Fue en un día lluvioso dos años después cuando Jest encontró al joven Yunque en la misma sala subterránea, mirando al mismo espejo ominoso con ojos sombríos.
Más allá de esta cámara oscura y silenciosa, el joven hombre era el valiente caballero y héroe de la humanidad, Señor Yunque de Valor —un guerrero cuya valentía era irreprochable, cuyas hazañas impresionaban a la mente, y cuya voz tenía peso sin importar a quién hablara.
A todos los efectos, él era el gobernante del Bastión y el líder de quizás el clan de Legado más influyente del mundo.
Pero aquí, era solo un chico de veintitantos años… un chico que ahora era huérfano.
No había pruebas reales ni cuerpos para enterrar, pero había pasado suficiente tiempo para que nadie pudiera negarlo más.
Su padre, Guardián del Valor, estaba muerto. Había perecido mientras intentaba conquistar la Tercera Pesadilla.
Y Jest ahora era viudo, también.