El Caballero del Cáliz se parecía a un humano que llevaba un traje de armadura antigua y destrozada que se había vuelto verde por el óxido. Se alzaba a unos dos metros y medio de altura, pero parecía aún más alto debido a las astas de ciervo sujetas a su casco cerrado. El propio casco oxidado estaba diseñado para asemejarse al hocico de una bestia gruñendo, con profunda oscuridad anidando en la grieta de su visera.
Había musgo creciendo aquí y allá en la armadura golpeada, y una capa desgarrada, demasiado desgastada para retener algún color, colgando de sus hombros como una bandera rasgada.
La criatura sostenía un aterrador hacha de batalla en su mano, cuya hoja era grande y lo suficientemente pesada para partir fácilmente a un humano en dos.
El Cazador... era como un caballero muerto que había emergido de debajo de las raíces del bosque que había reclamado un antiguo campo de batalla, espantoso e imponente lo suficiente como para hacer estremecer a Lluvia.