Sunny permaneció en silencio durante unos momentos, mirando el mapa. Luego, una risa hueca resonó desde las profundidades de su casco negro, sonando un poco siniestra en la oscuridad que envolvía el silencioso gran salón del templo.
—Librar una guerra en Tumbadeus... qué acto descarado de locura. Ah, pero no esperaba menos de los Grandes Clanes.
Los Guardianes del Fuego se miraron entre sí, percibiendo un atisbo de desprecio en su voz fría. Eventualmente, uno de ellos dijo con rigidez:
—...Nosotros también representamos a uno de los Grandes Clanes, ya sabes. Señor Sombra.
Sunny simplemente giró la cabeza, mirándolo fijamente. El Guardián del Fuego tembló bajo su mirada, apartando la vista de la oscuridad impenetrable que anidaba en la visera del casco de ónix. Era como si no hubiera ninguna persona dentro de la temible armadura negra en absoluto.
Sin embargo, Nephis solo parecía curiosa. Lo miró y preguntó con voz uniforme:
—¿Tienes una relación con los Grandes Clanes?