Por supuesto, la batalla no terminó con la muerte del espantoso Gran Monstruo — apenas estaba comenzando. Sunny permaneció tranquilo y sereno mientras extendía sus sentidos a través del vasto campo de batalla, sumergiéndose en su inmensa violencia, y determinaba su próxima presa.
En momentos como estos, tenía que ser estratégico. Cada paso debía ser deliberado, cada acción debía estar calculada con precisión. Tenía que ser efectivo, pero más que eso, tenía que ser eficiente — tanto en sus propias acciones como en la forma en que utilizaba a las personas y herramientas a su disposición. De lo contrario, la formación de batalla no sería capaz de enfrentarse a la abrumadora fuerza del enemigo tarde o temprano.
La autoridad investida en él era grande, pero la amenaza que enfrentaba el grupo de guerra era mayor. Si quería que su ejército prevaleciera, tenía que moverse por el campo de batalla con precisión quirúrgica y comandar a sus campeones con tanto finesse como previsión.