Maldición del Espíritu Espectral

Sin embargo, la condición actual de Jorge era extremadamente terrible. Estaba sentado en el suelo inmóvil, con los ojos firmemente cerrados. Aunque todavía había un leve aliento en su cuerpo, era extremadamente débil. Lo más desconcertante era que su piel había perdido todo su brillo, dando la impresión de un cuerpo sin vida. Su ritmo cardíaco también era increíblemente lento.

—¡Viejo! —El cuerpo de Connor tembló levemente mientras casi rechinaba los dientes al pronunciar estas tres palabras. Pero Jorge no mostró respuesta y continuó sentado tranquilamente.

—Viejo, ¿puedes escucharme? Te estoy llamando; ¿puedes escucharme? —gritó con los ojos inyectados en sangre, como si hubiera enloquecido, gritando con todas sus fuerzas—. Viejo, te gusta el dinero, ¿verdad? ¿Cuánto dinero quieres? Te lo daré ahora mismo. ¿Puedes decirme algo?