Cuando Ves y Gloriana regresaron a la propiedad Austen, estaban más que listos para caer en sus camas y recuperar el sueño que habían perdido.
Antes de dirigirse a sus respectivos dormitorios, Gloriana sostuvo el brazo de su novio.
—Hay un asunto más que quiero abordar antes de retirarnos por la noche. Nuestra mecha maestra merece su propio nombre.
—Eso suena como una buena idea.
Él estuvo de acuerdo con ella, aunque aún no había podido sugerir un nombre. Todavía estaba preocupado por todo lo que había ocurrido hoy como para pensar en un buen nombre.
—¿Qué tal el Quint? —sugirió ella—. Es un nombre corto y conciso. Aunque no suena tan impresionante como algunos de los otros nombres asociados a las mechas maestra, le dará a nuestra mecha la oportunidad de definir su propia identidad.
Aunque inicialmente Ves pensó que su sugerencia sonaba demasiado simple y llana, se dejó convencer por su argumento.