Al ver esta situación, la cara de Wilda estaba llena de nerviosismo. En este momento, no tenía idea de por qué Connor había venido, y estaba preocupada de que pudiera estar buscando venganza.
—Es tan tarde, ¿por qué has venido a buscarme? —preguntó Wilda cautelosamente a Connor.
—Estoy a punto de ir a Risu. Tienes un helicóptero en tu casa, ¿verdad? ¡Necesito usarlo! —su tono no era de negociación sino de mando.
—¿Has venido por esto? —parpadeó, su voz mostrando sorpresa.
—Sí, por eso estoy aquí —asintió.
—¿Por qué necesitas ir a Risu? —continuó preguntando.
—Eso no es asunto tuyo. Date prisa y haz que tu gente prepare el helicóptero; estoy a punto de partir —respondió con un tono frío.
—¿Qué pasa con tu actitud? —bajó la voz después de recordar los eventos en el valle. Se dio cuenta de que él no era alguien con quien jugar, o ya habría abofeteado a otra persona.
—Puedes usar el helicóptero, pero tengo una condición —dijo suavemente.