera un poco culpable. Finn debió haber hecho algún esfuerzo durante su embarazo. En cuanto a ella, todo lo que hizo fue comer y dormir todo el día, así que ahora no sabía nada.
—Wah... —El bebé comenzó a llorar nuevamente.