Al mismo tiempo que el Señor de las Sombras descendía a los Huecos, el Maestro Sin Sol ascendía los escalones de la Torre de Esperanza.
La Isla de Marfil flotaba sobre el campamento de asedio del Ejército de la Espada, siete cadenas rasgadas colgaban debajo de ella y se agitaban en el viento. No había necesidad de aterrizar la Ciudadela voladora y anclarla de manera segura, ya que Tyris de Pluma Blanca estaba cerca, manteniendo el velo de nubes radiantes intacto.
Debajo de ella, el vasto campamento se extendía como una mancha oscura sobre la superficie blanca del antiguo hueso. Incontables tiendas se alzaban en largas filas, con estructuras más permanentes elevándose entre ellas aquí y allá. Miriadas de soldados estaban ocupados preparando la próxima batalla o buscando refugio del calor sofocante.