Un recordatorio

—Está bien, Tío Janco. ¡Gracias por tu arduo trabajo! —exclamó agradecido.

—Si puedes encontrar alguna pista, ¡debes contactarme inmediatamente!

—Juan dijo emocionado

—¡No te preocupes! —Bruce asintió levemente y no dijo nada más. Luego se dio la vuelta y se fue.

Después de que Bruce se fue, Juan se volvió a mirar a Aida y dijo emocionado —Aida, realmente eres mi salvador. No solo me ayudaste a resolver el problema de las cuatro grandes familias, sino que ahora tu suerte incluso me trajo noticias sobre el gran maestro. Si estos dos asuntos se resuelven, ¡mi padre definitivamente estará muy feliz cuando regrese!

—Entonces, ¡debería felicitarte por adelantado! —Aida respondió con una sonrisa.

—Aida, ¿por qué no te quedas en Yarlford por la noche en vez de regresar hoy? —Juan dudó un momento y luego le susurró a Aida.