Cuando Ves y Calabast acordaron convertir a Afortunado en un saboteador, el gato en cuestión no parecía muy entusiasmado con la perspectiva.
—¡Miau! ¡Miau!
El gato constantemente arañó a Ves e intentó poner excusas para sí mismo.
—No. No podrás eludir este deber esta vez. Tus esfuerzos de infiltración pueden salvar muchas vidas. Si puedes escanear las bases piratas de adentro hacia afuera, entonces eso ya es una ganancia increíblemente valiosa. ¡Es aún mejor si puedes asesinar a algunas figuras importantes de liderazgo justo antes de que ataquemos!
—¡Meoooow!
Ves cruzó los brazos. —Tú también eres un miembro del clan, Afortunado. Si no quieres ayudar a tus compañeros clanes, al menos hazlo por Dorado. Ella se entristecerá cada vez que un Larkinson muera.
—Miau…
—Nitaa, trae el libro.
Su guardaespaldas entregó el Mandato Larkinson. El Gato Dorado se despertó de su siesta y miró curiosamente a Ves.
—¿Nyaa?