—Heh...
—Ja...
Tirado en el suelo, Wang Qingsong levantó su cabeza cubierta de sangre sucia, sonriendo ferozmente:
—Oliver Walker, soy solo un simple mortal, y ahora puedo estar a tu lado. ¿El mundo me recordará después de morir?
Nadie esperaba que Wang Qingsong pronunciara tales palabras en este momento.
Quizás su resiliencia provenía de un corazón que no quería ser ordinario; si no podía ser célebre a lo largo de los siglos, preferiría ser infame para siempre.
—¡Maldita sea! —George Lee se lanzó hacia adelante, listo para administrar un castigo severo. No había nada más que decirle a alguien que estaba casi loco.
Sin embargo, fue detenido por un gesto de la mano de Oliver Walker.
—¡Ja, ja, ja...!
—Sé lo que quieren obtener de mí, pero nunca se los diré.
—¡Si tienen las agallas, mátenme! —Wang Qingsong se rió orgullosamente.
Los ojos de George Lee se llenaron de furia rojo sangre, y sus puños se apretaron tan fuerte que deseaba aplastar el cráneo de este hombre.