La guerra continuaba, extendiéndose como un cáncer en todas las direcciones. El campamento principal del Ejército de la Espada se volvía cada vez más desolado. Cada día, nuevas tropas lo abandonaban para dirigirse al oeste, donde debían participar en el inevitable y temible asedio de las Fortalezas del Cruce. Algunos eran enviados a guarnecer los nuevos puestos de exterminio mientras los restos del Alcance del Hueso del Pecho caían ante el poder del Rey de Espadas, en su lugar…
Sin embargo, el campamento parecido a una ciudad no estaba siendo completamente abandonado: se dejaba una fuerza considerable para protegerlo. Después de todo, todavía era el centro logístico más importante para el Ejército de la Espada, tanto recibiendo las caravanas de suministro que escalaban el brazo izquierdo de la deidad muerta como albergando la Puerta de Sueños.