Los Huecos se sentían diferentes en la compañía de un Soberano.
Antes, Sunny siempre se había sentido como presa aquí. A pesar de que sus poderes eran suficientes para sobrevivir a los peligros de la antigua jungla, siempre había sido una batalla perdida —podía matar a algunos depredadores y escapar de otros, pero solo por un tiempo. Los Huecos en sí mismos eran como una bestia hambrienta, y estaban destinados a devorarlo tarde o temprano.
Pero ahora que estaba siguiendo al Rey de Espadas, las cosas eran diferentes.
No era ni siquiera una cuestión de poder bruto, sino más bien un sentimiento. La fría sensación de estar solo y ajeno a la tierra extranjera, hostil y malévola que intentaba consumirlo fue reemplazada por la sensación de pertenencia. De ser el depredador en lugar de la presa… de ser el amo de este lugar oscuro.
O más bien, de ser un seguidor de su amo.
Examinando la sensación sutil con curiosidad, Sunny sonrió detrás de la máscara.