La oscuridad de Revel fue ahuyentada y disminuida, pero aún giraba a su alrededor como una nube. Envuelta en ella, miró a Nephis.
Nephis la estaba mirando también.
De repente, una voz melodiosa resonó en la sala en ruinas, conteniendo tanto la ferocidad de la abrasadora superficie del sol como la tranquilidad del brillo del sol reflejado en agua clara:
—¿Eres la Asesina de Luces?
Revel permaneció en silencio por un latido.
Su cuerpo maltrecho y sangrante parecía un desastre sucio frente al espíritu luminoso y radiante.
—Así me llaman, sí.
Nephis permaneció en silencio por unos momentos, luego habló con su habitual tono uniforme:
—No estoy impresionada.
Su tono podría haber sido carente de emoción, pero eso solo hizo que el comentario sonara más despectivo.
Era como si dijera... ¿eso es todo? ¿Se supone que debo ser asesinada por ti?
Al escuchar eso, Revel sonrió oscuramente.
—Lamento la decepción, Dama Nephis.