¿Qué demonios?

Viejo He estaba no muy lejos de Ye Chen y Ye Luo. Su mirada era profunda y llena de una intensidad extraña.

De repente, los aplausos resonaron fuertemente, retumbando en la atmósfera tensa.

—Ye Chen, admito que te subestimé —dijo Viejo He, con una sonrisa burlona en su rostro—. Tienes demasiados secretos. Tantos que incluso yo tengo curiosidad por ti. Hizo una pausa, dejando que el peso de sus palabras se asentara.

—Lamentablemente, ya no tienes la fuerza para usarlos. Puedo decir que este es tu límite.

—Para ser honesto, esto realmente me ha sorprendido —continuó—. Si te diera otros diez años, o quizás solo un año más, podrías ser capaz de derrotarme. Tu tasa de crecimiento es de hecho aterradora.

—Pero no importa cuán aterrador seas, no puedes cambiar el resultado —afirmó con firmeza—. Este asunto termina aquí.

—¿Y cuál es el final? —preguntó Ye Chen, su voz estable a pesar del miedo que se infiltraba en su corazón.