—¿Les importaría darnos un poco de espacio? —preguntó Yuan a los guardias que los rodeaban.
—P-pero, ¿y si ella te ataca?
—Estoy bien. No podrá hacerme daño —dijo Yuan, su voz llena de confianza.
Los guardias intercambiaron miradas antes de retroceder.
—Me estás buscando, ¿no? ¿Cómo puedo ayudarte? —Yuan inició la conversación.
—Me gustaría verificar tu identidad. ¿Podrías quitarte la máscara para mí? —dijo Tan Songyun después de un momento de silencio.
—Lo siento, pero no puedo revelar mi rostro a un extraño. ¿Puedes presentarte primero? —dijo Yuan.
—Mi nombre es Tan Songyun, miembro de las Hadas Vengativas, ¡una vez conocida como la Diosa de la Cítara! —Tan Songyun apretó los puños, pero siguió el juego y se presentó.
«Así que realmente es ella...», Yuan pensó para sí mismo. Nunca pensó que se encontraría con la Diosa de la Cítara en el Quinto Cielo, y de una forma tan extraña, por cierto.