Provocando al Monstruo

Morgan suspiró al ver que en una docena de lugares, allá en la distancia, el agua se rompía y grotescos tentáculos disparaban desde las profundidades. En ellos eran llevados los enormes cadáveres de las Criaturas de la Pesadilla que habitaban en el bosque —algunas de ellas las mismas Criaturas de la Pesadilla que ella y sus Santos habían herido, pero no logrado acabar en la batalla de ayer.

Los cadáveres fueron lanzados al aire como proyectiles mórbidos, trazando arcos bajos mientras dejaban tras de sí torrentes de sangre. Uno fue derribado por Ruiseñor, quien había dibujado su arco en un abrir y cerrar de ojos. Otro explotó en una nube de neblina sangrienta cuando un guijarro lanzado casualmente por Criados por Lobos chocó con él en pleno aire.

Pero el resto aterrizó en los escombros con ruidos de chasquidos repugnantes, algunos chocando contra el muro y haciendo que temblara con atronadores estruendos.