Hace mucho tiempo... Sunny se había hecho una promesa a sí mismo. Una promesa de volver un día y destruir el Árbol Devorador de Almas.
Ahora, muchos años después, estaba aquí para cumplir esa promesa.
Había estado descendiendo hacia el cráter colosal durante un tiempo, pero ahora que su corazón estaba detrás de él, el suelo comenzaba lentamente a inclinarse hacia arriba. Sunny cabalgaba Pesadilla con una expresión fría en su rostro, sosteniendo la antorcha espectral en su mano.
La luz de la llama inquietante se reflejaba desde la superficie pulida de su armadura y bailaba salvajemente en sus ojos de ónix.
Tardó un tiempo en atravesar el cráter, pero finalmente, Sunny lo vio.
Las ramas de un gran árbol cubriendo el cielo negro.
Una sonrisa tenue apareció en sus labios.
—Está vivo. —murmuró.
Tenía la sensación de que lo estaría.
Sunny... había cambiado mucho desde que dejó el Túmulo Ceniciento.
El Devorador de Almas también había cambiado.